En los últimos días comenzó a circular un fuerte rumor en el ambiente financiero y empresarial local. Empresarios que visitaron al papa Francisco en Roma se enteraron la noticia de la boca del propio pontífice: la posibilidad de que un empresario argentino sea declarado santo por el sumo pontífice tuvo un avance en Roma. "Si eso ocurre los argentinos tendremos el primer empresario santo del mundo", comentó un dirigente de una asociación empresarial de la Argentina en una reciente reunión ante unos 50 hombres de negocios que lo escuchaban.
A principios de 2017, la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano presentó al Consejo de Cardenales una positio para que, tras una evaluación final, sea declarado venerable Enrique Ernesto Shaw. Shaw es considerado ya "Siervo de Dios", es el primer grado otorgado a una persona candidata a ser "venerable"; el camino sigue con la beatificación y, por último, la canonización.
En marzo de 2015, la Congregación decretó la validez jurídica de la investigación diocesana de la causa de beatificación de Shaw. A parir de ese momento se comenzó elaborar la positio, un conjunto de documentos que fue presentado ante una comisión de teólogos para que, si se confirman las virtudes heroicas, el Papa declare "venerable" a este empresario. Ese mismo año, el Papa Francisco aseguró que Shaw "era rico, pero era santo" porque "administraba bien el dinero. No con paternalismo, sino haciendo crecer a los que necesitaban su ayuda".
Enrique Shaw, nacido en París el 26 de febrero de 1921 y fallecido en Buenos Aires el 27 de agosto de 1962 a los 41 años, podría resultar el primer empresario del mundo en ser declarado beato. La biografía conocida muestra una persona profundamente comprometida en la defensa de los derechos de los obreros y en el difícil intento de conjugar empresa y valores cristianos.
Shaw era hijo de Alejandro Shaw, de ascendencia escocesa-alemana y uno de los dueños de Villa Gesell y Pinamar, y de Sara Tornquist Altgelt, de ascendencia alemana, quienes confiaron su formación religiosa a un sacerdote de la congregación de los sacramentinos. Estudió en el Colegio La Salle Buenos Aires, donde fue un alumno sobresaliente. Era miembro de la Congregación Mariana.
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La historia para su beatificación comenzó en 1967, cuando el sacerdote paulino Francisco Rotger comenzó a recoger información para la eventual apertura de la causa pero falleció al poco tiempo y la causa entró en un compás de espera hasta que en 1996, en el futuro cardenal Jorge Mejía pidió a la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa, fundada por Shaw, que la promoviera.
Tras años después, el entonces arzobispo de Buenos Aires, el cardenal Jorge Bergoglio, dio el visto bueno para echar a andar el proceso y pidió el nihil obstat -la ausencia de objeciones- a la Congregación para las Causas de los Santos en Roma.
Luego de varios pasos, en enero de 2015 el Vaticano decretó "la validez jurídica de la Fase Diocesana de la Causa de Beatificación y Canonización del Siervo de Dios Enrique Shaw, sin ninguna corrección o pedido de ampliación de la documentación enviada por el Arzobispado de Buenos Aires", y a comienzos de 2017 se presentó al Consejo de Cardenales el trabajo terminado para su evaluación final.
Shaw fue un laico, marino y empresario argentino, quien contrajo matrimonio con Cecilia Bunge, con quien tuvieron 9 hijos y por su vida ejemplar, la Iglesia aceptó que se inicie su proceso de canonización. Desde el 2001 es considerado Siervo de Dios. Promovió e impulsó el crecimiento humano de sus trabajadores inspirándose en la Doctrina Social de la Iglesia, fundó la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), entidad que forma parte de la Unión Internacional Cristiana de Dirigentes de Empresa (UNIAPAC), y escribió numerosos libros.