"La música es el sueño de toda mi vida, más que la actuación", cuenta en esta charla la actriz que se animó al rock de la mano de Oski Righi; luego se enamoraron y juntos formaron la banda La Rayada. Sin embargó, no abandonó a la actriz: "Seguiría actuando toda mi vida, es mentira que dejé de actuar, nunca dejé de actuar y nunca dejaré de actuar. Le debo mucho a la televisión".
—¿Cómo surgió el nombre de La Rayada para tu banda?
—Estaba leyendo Rayuela y en ese momento Oski empezaba a producir La Franela, una banda amiga, y estábamos con eso, la rayuela, la franela, la, la, la. En ese momento, me llama Adrián [Suar] para protagonizar Noche y día, le comento sobre la banda que todavía no tenía nombre, y él me dice "La Rayada". "No, pará, no soy yo solista, es banda". "No importa, La Rayada banda". Entonces se lo comento a Oski y me dice: "Perfecto, me gusta", y quedó.
—¿Cómo se llevan con la pareja y el trabajo juntos?
—Somos dos animales en potencia trabajando, animales en todo sentido, hay mucho fervor y mucha impulsividad por parte de ambos. Mucha ingenuidad por mi lado, mucha experiencia por su parte. Lo admiro muchísimo, porque venía escuchando desde los 21 años La Bersuit. Cuando una persona en común me comentó que él podría llegar a producir el disco, yo, feliz de la vida, y así empezó.
Tengo muchísimas ganas de hacer cine, pero volvería a la televisión en cualquier momento
—¿Tenés ganas de volver a la tele?
—Sí, siempre. Tengo muchísimas ganas de hacer cine, pero volvería a la televisión en cualquier momento, no hay ningún problema con eso, pero sí tengo muchísimas ganas de hacer cine.
—¿Es verdad que casi no mirás tele por estar dedicada a la música?
—Miro poca tele, sobre todo porque Oski mira poca tele, eso me llevó a mí al mismo tiempo a mirar poca tele. Miro más bien programas periodísticos. Siempre hago zapping, porque me gusta ver en qué anda la televisión, no es que no veo tele, veo tele porque es el lugar en el que también trabajo. Me gusta ver el trabajo de mis compañeros. Estoy viendo Intratables, por ejemplo, noticieros voy pivoteando siempre en todos.
—Te gusta estar muy informada.
—No sé si muy informada, hasta donde empieza la psicosis, ahí apago la computadora o apago la televisión. Donde empieza el griterío, la falta de respeto o el morbo sobre el morbo mismo, porque es lo que vende, ahí ya me desligo, no me interesa para nada.
—¿Como actriz qué te genera el fenómeno de las novelas extranjeras?
—Nos tocó pagar lo que seguramente en Israel les tocó comprar a ellos. En Israel en un momento consumían muchísimas telenovelas argentinas o Europa del este. Ahora nos tocó a nosotros y me parece bien. Obviamente, quita lugar a proyectos propios y trabajo para nosotros. También creo que está bien, la gente tiene para elegir. También puede no ver canales de aire, ver canales de cable o ver otras empresas que uno contrata y ve series o leer un libro, que es muy bueno.
—Hay un textual tuyo que dice: "Me corrí de la mujer objeto".
—Dije algo parecido, pero no exactamente eso. Mi papá, antes de que fallezca, me decía: "Romina, no te pelees con tu parte linda, de mujer linda, con tu parte sexy". Yo en ese momento no lo entendía. Me acuerdo que estaba terminando Soy gitano, donde, con poca experiencia, y no por eso estuviese mal, he hecho muchas fotos o muchas tapas de revista en ropa interior o mostrando siempre más la carne en el asador de lo que tendría que mostrar. Ahí entendí lo que me quería decir mi padre; siempre es más interesante una mujer cuando no pone toda la carne al asador, tenía razón, es más interesante. Uno quizás lo aprende más de grande. Y si tiene ganas de mostrarlo y poner toda la carne en el asador, bienvenido sea, no está bien ni está mal.
Hoy la mujer es dueña de sí misma y de hacer lo que quiere
—¿Es muy difícil para las mujeres?
