Arnaldo André: "El paraguayo que viene a trabajar va a ser bien recibido, pero aquel que tiene malos antecedentes, ¿qué puede aportar a la Argentina?"

El protagonista de “Mis noches sin ti”, que llegó al país desde Paraguay a los 5 años, demostró ante Infobae su apoyo a la restricción del ingreso de inmigrantes con antecedentes penales. Además, analizó la televisión actual y planteó: “La realidad es tan dura que es difícil que la ficción compita”

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Conocedor como pocos de las telenovelas y el amor en televisión, el protagonista de clásicos como Amo y señor compartió su mirada de la televisión actual y analizó cómo esas novelas en las que daba cachetazos podrían convertirse en una forma de ayudar a combatir la violencia de género: "Encendés el televisor y prácticamente todos los días hay una noticia que tiene que ver con una mujer maltratada, golpeada. No estaría mal hacer una novela donde veamos cómo vive esa mujer al lado de un hombre golpeador. Enseñemos a través de la ficción qué debe hacer esa mujer. Sería muy interesante que pudiéramos usar la ficción para eso, además del cartelito que dice adónde llamar".

—Con otro enfoque, porque las clásicas donde les dabas un cachetazo sería imposible.

—No, sería imposible. En aquel momento tampoco éramos muy conscientes, lo tomábamos con humor. La mujer se prestaba, el hombre también. No éramos muy conscientes de lo que pasaba. Hoy observamos y decimos: "Mirá dónde hemos llegado". Un ejemplo, cuando siento que alguien está fumando a mi lado o entro a un lugar donde hay olor a tabaco, me molesta y antes no me molestaba. Hasta que no me concientizaron sobre el daño que produce al fumador pasivo, estaba todo bien, nadie decía nada. Con las cachetadas de la televisión estaba todo bien, nadie decía nada. Gracias a Dios ha evolucionado tanto la sociedad que hoy somos conscientes de muchas cosas que no debemos hacer, que no debemos permitir que se hagan.

—¿Te gusta la tele que tenemos?

—Resalto un talento increíble de parte de los intérpretes, de los directores, y no sé qué pensar de los autores que escriben la ficción. No sé si escriben con base en directivas o escriben pensando, sintiendo, que esa es parte de su creatividad. Hay autores muy buenos, pero creo que el enfoque que les dan a sus historias tiene poco atractivo. Como ejemplo basta con ver las novelas extranjeras, que tienen tanto éxito. ¿Por qué pasa eso con las novelas extranjeras habiendo acá tanto talento? No lo entiendo.

—¿Falta amor en la Argentina?

—Nuestras novelas funcionaban, las mías y las que no eran mías, funcionaban porque se contaba una historia de amor. Era un amor que durante meses y meses era imposible.

—Esperábamos tantos capítulos para un beso.

—Claro, eso es lo que pasaba. Esa intriga que creaban los autores de esa pareja que se encontraba y finalmente no se podía encontrar, había impedimentos, la familia, la sociedad, el estrato social de cada uno de ellos, hasta que finalmente se daba. Es un cuento de hadas de nunca acabar. Lo que faltan son historias de amor. Eso lo hacía mucho, y de ahí su éxito, Alberto Migré.

La realidad es tan dura que es difícil que la ficción compita

—Ahora todo está colmado de actualidad.

—Ese es otro tema. La gran historia está en los noticieros. La historia de cada día, pero la historia violenta. Salí de casa hoy y me entero que acá nomás hay una zona donde no pueden transitar las mujeres porque las atacan, y estamos hablando de Palermo. La realidad es tan dura que es difícil que la ficción compita.

—Vimos a López, los bolsos, las monjas. No sé si a un autor se le ocurre semejante cosa.

—No creo, eso realmente superó a todos.

—Hace exactamente dos años nosotros charlábamos y me decías que estabas sumamente preocupado por la inseguridad y la inflación, siguen vigentes ambos temas.

—Sí, no se ha logrado todavía solucionar esos problemas. No sé qué es más preocupante, pero yo creo que hoy día nos preocupan más la inseguridad, el salir a la calle y no tener esa tranquilidad de saber que uno es libre, de pararte acá, de sentarte acá. A veces veo a mis amigas que vamos a tomar un café y yo estoy relajado porque no tengo nada en la mano pero a ellas las veo con su bolso agarrado. ¿En qué país vivimos, cómo puede ser? Lamentablemente es una deuda que tienen los gobiernos, este, el anterior, para con los ciudadanos. En cuanto a la inflación, tengo fe de que todo va a llegar… se va a tranquilizar y que de pronto nuestro dinero tenga un poco más de valor y podamos ir al supermercado, a comer, pasear, lo que sea, que nos rinda más el dinero.

