Acaba de debutar como director con El peso de la ley, un caso real ocurrido en los años 80 que pone en evidencia todos los vicios del Poder Judicial. Durante la charla se emociona y se quiebra al contar lo que implica para él estrenar su ópera prima: "Me cuesta hablar sin llorar de la película, un síntoma de los ensayos, me conmueven muchas cosas de la historia. Es algo que como actor, si te pasa, es un buen signo, estás muy comprometido y eso va a hacer que la puedas contar".
El proceso requirió entrevistas con abogados, fiscales y jueces en pos de entender cómo funciona ese mundo: "Lo más fácil de vincularme sin ser abogado era la cuestión vocacional, que nos pasa a todos y descubríamos que el derecho resulta una profesión particularmente conflictiva, porque de todas las entrevistas que hicimos la primera pregunta era: '¿Por qué estudiaste Derecho?', y el 90% de la gente te decía: 'Era muy ingenuo'".
—Qué bueno tener la posibilidad de hacer lo que a uno le gusta y poder cumplir esos sueños, como dirigir.
—Es muy raro, sí. Siento muy seguido esa cuestión de decir: "Qué suerte que tengo". Ahora lo único que pienso es cómo voy a administrar mi tiempo, porque me gusta mucho escribir guiones, me gusta mucho actuar y ahora me gusta mucho dirigir. Me siento muy afortunado de haber podido hacerlo.
—Más allá del papel de entretener de la película, ¿hay una denuncia al sistema judicial?
—Cuento un estado de cosas en el sistema judicial, la película reduce el problema a cómo cada cual en su mundo forma parte de un engranaje. Cuestiona cosas del Poder Judicial, pero de las personas que trabajan ahí y también es bastante piadosa. Hay un montón de elementos, de un juez a un secretario, y ves cómo viajan los expedientes. Están ocupados en otra cosa y no se dan cuenta cómo ese engranaje funciona y cómo pagan el precio dos personas en un pueblo. Escribía el guion con un abogado para el cual eran muy obvias un montón de cosas y yo tenía la ingenuidad que tenemos todos. Él me dijo: "La justicia no existe, existe lo que se puede probar".
—Te gustó la frase y la usaste.
—Hay mucho de eso. Alguien dijo: "Ese pelotudo va a ir preso por portación de abogado", para él era muy obvio y yo empecé a sentir que teníamos todos una visión de la Justicia más idealizada de lo que es. Es gente que trabaja ahí en la Justicia y que puede hacer, como le dice el personaje de Paola [Barrientos] al de [María] Onetto: "¿Usted le hizo esto a la Justicia o la Justicia le hizo esto a usted?". Hay un lugar donde vos sentís: ¿Es la gente la que hace esto con el sistema judicial o es el sistema judicial el que los pone así, los va deteriorando en relación con su vocación?
Depende de dónde naciste tenés más o menos derechos
—Qué abogado te toca tiene que ver con la desigualdad. ¿Es igual la Justicia para todos en Argentina?
—Es un estado de cosas de la Justicia de siempre, porque estamos hablando de un caso de los 80. Una de las cosas que nos planteábamos desde el inicio era qué cosas siguen vigentes de este caso y cuáles no, y encontrábamos que todas estaban vigentes. Es la misma situación hoy, que depende de tu posición social vas a tener un abogado o no; o el abogado va a tener ochenta mil casos o se va a dedicar al tuyo. Es algo que pasa en el mundo. Depende de los contactos que tengas y en las esferas que vos te muevas en todos los escalafones, si tiene un choque alguien de clase baja y tiene un choque un nene rico, seguramente un llamado y ya por ahí ni siquiera hay causa.
—¿Es únicamente el sistema judicial o hay algo del lugar en el que nacimos que determina qué vamos a ser?
—Tus circunstancias rigen mucho tus derechos, eso es lo que es injusto, pero es así en todo el mundo. El tema es si lo vemos y si hay cosas que se pueden hacer para que no sea tan así. Las leyes las inventó el ser humano por una razón y son defectuosas, se pueden mejorar, pero hay algo que uno ve. Esto en el sistema judicial o en la educación es lo mismo, depende de dónde naciste tenés más o menos derechos. Mucho de lo que me pasa hoy tiene que ver con mi formación y yo fui a la escuela pública. Lo más doloroso es cuando sentís que hay gente que ni siquiera sabe que podría tener ese derecho. No creo que en Suiza la situación entre alguien de mucha plata que comete un delito y alguien muy pobre que comete un delito sea tan distinta, creo que es un problema de las sociedades y qué importancia se les da a esas cosas. Yo viví en Estados Unidos, vos ves pobres y es Estados Unidos, no son las películas, hay una realidad ahí.
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—¿Qué opinión tenés respecto de lo que está pasando con la educación?
—Viene desde el menemismo el problema en relación con la educación. Lo que a mí me preocupa es la estigmatización de los sindicatos. Me parece que algo de eso quedó en evidencia con: "Salieron todos a la calle". No, no es eso, te estamos diciendo que no va a haber un mango.
—¿No considerás que sea un intento de desestabilizar al Gobierno?