—Yo creo que es difícil si uno tiene ganas de seguir poniéndose en el lugar para que siga siéndole difícil a una. Me enojo mucho cuando chicas de mi generación siguen buscando al hombre de apellido o al hombre con bolsillo para seguir siendo las chicas mantenidas de alguien. Hoy, hablo de Occidente, donde tenemos más posibilidades, la mujer puede acceder a estudiar, a tener una carrera, a ser madre, separarse, tener tres maridos, dos hijos, o ser madre soltera, como quiera. Hoy la mujer es dueña de sí misma y de hacer lo que quiere, tiene más posibilidades de elegir. A veces hablo con chicas de mi generación y veo que están esperando todavía, como en la época de mi abuela, conocer al hombre con alguna profesión y ella quedarse en su casa y mantener a sus hijos. No está mal porque hay muchas mujeres a las que les gusta ser madres, quedarse en su casa y educar a sus hijos, pero también hay muchas que están esperando ese lugar por un tema de comodidad, de tener el futuro asegurado; eso me da pena de la mujer. Como me da pena de la mujer que dice: "Como este no lo puedo agarrar, lo agarro con dos hijos, le meto dos hijos y ya". Con esa creencia muy mediocre piensan que lo van a tener a su lado. Eso me da un poco de pena de la mujer.
—No podrías haber sido botinera, por ejemplo.
—No sé, quizás sí, una tiene tiempo de arrepentirse. A veces te encontrás en lugares donde en la vida decís: "Mirá, yo pensaba tal cosa y terminé haciendo lo otro". Por el momento estoy muy bien, me mantengo yo, toda la vida me mantuve, y siempre trabajé desde que terminé la secundaria, feliz.
—Se dio un debate respecto a la Cola Reef y los concursos de belleza. ¿Es cosificar a la mujer?
—Eso pasó desde los siglos de los siglos amén. La mujer es hoy la que decide. Cuando escuché a una de las personas de Reef diciendo que estaba tan a flor de piel el tema de la violencia de género y todo esto y que pretendían retomar que el surf es el surf, más allá de la cola de la mujer, me parece perfecto, gracias. Si querés lo podés seguir haciendo, a mí no me ofende. Pero la mujer es la responsable ahí, también el hombre que apoya eso. Hay muchos hombres que veo que están hablando de la violencia a la mujer, pero son los primeros en decir: "Callate". No necesito la Cola Reef o cualquier desfile de moda para que me digan si es más violento, menos violento; que a mí me digan que tengo que ser flaca o gorda y tengo que volverme bulímica o anoréxica porque eso está de moda. Me parece que sí hay que tomar conciencia. Hay que tomar conciencia desde las casas de ropa, desde las publicidades de crema y de shampoo, desde todas las cosas. Me parece bien que se cuestione, no sé si que se prohíba, cuanto más se prohíbe más cosas, se hacen en lo oculto. En todo tipo de cosas me refiero, no sólo en la belleza. Pero tiene que ver mucho con la mujer y sí, hay mujeres a las que les gusta mostrar la cola, hay mujeres a las que les gusta ir a concursos a bailar, a estar casi desnudas y bailando. Uno también ve muchos programas de afuera donde, si bien no están tan desnudas como acá, sí sugiriendo, hacen una coreografía tremenda y uno puntualiza más en la coreografía que en la cola. Lo que pasa es que la mirada quizás de los argentinos o del Occidente frente al cuerpo de la mujer es distinta.
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—¿El rock es machista?
— No sé si es machista o no, trato de no puntualizar en eso por más que haya una cultura o haya una historia. Me parece que es más difícil la actriz que se pone a cantar rock. Cuando me paro ahí, creo que tengo los mismos cojones que el de al lado tocando la guitarra, no me intimida absolutamente para nada.
—¿Y con la actriz hay un prejuicio?
—Pero lo mismo sucede con la modelo que se hace actriz. Me parece que es la misma voltereta. Yo no soy prejuiciosa, no me molesta que la modelo quiera hacer un camino de actriz y que quiera crecer, hacer algo distinto, aunque no quiera crecer y hacer algo distinto, no me importa. Los argentinos somos muy de catapultar, como que no lo permitimos: "Si vos sos conductora, yo no te permito que seas actriz".
—¿Cómo te llevás con los excesos?
—Me los permito. Como mi personalidad es de una punta a la otra, soy muy exagerada, muy impulsiva, me molestan los grises. Soy tan estructurada como no, como rompo todas las estructuras también, entonces me paso de un bando al otro todo el tiempo. Suelo aburrirme rápido de mí y de todo.
—Pero te llevás bien con vos.
—Sí, a veces sí y a veces no, pero eso me gusta, me aviva el fuego. Por eso creo que elegí el camino de la actuación.
—¿Por dónde pasan los excesos hoy?
—Por todos lados. Son momentos de la vida. Cuando uno transita la muerte, pasás por un momento; cuando transitás por un momento de exceso de trabajo, también es un exceso. Podés pasar por el momento de una mala alimentación. Cuando a veces pasás por una relación muy intensa, estás totalmente sobrepasada de eso.