Desde que vivo en este país nunca nadie me dijo: “Ah, vos sos extranjero, no podés trabajar”

Mis Noches sin ti incorpora, aunque no como tema principal, la temática de la inmigración, que es una cuestión muy actual. ¿Qué te pasa a vos con tus propios orígenes cuando en la Argentina estamos discutiendo estos temas?

—Yo separo muy bien las puertas abiertas a que esas puertas sean mal utilizadas y pueda ingresar cualquiera. Llegué con mi familia teniendo 5 años, luego nos fuimos y a los 17 años me vine para hacer mi carrera. Vivo en este país y nunca nadie me dijo: "Ah, vos sos extranjero, no podés trabajar", nunca jamás, jamás. Lo he comentado mucho cuando he ido a otros países latinoamericanos que por ahí a la prensa no le gustaba mucho que actores extranjeros fueran a ocupar lugares de otros actores, me pasó en Venezuela. Yo decía: "Vengo de un país donde yo soy extranjero pero a mí nunca nadie me ha preguntado por qué. Nunca me ha exigido ni siquiera nacionalizarme. Me ha dado la libertad que se le da a cualquier ciudadano en el país". Este es un país de inmigrantes, ¿pero qué pasa? No me parece mal que haya un control, ver qué personas estamos recibiendo. Lo hacen muchos países. Cuidar un poco nuestras fronteras. Mis conciudadanos, el paraguayo digno, el paraguayo que tiene ganas de venir y trabajar, estudiar, hacerse de una profesión, ese paraguayo siempre va a ser bien recibido, va a tener las puertas abiertas. Ahora, aquel que tiene malos antecedentes, ¿qué puede aportar a la Argentina? No está mal que nos cuidemos. Paraguay debería hacer lo mismo, cuidar sus fronteras. También es cierto que hay muchos ciudadanos argentinos no tan santos que van a Paraguay y delinquen también, delinquen.

—¿Cómo está el corazón de Arnaldo André?

—Como nunca, maravilloso.

—¿Enamorado?

—No, porque estoy en paz, que es mejor. Hay momentos, el amor se conforma por pequeños grandes momentos. Uno no puede garantizar su continuidad, su duración, pero hay que vivirlo a pleno. Cuando el amor te hace sufrir, es cuando uno dice: "Pará, ¿para qué?". Y en este momento como nadie me hace sufrir estoy solo y muy en paz. Disfruto un poco de la vida, de observar más.

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—¿Sufriste mucho por amor?

—No, mucho no, pero uno ha sufrido.

—Porque en las novelas has hecho sufrir…

—¿Y yo no he sufrido en las novelas? Me acusan de golpeador en las novelas, de tipo egoísta que hace sufrir a los demás y él no sufre, no, no, seamos justos, yo también he sufrido (risas).

—¿Qué no te vamos a ver haciendo profesionalmente de ninguna manera?

—No haría nada de lo cual no estuviese convencido. Me tengo que divertir. Y no significa que solamente tenga que hacer comedia. Me tengo que sentir a gusto, me tengo que levantar a la mañana y sentirme con esas fuerzas y salir con mi libreto en la mano, llegar al estudio, con mi humor de siempre, le agradezco a Dios el humor que tengo, contagio mi humor y empezamos a trabajar. Algo que me haga feliz lo voy a hacer. Mientras no ocurra eso, no tengo necesidad de hacerlo.

—¿Qué preferís que digan tus compañeros de vos, que sos un gran profesional o que sos un gran tipo?

—Tengo la suerte de que dicen las dos cosas, dicen eso de mí. Por eso a veces cuando por ahí alguien no públicamente pero ha tenido algún conflicto, gracias a Dios muy pocos, judiciales, me trataron de mal tipo. ¿Cómo me podés tratar a mí de mal tipo? Primero, que no lo soy y segundo, que mucha gente no llega a decir de mí: "Qué buen actor que es", dicen: "Qué buen tipo que es y qué profesional". Estoy muy orgulloso de todo lo que he hecho de mi profesión y de mi condición humana.

Agradecimiento: Paula Balmayor, producción de vestuario; Sofía Diez, peinado y maquillaje

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