Mercedes Morán: "Admiré a Cristina pero nadie puede apoyar ningún tipo de corrupción"

La reconocida actriz, quien estrena por estos días la aclamada película “Neruda”, habló con Infobae sobre su “fascinante” personaje en la película, el feminismo y política local.

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A días del estreno de Neruda, su protagonista cuenta que más allá de la excelente recepción internacional, la llegada del filme a la Argentina la pone nerviosa: “Aunque te haya ido maravillosamente, tu lugar es especial. Espero que guste y que de alguna manera les pase lo que me pasó a mí con este Neruda, que se me reveló mucho más interesante que el que conocíamos, el poeta romántico o el poeta comprometido políticamente. Acá aparece un artista de una dimensión mucho más grande”.

Delia, su personaje, fue la segunda mujer del escritor: "No la conocía y me fascinó. Intenté hacerle justicia, visibilizarla, darle la importancia que tuvo. Era una aristócrata argentina, artista, pintora, relacionada con toda esa élite, amiga personal de [Pablo] Picasso, [Federico] García Lorca. Lo conecta a Neruda con ellos, lo financia, lo ayuda con su trabajo literario poético. Y se enamora perdida e incondicionalmente, entrega todo por él".

—¿Mercedes se enamora así también?

—Yo no sé si perdono todo como ella. Me enamoro profundamente y estoy dispuesta a empezar de cero cada vez que me enamoro, pero no sé si soy tan maternal. Delia no tenía hijos, la maternidad es una experiencia que te cambia, yo empecé a discriminar. El amor incondicional es sólo para ellos, dejó de ser para los hombres o hasta para los amigos. A mí no me queda resto para seguir incondicional con él.

—¿Qué pasa con los personajes cuando se termina un proyecto?

—A mí me pasa algo muy lindo, quedan en algún lugar, como una especie de parientes que recuerdo en momentos inesperados. Habitan en algún lugar muy lindo, muy profundo. Cada personaje es un viaje que hacés que siempre te revela algún aspecto tuyo que no sabías que existía. Lo lindo de actuar es que cuando interpretás un personaje, tenés que entender por qué hace lo que hace sin juzgarlo. Es un ejercicio fantástico como persona el ponerse en el lugar del otro, el comprender los porqué, y cada personaje que habitás de alguna manera te modifica.

—Con tu unipersonal Ay, amor divino no estás detrás de un personaje, estás más expuesta, ¿cómo fue eso?

—Quiso ser un proyecto práctico y funcional y terminó siendo un viaje súper profundo y maravilloso. Ahora me doy cuenta de que lo que me movió hacerlo fue correr ese límite, esa zona de comodidad que tenía interpretando. Estar en el escenario desde mí, sin la protección que me brinda un personaje y poder mantener una relajación y una comodidad que nunca había podido sentir. Esos momentos en los que salís a saludar y dejás el personaje y la que empieza a saludar es la actriz siempre los hago apurada y rápido, porque me cuesta estar en el escenario si no estoy protegida por un ropaje. Cada vez que uno corre un límite es muy enriquecedor, tengo ganas de seguir haciéndolo, me resulta muy sanador.

—¿Es verdad que cuando te enamoraste por primera vez sentías que traicionabas a Dios profundamente?

—Y sí, claro. Tenía 6 años, me enamoré de mi hermano que era un adolescente y el amor a Dios en el que fui educada por una madre súper católica… Yo era una chiquita enormemente mística, había ahí una contradicción entre el amor a Dios, el amor a un hombre, el pecado, la penitencia y el castigo, fue la primera vez que experimenté todas esas sensaciones.

—¿Hoy cómo está ese vínculo con Dios?

—Bien. En el espectáculo digo: "Fui católica, después me hice atea, después fui agnóstica, después me inicié en el budismo y ahora soy devota de la virgen de Guadalupe y hago meditación trascendental". Soy mujer, soy contradictoria, amo mis contradicciones y me siento muy orgullosa de no ser la misma que fui a los 20. Me parece que la vida es eso, es cambio y estar abierta al cambio y con la cabeza abierta. Pero sí conservo intacto ese misticismo, ya corrido de cualquier tipo de religión. Por supuesto, creo que existe una energía que nos supera a todos, y espero fervorosamente que la muerte sea un paso que me lleve a encontrarme con todas las personas que quiero que ya han partido y a las que extraño mucho. Estoy convencida de que va a ser así.

Detesto ese folclore que dice que lo feminista es opuesto a lo femenino, el feminismo es un canto a lo femenino

—¿Fue más difícil el recorrido por ser mujer?

—Yo soy feminista, absolutamente, y creo en esa lucha, estoy muy lejos de pensar que está todo conseguido ni mucho menos. Todavía seguimos celebrando boludeces como "la colaboración de los hombres como padres" porque "me baña al nene una vez por semana" y esas cosas. Creo que nos queda un largo camino por recorrer. Me he negado sistemáticamente a muchas cosas que la cultura dicta o establece como comportamiento femenino. De hecho, en Ay, amor divino empiezo diciendo mi edad, lo cual está desaconsejado en general. Detesto ese folclore que dice que lo feminista es opuesto a lo femenino, el feminismo es un canto a lo femenino.

—En algún momento dijiste: "Mi deseo es que se entienda la cultura como una inversión, no como un gasto".