—Me parece que no podés, tanta gente no se pone de acuerdo. Mi vieja era docente, no vive, pero entiendo perfectamente qué es lo que le hubiera pasado escuchando que no hay paritaria. Es muy simple.
—Hace un tiempo salió una nota tuya titulada: "Fernán Mirás más kirchnerista que nunca". ¿Estás más kirchnerista que nunca?
—No sé si estoy más o menos kirchnerista, sigo pensando lo que pensaba y hay otro gobierno en la Casa Rosada. No estoy sorprendido de las decisiones, sobre todo en política económica, de este Gobierno y es una decisión de la mayoría. No sé si estoy más o menos kirchnerista, tampoco sé si soy kirchnerista, siempre sentí que hay gente que es kirchnerista en más de un sentido. No tengo ningún problema en que me digan que soy kirchnerista. Si hay algo que me resulta muy positivo del kirchnerismo, es la vuelta de la discusión política, estamos poco acostumbrados, algo de eso pasa. Estamos poco habituados a tener un amigo que piense muy distinto y discutir de política y punto.
—¿Tenés amigos que piensen distinto?
—De todos los colores. No sólo eso sino que te diría que en los doce años lo que me pasó fue que descubrí mucho más lo que pensaba políticamente la gente y me resultó muy interesante. Revalorizar la política hizo mucho a la gente repensar el país, repensar la política. Durante el menemismo, recuerdo haber nacido en mi juventud a la vida social sintiendo que nada se podía cambiar. No había ninguna discusión porque no se discutía política ni en los programas. Durante ese tiempo sentías que no había nada que podías hacer, si vos estás discutiendo en un bar sin llegar a las manos, lo que va a pasar es que, cuando votes, vas a sentir… Tengo amigos que han votado a [Mauricio] Macri que sintieron que para ellos fue un gran placer cívico sentir que tenían una ideología y que las unían y que podían ir y votar.
—¿Te permitís igual desde ese lugar poder hacer críticas a los doce años del kirchnerismo?
—Y sí, forma parte de la política. Es muy difícil estar en el gobierno, ahora también se nota y supongo que el kirchnerismo también tiene sus autocríticas.
—¿Yendo a lo contrario, al Gobierno actual, le encontrás alguna medida positiva?
—No. Me cuesta porque no coincido en nada. Entiendo su ideología y entiendo sus decisiones. Tengo la sensación de que gobiernan para un grupo, pertenecen a ese grupo y están de acuerdo en que sea así. Y es una ideología. Tengo amigos que piensan así, lo puedo hablar con ellos y me dicen: "El Estado no se tiene que meter", "Nosotros pertenecemos, el que no pertenece no pertenece". Yo entiendo esa ideología, me cuesta mucho coincidir con algo, porque tiendo a pensar que el Estado puede ayudar a más gente. Sobre todo porque no tenés otra manera, no tenés a nadie que te defienda si no es el Estado.
Tiendo a pensar que el Estado puede ayudar a más gente
—¿Quienes apoyaron durante doce años y cuando cambió el gobierno se llamaron a silencio te enojaron?
—No. No sé si muchos se llamaron a silencio. La sensación que tengo es que no tienen voz. No creo que el Gobierno se escondió abajo de la alfombra, yo creo que el Gobierno anterior no tiene micrófono, yo soy kirchnerista y no lo puedo escuchar en ningún lado. Hay una decisión ahí del macrismo. Es muy simple, si sos kirchnerista, lo ves muy claro porque no hay manera. Si hay alguien del Gobierno anterior hablando en algún programa, digo: "Dejame escuchar porque es el único que va a tener voz".
—A Cristina todos quisiéramos entrevistarla cuando ella quiera y no se presta.
—Bueno, no sé en el caso de Cristina, te hablo en general de todo. Desde que el menemismo salió del poder yo sigo escuchando a [Domingo] Cavallo opinando, es bastante difícil de soportar escuchar a Cavallo opinando. Lo que sentí apenas asumió Macri es que el kirchnerismo había desaparecido de todos lados. No creo que ellos hubieran estado no queriendo defender una postura.
—Fuiste a Comodoro Py. ¿Qué sentis si imaginás a Cristina presa?
—Hasta acá lo que me parece es que hay una lluvia de causas y cuando se está más cerca o avanza la causa, empiezan a desaparecer. Estoy dispuesto a descubrir si la Justicia decide que esas causas van a algún lado, pero mientras voy viendo.
—Volviendo al actor. ¿Qué político de la actualidad te parece un lindo personaje para interpretar?
—No me pasa así con un político de decir: "Qué lindo personaje para hacer". Por ahí me pasa con alguna personalidad extraña de los medios, Jacobo Winograd sería muy divertido hacerlo.
—¿Sabe él? ¿Le dijiste?
—Seguramente ahora me hable durante varios años de cuándo voy a hacer la película sobre su vida. Jacobo feroz se va a llamar (risas).
—¿Si hablamos en cinco años, cómo te voy a encontrar? ¿Con otra película dirigida?
—Ojalá, también me gusta mucho actuar, así que espero seguir actuando. Con los chicos más grandes. De ahora en más lo único que pienso es cómo puedo hacer la segunda.
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Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario