La increíble vida y la fortuna del “Cabezón del Pantano”, el presunto narco acusado de lavar millones en casinos

Claudio Pérez, defendido por el mismo abogado que Pérez Corradi, cayó por ser el jefe de una banda que controlaba la cocaína y el paco de un barrio pobre de Monte Grande. El extraño secuestro de su mujer, las tarjetas de un policía con dinero anotado y el curioso vínculo con la muerte de un transa

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Claudio Pérez, “El Cabezón”.
Claudio Pérez, “El Cabezón”.

Para ser un presunto capo narco, Claudio Alberto Pérez, "El Cabezón", no vivía una vida fabulosa, ni siquiera entretenida. Se la pasaba casi todos los días encerrado en su casa de Monte Grande, de dos plantas con una pileta de 25 metros de largo más trampolín, entre caniles con perros de raza. Petiso, con una gran cicatriz a lo largo de la panza y con tatuajes de dudosa calidad, Pérez apenas salía, por ejemplo, para que le colocasen implantes capilares para disimular su calvicie en una reconocida empresa.

Ir al cine estaba fuera de cuestión; meses atrás había sufrido un extraño intento de robo con asaltantes que saltaron a su jardín. Pérez, solía, por ejemplo, llamar a sus subalternos para que lo vigilasen mientras entraba a su casa a bordo de su auto cuando se abría la reja negra. Había cámaras de domo en toda la propiedad. Así su día, básicamente, pasaba en un sillón, con varios teléfonos en la mano: "El Cabezón" enviaba mensajes de texto a subalternos e intermediarios, en supuestos lenguajes en código algo graciosos. "Ruedas", "chorizos", "la cajita feliz", y "vení a inflar los globos" eran términos frecuentes.

Pérez, de 48 años, decía ser un monotributista y un exitoso comerciante de autos, a pesar de tener una sola cuenta bancaria a su nombre, virtualmente inactiva. La delegación Lomas de Zamora de la división Drogas Ilícitas de la Policía Bonaerense, que actuó bajo las directivas del Juzgado Federal Nº1 de Lomas de Zamora a cargo del doctor Patricio Santamarina y el secretario Augusto Peloso, dicen algo completamente distinto.

A comienzos de diciembre pasado, "El Cabezón" fue allanado en un operativo que lo detuvo a él y a otros 15 miembros de su presunta banda y sus mujeres: su hermano menor, Daniel y su mujer, Mariela Jara, alias "La Tuta". El allanamiento incluso llegó hasta su casa de Monte Grande, donde se le encontraron varias armas y medio kilo de cocaína adentro del tambor de un secarropas. La acusación en contra de Pérez: ser el jefe de la venta de droga de su barrio de origen, El Pantano, una zona carenciada también en Monte Grande llamada así por su facilidad para inundarse.

Los tatuajes y cicatrices del supuesto capo.
Los tatuajes y cicatrices del supuesto capo.

Le encontraron a su banda, por ejemplo, más de cuatro mil dosis de paco y cocaína, un producto que vendía a bajo precio gracias a su pésima calidad y su alto nivel de estiramiento. La lista de presos incluía presuntos lugartenientes, transas, sicarios, intermediarios y sus mujeres. Se cree que "El Cabezón" no se comunicaba directamente: su esposa, con un tatuaje que reza "Claudio te amo" en la espalda, retransmitía mensajes para confundir el rastro. Sin embargo, un celular incautado en su casa por la PFA contendría mensajes que lo vinculan directamente a uno de los detenidos. La temática de los mensajes sería, claramente, hablar de drogas y esquivar a la Policía.

Fuentes policiales apuntan que Pérez habría tenido su línea de provisión de pasta base en la villa Zavaleta, a un precio mayorista de 60 mil pesos el kilo: sus presuntos dealers se rotaban en turnos de largas horas en El Pantano para tener un total control de las esquinas de la zona. Una dosis de paco de 0,3 gramos podía costarle hasta 50 pesos a un adicto. Le encontraron autos de alta gama en un segundo domicilio; tenía once vehículos en total, incluido un prístino Chevy de colección.

La Unidad de Información Financiera investigó la ruta del dinero del "Cabezón" y entregó la información al juez. Sus tareas revelaron un presunto modus operandi muy curioso: Pérez y su mujer habrían pasado al menos 3,7 millones de pesos en los últimos dos años por diversas salas de juego. Fuentes judiciales apuntan que "El Cabezón" tenía el hábito de comprar una gran cantidad de fichas, jugar una pequeña parte y luego devolver las restantes. Así, convertiría dinero negro en dinero blanco.

Los amigos vivos y los enemigos muertos

El arresto de Pérez en diciembre no fue su primero. Ya había caído en 2013, también con acusaciones narco: terminó libre por un error de procedimiento. De vuelta al allanamiento a su casa de Monte Grande, hubo varias sorpresas además de perros y droga de baja pureza. Entre sus cajones se encontró una tarjeta de un efectivo jerárquico de la Policía Bonaerense, de acuerdo a investigadores del caso: en el reverso decía, simplemente, "100 mil pesos".

A fines de agosto pasado, Esteban Luna, un hombre oriundo también de Monte Grande, fue asesinado a tiros mientras llevaba a su hija al colegio Inti Huasi en Esteban Echeverría, a bordo de su Volkswagen Gol blanco. Antes de llegar al colegio, dos delincuentes que iban a bordo de una moto lo interceptaron y sin decirle nada le efectuaron varios disparos para huir sin robarle. Sin robo de por medio, parecía un obvio ajuste de cuentas. El hecho quedó a cargo del fiscal Juan José Vaello, titular de la UFI descentralizada en Esteban Echeverría, Departamento Judicial Lomas de Zamora. Quién tenía una cuenta para ajustar era el principal interrogante.

Pistola y pasta base encontradas en el operativo que lo detuvo.
Pistola y pasta base encontradas en el operativo que lo detuvo.

Además de la tarjeta personal, la Policía Bonaerense encontró otro papel muy curioso en casa de "El Cabezón": era un pequeño mapa que detallaba la casa de Luna y sus alrededores. "Gol modelo 2008" era una de sus frases. La hipótesis, para la Policía, es muy simple: Luna se habría atrevido a vender droga en El Pantano sin tributar a Pérez, lo que le garantizó la muerte.

De vuelta en casa del "Cabezón", la paranoia de armas y cámaras domo tiene algunos motivos firmes. En agosto de este año, varios medios como Télam y Página/12 anunciaron la captura de Rubén Alvarado, un ex suboficial de la PFA exonerado a principios de los 90 por un llamativo secuestro ocurrido un año atrás.

El 15 de septiembre del año pasado, una mujer fue raptada en una suerte de operativo comando de tres autos y al menos seis delincuentes mientras llevaba a dos de sus hijos a la escuela en su Ford Focus. La mujer fue liberada poco después en La Matanza; sus captores habían pedido 15 millones de pesos para conformarse con unos meros 70 mil. El caso llegó semanas atrás a la Cámara platense, luego de ser investigado por el fiscal lomense Leonel Gómez Barbella y el juez Patricio Santamarina, el encargado de la nueva causa narco del "Cabezón". La víctima del secuestro, pudo saber Infobae, fue, precisamente, la mujer del "Cabezón", Mariela Jara, "La Tuta", hoy con arresto domiciliario e imputada como parte de su organización.

Esta novedad tiñe la trama de otro color: raptar a la mujer de un supuesto capo es una jugada de alto riesgo y de alto vuelo. Ninguna fuente ligada a la investigación cree que haya sido un ataque al voleo. "Tenían handys, pasamontañas. Sabían muy bien a quién se llevaban", dice una voz policial.

El caso, por otra parte, tuvo un abogado querellante: fue Carlos Broitman, el defensor de Ibar Pérez Corradi, entre otros presuntos traficantes y el abogado personal, también, del "Cabezón" del barrio El Pantano.

La defensa

Broitman asevera en diálogo con Infobae: "Pérez estaba retirado de cualquier actividad ilícita. Se lo acusa por la cara, por la historia, por las hipótesis y las presunciones, que no se condicen con las pruebas en autos. La mirada general de la situación es que nuevamente se está haciendo una megacausa en un partido Esteban Echeverría, en varios barrios como El Pantano, cuando no hay una relación entre las partes. Cuando se analice en profundidad se verá que no están todos los detenidos en la misma bolsa. Que le encuentren un celular no quiere decir que tenga una actividad".

Carlos Broitman, abogado de Pérez.
Carlos Broitman, abogado de Pérez.

El abogado es enfático en negar, por ejemplo, el supuesto croquis que descubrió la Policía Bonaerense y que ya conocen los investigadores judiciales del caso que vincularía al "Cabezón" con la muerte de Esteban Luna: "A ese plano nunca lo vimos, habrá aparecido, no creo que tenga un plano, mi cliente está muy lejos de cualquier intento homicida. No lo vi en el secuestro, no fue notorio dentro de lo que se firmó. Suscribimos los secuestros y documentación y nadie identificó el plano. Me hubiera gustado que lo suscriban, por ejemplo, los testigos y el defensor", asevera. Broitman, por otra parte, dice que estuvo presente en el allanamiento a la casa de su cliente, pero que llegó a la tarde, cuando el operativo comenzó a la mañana.

Parte del paco secuestrado.
Parte del paco secuestrado.

La cocaína en el secarropas es otro punto de conflicto que Broitman liga al sugestivo ingreso a la casa de Pérez tiempo atrás: "Esa cocaína no sé quién se la puso. Hay filmaciones que muestran que ingresaron varias veces a la casa de él, personas que se presentaron como presuntos policías. Fue denunciada esa acción, cometida por gente con guantes, especializada, se vio por cámaras que le tiran una bolsa".

Broitman se desentiende, por ejemplo, de la tarjeta del efectivo bonaerense con la suma anotada atrás. "Habría que preguntárselo", dice, sobre el "Cabezón". Por último, el abogado tiene una explicación para el paso de su cliente por casinos. Por lo visto, según Broitman, el "Cabezón" es un jugador con mucha suerte. "Vamos a acreditar las horas y lo que jugaba Claudio. Iba al casino como jugador profesional, pedimos filmaciones de todas las mesas que jugaba, a ver si hacía cambio de fichas".

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