—Contaste que tuviste ataques de pánico, ¿cómo estás hoy?
—Bien.
—¿No volvieron?
—Una vez me dijeron: "Los ataques de pánico, cuando uno los transita, nunca se vuelven a ir", no me asusta eso. Cuando falleció papá, hace tres años, antes incluso de hacer Noche y día, por eso dejé, era fanático de jazz, daba conferencias de jazz, decía: "Si vos no cantás como Ella Fitzgerald o Sarah Vaughan, no cantes, Romina", y una que ama tanto a papá y sigue sus palabras… Papá fallece y a los tres meses yo me pongo a grabar el disco de La Rayada. Ya habiendo un año entero estando cerrada, encerrada; cuando hablaba de los excesos, estuve un año entero encerrada sin hacer televisión, haciendo más de cuarenta canciones, escribiendo, produciendo el disco. Antes de entrar, una semana, yo tenía pánico a cantar, toda mi vida tuve pánico a cantar como toda mi vida tuve ganas de cantar. Al segundo tema, me quedaba disfónica, no podía cantar con nadie, diez años estudiando canto y nada. Antes de entrar al estudio de grabación me quedo muda, literal, sin poder cantar ni una sola palabra. Antes de eso, lo que empecé a sentir, que fueron los primeros ataques de pánico, era que se te empiezan a endurecer los brazos, calambre en las piernas, mucha sudoración, y a mí se me daba por ataques de llanto excesivos, generalmente por las noches. Pasada la grabación del disco, arranco Noche y día, y ahí sucedió algo que me dolió muchísimo que no pude maniobrar, si bien hablaba con los autores, hablaba con Marcos Carnevale, hablaba con Suar, mismo con Facundo, veía que nadie me podía dar una mano al respecto; empezaron a escribir a mi personaje que su papá estaba muerto. Yo no lo podía creer. Cuando empecé a ver que en el guion mi papá moría y me llevaba a la iglesia otro papá que no era mi papá, ahí empecé a tener ataques de pánico más seguido, a las 3, 4 de la mañana, donde me encontraba llamando a Pol-Ka diciendo: "Hace 3 horas que estoy llamando, si yo entro a Pol-Ka a las 7, a las 5 dejé de llorar, tengo la cara hecha un sapo, no puedo ir a grabar". Y sucedía que cuando grababa esas escenas, al otro día claramente no podía ir a grabar. Entonces, al cuarto mes lo llamé a Adrián y le pedí por favor dejar la telenovela, no era yo la que iba a actuar, yo estaba en un estado como si estuviera muerta. No le rendía ni a la novela ni a Pol-Ka ni a Suar ni a mi compañero Facundo.
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—Otro textual tuyo dice: "Estuve un año sin sexo y me compré dos consoladores".
—Sí. Es que yo, cuando me enamoro, me enamoro. Yo te corto una relación y hasta que me enamore de otro te puedo estar un año sin tener sexo, me pasó dos veces estar dos años. Un año me separé de alguien que me dolió muchísimo, estuve un año sin tener sexo hasta que conocí a la próxima pareja. Después, por otra situación corté también con esa pareja y estuve también sin sexo. Soy de andar noviando. El consolador llegó porque llegó, porque está bueno experimentar, está bueno para cada una conocer su sexualidad y quien puede realmente lo garantizo, aunque se compre lo que tenga ganas de comprar o no se compre nada.
Un año me separé de alguien que me dolió muchísimo, estuve un año sin tener sexo hasta que conocí a la próxima pareja
—Dejando de lado los juguetes sexuales, dijiste: "El arte no va de la mano de lo político". ¿No te gustan los actores que muestran su militancia?
—A mí me da igual quien tenga ganas de mostrar su militancia, no me preocupa ni me incumbe ni pierdo tiempo en eso. Me parece que el arte no tiene nada que ver con la militancia. El arte está en una frontera mucho más allá de la política. Me parece que no se tiene que inmiscuir el arte con la política, no tiene nada que ver. No es militante el arte.
—¿Qué te falta?
—¿Qué me falta? Hoy, nada. Tengo salud, que eso es importante, tengo mucha gente que quiero todavía. Mi papá me sigue acompañando desde su lugar con mucha luz, está en el mejor lugar en el que puede estar, aparte de estar a mi lado, y la música, que es muy sanadora y el teatro también, que es maravilloso. Creo que descorchar el 2017 empezándolo con La momia, que es una comedia que me haga reír a mí y yo pueda hacer reír al público es lo mejor que me puede estar pasando.
La momia se presenta en el teatro Metropolitan Citi de jueves a domingo.