Se corrió el velo. Lo que se tapó, silenció, ocultó durante años salió finalmente a la luz. Mendoza está conmocionada. Los abusos a 22 chicos hipoacúsicos en el Instituto Antonio Próvolo de Luján de Cuyo destapan una maloliente olla de encubrimientos, denuncias desoídas y el "traslado" de un cura desde Italia a la Argentina sobre el que pesaban terribles acusaciones.
Veintidós jóvenes -desde el 25 de noviembre hasta ayer-, ya se acercaron a la justicia para relatar los horrores vividos. Pero esto es solo la punta del iceberg: se habla de que al menos 60 internados sufrieron vejaciones por parte de los sacerdotes Nicola Corradi (82) y Horacio Corbacho (56), y de los tres adminsitrativos Jorge Bordón (50), José Luis Ojeda (41) y Armando Gómez (46).
"Me cuesta mucho creer que nadie estaba al tanto de lo que ocurría", dice Alejandró Gullé, procurador de la Suprema Corte de Mendoza, y sintetiza así el necesario manto de encubrimiento que existió para que los vejámenes hayan ocurrido durante tantos años.
La primera denuncia
Entre la veintena de denuncias radicadas durante los últimos trece días, hay una que encierra un trasfondo increíble: la víctima es la misma que en 2008 denunció haber sido abusada, sin que su testimonio provocara una sola reacción en la institución religiosa o en la justicia.
Hace ocho años, la mamá de "M" (pide no ser nombrado), hoy de 17 años, llegó a la Justicia para denunciar que su hijo de nueve años había sido abusado por uno de los empelados del Próvolo.
"Si se hubiese investigado y me hubiesen escuchado, se habría evitado el sufrimiento de todos estos chicos", dice "S"(la llamaremos también solo por su inicial), la madre del chico que sufrió terribles vejaciones en la institución religiosa.
Si bien la víctima fue retirada del instituto hace ocho años, apenas le comunicó a su madre lo que le había ocurrido, la seguidilla de denuncias registradas durante los últimos días motivaron que el adolescente quisiera regresara a la Oficina Fiscal 11 para dar testimonio de los horrores vividos cuando era apenas un niño.
"Mi hijo era chiquito, tenía nueve años y estudiaba en el instituto. Durante unos pocos meses se quedó también en el albergue a dormir, pero cuando volvía a casa notábamos cambios. Dormía en posición fetal, con la luz prendida, no quería volver al Próvolo y se autolesionaba para poder quedarse en casa con nosotros. Decía que estaba cansado y enfermo. Una vez, su papá lo llevó el lunes y lo tuvo que ir a buscar y traer de vuelta el miércoles porque no quería quedarse", destaca la mujer, quien vive en una localidad bastante alejada del Gran Mendoza y por ello dejaba a su hijo internado.
Sordomudo de nacimiento, "M" asistía al instituto lujanino desde que tenía un año y medio. Ya de grande le colocaron un implante, por lo que puede oír utilizando un audífono. Pero en el establecimiento lo obligaban a sacárselo.
En la Casita de Dios obligaron a mi hijo de nueve años a practicarle sexo oral a otro chico y abusaron de él
"Estuvo unos pocos días con unas monjas y no se lo veía mal. El tema comenzó cuando quedó al cuidado de Bordón (ayer detenido y que oficiaba de monaguillo). A nosotros nos lo presentaron como 'diácono'. Un día mi hijo se animó y me empezó a contar las tremendas cosas que le pasaban. Siempre tuvimos una relación de mamá/papá/hijo los dos y nos contamos todos", sigue y aclara bajando el tono de voz: "Al principio mi hijo tenía miedo y vergüenza… no decía nada porque creía que era gay".
En todo momento de la entrevista "S" mira a su hijo y traduce la conversación al lenguaje de señas. Mientras, "M" le va recordando dramáticos detalles también mediante señas. "Me contó que Bordón había llevado a Gastón Mercau (otra de las vícitimas que radicó la denuncia recientemente) y a él al lugar que llamaban 'la Casita de Dios'. En ese entonces mi hijo hizo un dibujo de una persona practicandole sexo oral a otra y varios ojos que miraban. ¡Era un dibujo que ningún chico de nueve añospuede hacer!", agrega. Horas después, entre lágrimas, "S" le confesó a su madre que en el albergue lo obligaban a practicar sexo oral a otro chico y que este había abusado de él.
