El jueves pasado, José Pedro Potocar llegó al despacho del juez Ricardo Farías en el quinto piso del Palacio de Tribunales de la calle Talcahuano para ampliar su declaración indagatoria a pedido de él mismo, en presencia del fiscal que lo acusa, José María Campagnoli. El comisario mayor y hasta hoy jefe de la Policía de la Ciudad llevaba más de diez días preso por orden de Farías: ingresó a Tribunales por la Unidad Nº 28 del Servicio Penitenciario Federal, la alcaidía, el punto de paso de cualquier presunto delincuente. Llegó esposado, de acuerdo con el protocolo de seguridad habitual para cualquier detenido.
Ante Campagnoli y Farías, Potocar escuchó nuevamente la imputación en su contra: "El ser jefe de una asociación o banda destinada a cometer delitos entre los que se destaca la recaudación ilegal de dinero…" cuyos beneficios llegarían hasta quien es hoy la máxima autoridad policial, todo a cambio de garantizar seguridad.
Sus presuntos cómplices: principalmente, la comisario inspectora Susana Aveni, su subalterna en el viejo esquema de la PFA, la jefa de la Circunscripción VII que abarcaba a Núñez y Saavedra y el comisario Norberto Villareal, prófugo hace seis meses, el ex jefe de la dependencia Nº 35 de Núñez. Marcelo Stefanetti y Hernán Kovacevich, los subcomisarios primero presos y luego liberados que incriminaron a Potocar en sus declaraciones indagatorias –la principal prueba que esgrime Campagnoli para su acusación– también integraron la lista de cómplices leída ante Potocar. Los presuntos "apretados": 37 restaurantes y comercios de la zona, nombres establecidos como Ricky Sarkany, Tienda de Café, Gran Wich, la planta de sándwiches de Fargo sobre la calle Manuela Pedraza, la heladería Chungo, Tucson y hasta un pequeño Carrefour, además de un aceitado sistema de coimas a trapitos a 500 pesos semanales cada uno. El fin de la cadena de sobres y coimas, según Campagnoli: Potocar mismo, en su rol de director general de las 54 comisarías porteñas antes del traspaso.
El comisario declaró durante cinco horas. Infobae accedió a la transcripción. Potocar –que aseguró ganar 128 mil pesos mensuales como jefe policial, su único ingreso según admitió– negó todos los cargos en su contra y afirmó desconocer siglas como "DGC" –supuestamente su Dirección General de Comisarías según Campagnoli– en el cuaderno atribuido a Villareal, la otra prueba fuerte del fiscal. "Cada comisaría tiene su propio manejo", aseveró el jefe policial.
¿Potocar nombró al prófugo Villareal al mando de la 35º? El comisario aseguró que no, que esa decisión fue tomada por el ex jefe de la PFA, Román di Santo. Potocar tampoco lo recomendó para el puesto, según él mismo. No recordó quién lo hizo, por otra parte. "Siempre se daban debates respecto de la forma de trabajar de las personas a nombrar. Sí lo conocía, era un buen tipo. Yo fui jefe de la Circunscripción III, hay seis comisarías. En una de esas, la 21, fue subcomisario Villareal. Con los subcomisarios uno como jefe no tiene trato. Uno se maneja con el comisario. Lo que yo veía era que él como otros subcomisarios llegaban a las 8:00 am, subían al patrullero y modulaban…", dijo: "De ahí lo conozco".
Habló también de su primera visita a la comisaría 35º a comienzos de 2016, hecha a pedido de su superior, Guillermo Calviño, jefe interino de la Policía de la Ciudad en el año del traspaso. "Calviño me pidió que lo acompañe. Fuimos en marzo o abril, a principios de la gestión. Había como cien personas y se discutieron temas de interés del barrio, más paradas, más recorridos. Yo me acuerdo que me enfrasqué en un tema de drogas. Una señora quería denunciar y le dije que denunciemos. Traté de explicarle cómo debíamos realizar el trámite de la denuncia". Si se habló de negocios coimeados en ese encuentro, al menos no consta en la declaración de Potocar del jueves pasado.
En su imputación, Campagnoli afirmó que la Asociación de Amigos de la 35º, una red de apoyo vecinal, fue usada como frente para lavar dinero del ilícito que se le atribuye a Potocar. El comisario mismo aseguró que fue él quien la deshizo, una decisión que abarcó a las asociaciones de las 54 comisarías porteñas. "Se terminaron el año pasado, se hizo una resolución y se mandaron las notificaciones a todas las asociaciones civiles. Yo no las quería porque no quería que los vecinos aportaran dinero para mantener gastos de aquellas. Creo que terminamos en noviembre del 2016 dándolas de baja".
El subcomisario Kovacevich, en su declaración ante Campagnoli que incriminó a Potocar, aseguró que el jefe policial lo amedrentó en una reunión privada. Potocar admitió que existió esa reunión, aseguró que allí Kovacevich le pidió pasar de vuelta a la PFA, pero que no lo amedrentó y ofreció un testigo para desmentirlo, un efectivo que estaba en el box contiguo a la charla.
Las palabras más fuertes del comisario fueron para el prófugo Villareal: "Tengo mucha bronca por lo que vi, es un hijo de puta que nos cagó la vida a todos. Por ese motivo no me extraña que Villareal manejara la caja y el servicio a su conveniencia… Nunca tuve trato con Villareal por fuera de la Policía Federal. No soy amigo. Para mí era buen policía porque lo veía subir a los móviles y recorrer las calles… Todos los miércoles me reunía con los comisarios inspectores de las circunscripciones, y ellos me pedían cosas. Cuando le preguntaba a Aveni por la comisaría 35º me decía que estaba todo en orden".
Este jueves es un día crítico para el comisario: la Sala VII de la Cámara de Casación porteña, que le concedió la excarcelación la semana pasada al subcomisario Stefanetti, tratará la excarcelación de Potocar en una audiencia que ocurrirá poco antes del mediodía.