—A algunos les cuesta entenderlo, a otros no. Me gustaría estar en un momento de la discusión respecto a eso donde hay algunos países que han invertido mucho en cultura y que están en el debate de hasta dónde el tener todo el presupuesto y toda la cosa ganada y establecida y no tener que luchar por eso nos empequeñece creativamente. Lamentablemente estamos quince casilleros antes, porque todavía hay mucha gente que tiene el poder y que piensa que la inversión en cultura es un gasto no redituable y quiere manejar el país como si fuera una empresa.

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—Me queda claro qué quedó de la mamá súper católica. ¿Qué quedó del papá súper peronista?

—Yo me peleé con el peronismo siendo muy joven, pero lo que me quedó de mi padre peronista fue una conciencia social y una cosa muy clara respecto de percibir la felicidad personal como incompleta cuando no podemos registrar lo que nos rodea y no podemos ser sensibles a la gente que la está pasando mal aunque uno la esté pasando bien.

—Admiraste a Cristina [Kirchner] pero no tuviste problema en decir: "Si se prueban los actos de corrupción, a mí esto me parece terrible. Una cosa no justifica la otra".

—No, desde ya. Sí, admiré a Cristina por muchas cosas que hizo, admiré a [Raúl] Alfonsín por muchas cosas que hizo. Hay personas más allá de los partidos que han tomado decisiones que me han hecho sentir bien y las he apoyado. Es obvio que nadie puede apoyar ningún tipo de corrupción. Detesto la corrupción y el robo, no me importa el color del guante, no me importa si es negro o es blanco. No me gusta el robo ni la corrupción de nadie que esté en un puesto de poder.

—¿No podemos evitarla los argentinos?

—No creo que sea un problema argentino. La corrupción es un cáncer que hace metástasis donde hay poder y donde hay dinero, y poder y dinero hay en el mundo entero. La corrupción es hija de eso, no es una hija de una ideología, atraviesa cualquier ideología. Por supuesto, si vos descubrís que alguien en quien vos creías cometió o tuvo algún acto de corrupción, lo sentís más profundamente que aquel en el que no confiaste. Una persona con la que trabajás, en la que depositás confianza. Lo que pasa es que está difícil en este país y en cualquiera poder confiar no sólo en la clase política, en la Justicia, en todo. Está difícil.

—¿Qué te falta hacer?

—El desafío para mí es no perder el deseo. Eso es el gran desafío en la vida, en la profesión, en la gente que me rodea, con los trabajos que me esperan. Poder seguir sintiendo mucho entusiasmo, mucho deseo, muchas ganas, y que no me gane el sinsentido.

Me siento querida por Mirtha y le tengo aprecio, más allá de que cada vez que me invita voy con un miedo

La talentosa actriz participó de un ping pong en el que consideró a Marcelo Tinelli un "entretenedor fantástico", aunque aseguró que no participaría del programa porque no sabe bailar. Dijo estar muy agradecida con Adrián Suar, con quien realizó el 80% de sus trabajos en televisión con muchísima libertad y creatividad.

—¿Susana Giménez?

—Una conductora simpática, rubia, que hace muchos años que está con mucho éxito.

—¿Mirtha Legrand?

—Otra señora conductora también rubia que también está hace muchos años. Me siento querida por Mirtha y le tengo aprecio, más allá de que cada vez que me invita voy con un miedo… Pero siempre me ha tratado muy bien.

—¿[Diego] Maradona?

—Un ídolo, lo amo. Lo amo como Delia amaba a Neruda, incondicionalmente, no importa las cagadas que se mande. Gracias por todas las alegrías que nos dio siempre.

—¿El papa Francisco?

—Me encanta el papa Francisco. Creo que hubo dos hombres en ese hombre, uno fue [Jorge] Bergoglio y otro fue el Papa. A mí me encanta lo que está haciendo el Papa con su papado. Tuve oportunidad de conocerlo y me parece un hombre fascinante, que está teniendo unos gestos sorprendentes para bien para mi modo de pensar.

—¿Cristina?

—Una mujer que me hizo sentir feliz en muchos momentos de su mandato.

—¿[Mauricio] Macri?

—Un presidente al que yo no voté.

—¿Tus hijas?

—Ellas son mi mayor capital, mi mayor amor.

—¿Los nietos?

—Los nietos superaron todas las expectativas. Venía preparándome para ser abuela con una buena prensa del abuelazgo, pero los hijos de los hijos es un viaje tremendo, emocionante y muy divertido, exento de la pesada tarea de la crianza que uno tiene con los hijos. Y otra vez encontrarse con esa mirada de amor incondicional que sólo la viste en tus hijos cuando eran chicos y que te permite además apreciar a tus hijos, en mi caso a mis hijas, como madres, que es una experiencia genial.

—¿Mercedes Morán?

—Una mina copada me parece (risas). Me gustaría tener una mirada más piadosa conmigo, pero trabajo para conseguirla.

—Si hablamos en cinco años, ¿cómo te voy a encontrar?

—Si hablamos en cinco años, lo festejamos por estar en este planeta cinco años más. Ojalá pueda estar con el deseo vivo y con las ganas bien. Eso es lo único que pretendo para mí en todo lo que está por venir.

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