Ese dibujo y la confesión movilizó a la mujer, quien desesperada se dirigió a la Oficina Fiscal 11 de Luján de Cuyo (la misma que interviene actualmente) a radicar la denuncia. Un auxiliar le tomó declaración, pero el caso nunca se movió de allí.
"Fui a la Dirección General de Escuelas y tampoco se movieron mucho, me dijeron que era un instituto privado de Italia y no podían hacer nada. Fui al Próvolo, pedí hablar con el padre Corradi, que era regente del instituto, pero nunca me atendió. Y sin pensarlo dos veces, lo saqué de la escuela. Estuvo un año sin lugar donde estudiar", recuerda. Afortunadamente, "M" consiguió otro establecimiento y este año está culminando el secundario.
"Cuando mi hijo vio que todo esto de los abusos volvía a salir a la luz, se animó y me pidió que lo llevara a denunciar otras cosas de las que nunca había hablado y que le pasaron en 2008. Él tenía miedo porque dudaba de su sexualidad después de lo que le obligaron a hacer, pero conoció a una chica y ahora está muy aliviado. Me lo ha dicho, y no quiere ir a un psicólogo porque prefiere no recordar ni hablar más de ese hecho", cierra "S" su testimonio.
Una sola campana
La ONG Xumek se ha constituído como querellante en la causa y está acompañando a "S" y a su hijo en lo penal. "Cuando ella hizo la denuncia en 2008, el Ministerio Público en lugar de volver a citarla, citó solo a la directora del establecimiento. La mujer declaró que habían separado a Bordón de su cargo (pese a que hasta el viernes 25 seguía siendo administrativo y monaguillo) y que habían iniciado una investigación interna en el lugar. Es decir, desde el instituto le avisaron a la Justicia que iban a hacer una investigación privada", sostiente el abogado Sergio Salinas, vicepresidente de la organización.
"Días después, firmado por la psicóloga del instituto, desde el Próvolo acercaron a la Justicia un informe psicológico realizado a un grupo de alumnos donde se dejaba constancia que ninguno tenía síntomas de abuso. Lo llamativo es que en el informe se entrevistó a todos los chicos del establecimiento, menos al hijo de quien había hecho la denuncia. Por eso es que en el mismo, obviamente, no hay indicios ni testimonios de chicos abusados", acota Salinas.
La vida de los curas en la cárcel
Los cinco detenidos -los sacerdotes Corradi y Corbacho y los empleados administrativos Bordón, Ojeda y Gómez- se encuentra alojados en la cárcel mendocina de Boulogne Sur Mer, en el pabellón de los delincuentes sexuales, bajo la misma acusación: abuso sexual agravado por la guarda y la convivencia preexistencia con menores, en concurso real con corrupción de menores.
Los médicos del penal hicieron un detallado informe sobre la salud del sacerdote Corradi, de 82 años, ya que se decía que dada su edad iba a pedir el beneficio de la prisión domiciliaria. "Sufre leve hipertensión, leve sordera e incontinencia. Tiene, además un glaucoma en su ojo derecho", informaron los médicos.
Los curas casi no salen de la celda, pasan el día orando, no recibieron ninguna visita y comparten el "recreo", las comidas y los baños con los otros 240 internos del penal.
El cura Corbacho es quien ayuda a Corradi para ir al baño y para vestirse. Si bien es la primera vez que hay religiosos detenidos en el penal, los demás internos los recibieron "como a uno más" sin hacer ninguna diferencia. En el pabellón 5 también están alojados dos delincuentes que conmocionaron a la sociedad mendocina: Daniel Zalazar, el triple femicida de Godoy Cruz, y Roque Arroyo, quien asesinó a golpes su hija de 19 años luego de que ella lo denunciara por maltrato y abuso sexual.
El silencio de la Iglesia
"No sabemos realmente hasta dónde puede llegar esto. En un solo tirón ya tenemos 22 denuncias, que se suman a las dos del 2008, y todas las que no se deben conocer aún. El Arzobispado tenía el deber de saber quién era Corradi y sus antecedentes en el insituto Próvolo de Verona, Italia, donde también fue denunciado por abusos ocurridos desde fines de los 50 hasta l984. Si no lo hizo, también es autores. Por comisión por omisión", afirma el abogado Sergio Salinas, como portavoz de las víctimas.
“En 1996, cuando Corradi llegó a la Argentina no era tan común el acceso a internet”, se excusó el vocero del Arzobispado
Hace unos días el vocero del Arzobispado mendocino, Marcelo De Benedictis, se defendió resaltando que al tratarse de una órden internacional, la Diócesis mendocina no tiene jurisdicción sobre los traslados de los sacerdotes. Este argumento fue rechazado por el abogado asesor de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico en Argentina, Carlos Lombardi, quien destacó que "el control de todos los curas le corresponde al arzobispo local".
"En 1996 (año en que el religioso llegó a Argentina) no era tan común el acceso a internet", argumentó De Benedictis al ser consultado. "En la carta de presentación que el general del Próvolo (máxima autoridad) envió a el ex obispo José María Arancibia, presentaba a Corradi como un hombre 'apto y capaz' para dirigir un instituto educativo", explicó De Benedictis al referirse al arribo del sacerdote a Mendoza.
Los abusos de Corradi en La Plata
Nicola Corradi llegó a Argentina en 1996, trasladado desde la sede central del Próvolo en Verona (Italia), y fue designado en La Plata. Pese al perfil bajo con que Corradi arribó a nuestro país, el año pasado en Estados Unidos salieron a la luz una serie de abusos sexuales cometidos por los religiosos de la órden en Verona entre 1955 y 1984. En total, se contabilizan casi 260 casos, y Corradi estaba sindicado como uno de los autores.
"Tenemos como testigoa un intérprete del lenguaje de señas que se ha contactado con chicos sordomudos de otras provincias, quienes sostienen que fueron abusados por Corradi mientras él estaba en el Próvolo de La Plata. Por esta razón, el viernes pasado me contacté con el fiscal general de esa ciudad, Héctor Bogliolo, para ponerlo al tanto de esta situación y saber quién va a investigar estos episodios en su ciudad. Además, la vicegobernadora Laura Montero nos ha puesto al tanto de nuevas denuncias que van llegando por las redes sociales", explica Gullé, produrador de la Corte mendocina.
Ya hay varias personas hipoacúsicas que sostienen que fueron abusadas por el cura Corradi cuando estaba en La Plata
Corradi fue designado como regente de la sede mendocina apenas llegó, algo imposible de entender teniendo en cuenta que se trataba de una persona con acusaciones concretas por abusos a menores.
Durante los allanamientos al Próvolo, en la habitación del octogenario sacerdote en el Próvolo, los investigadores hallaron 550.000 pesos en efectivo. "No sabemos cuál es el origen de ese dinero. La contadora del instituto manifestó que toda la plata del establecimiento estaba bancarizada, por lo que habrá que investigar de dónde viene", sigue Gullé.
"Es muy probable que muchas de las víctimas no se animen nunca a hacer la denuncia. Hablando con intérpretes, nos ha contado que muchas personas que han pasado por situaciones así en otros establecimientos no se animan a hacer la denuncia porque ya tienen sus familias conformadas y sus vidas rehechas", explica el procurador.
"Por ahora no tenemos nada que decir"
El cura Ramón Amarilla es la autoridad máxima de la orden religiosa del Próvolo mendocino. Apenas salieron a la luz las denuncias, el hermetismo se apoderó no sólo de la órden sino también de las autoridades educativas de la institución.
"Por ahora no vamos a decir nada, no se ha tomado la decisión de hacerlo. Estamos haciendo las investigaciones y oportunamente nos vamos a comunicar con ustedes (los medios)", fue la escueta respuesta de Amarilla durante la tarde del lunes ante la requisitoria periodística.
La semana pasada se reanudaron las clases en el edificio ubicado en calle Boedo 385 (Carrodilla, Luján de Cuyo), con la estricta órden de la Justicia de que "ningún religioso ni administrativo ingresara al predio".
Las autoridades de la Dirección General de Escuelas se reunieron con los padres y, mientras los chicos estaban en clases y talleres, garantizaron el cierre del ciclo lectivo 2016. Las clases terminán éste miércoles, pero el futuro de los casi 90 chicos que estudian en el Antonio Próvolo es incierto, ya que el edificio y el predio de casi 6 hectáreas pertenecen a la hoy cuestionada órden religiosa.