—¿Sos de llorar?
—Sí, soy de llorar. No de mostrarlo, pero el cine me hace llorar y antes de que termine meto la cabeza adentro de la pochoclera o me limpio con el pulóver. Lloro bastante con algunas cosas de mis hijos.
—¿Cuántos años tienen?
—Tengo cuatro. Una nena de 23, un nene de 20 y los gemelos de 16. Pero, pese a la edad que tienen, todavía algunas cosas, algunos partidos de fútbol muy trascendentes que ellos juegan me emocionan.
—El macho llora entonces también.
—Y sí. En secreto, no hace ostentación de la lágrima como hace el moderno.
—¿Cuánto hay de real en ese personaje?
—En la esencia hay mucho de mí; hay una actitud hasta cultural, te diría barrial, que es muy mía, vengo formateado. Lo que pasas es que La cátedra del macho es un extremo humorístico de una situación, es un chiste.
—¿A tu novia la dejás pagar alguna comida?
—No, nada. Jamás una mina que esté conmigo va a pagar absolutamente nada mientras yo pueda. Y si no puedo, nos quedamos en casa. Lo heredé de mi viejo eso.
—¿Que trabaje te molesta?
—No, para nada. Mi mamá trabajó toda la vida. Me gusta la caballerosidad.
—Caballero, no machista.
—La cátedra… tiene dos lineamientos: que no es ni machista ni mataputo. Por eso yo nunca he tenido un solo problema con nadie de la comunidad homosexual. Es más, me siento muy representado por un grupo al cual pertenezco honorariamente, que son los Osos. Habla de otra cosa, lo que pasa es que la palabra 'macho' ahora tiene un contenido terrible, es una mala palabra en este momento. Al contrario, creo que el macho es todo lo contrario a eso. El macho pondera a la mujer desde esta actitud de caballerosidad y, por otro lado, de un igual.
Si cualquiera de mis hijos tuviera una elección sexual distinta a la tradicional, no tendría ningún inconveniente
—¿Qué pasa si viene uno de los chicos y te dice que le gustan los hombres?
—Me parece fantástico y la recibiremos con mucho amor en casa a su pareja. Lo único que me jode, pero hoy ya casi no es ningún problema, es que tengo la fantasía de tener nietos. Me jodería que se pierda la posibilidad de la paternidad, pero hoy, con la adopción y qué sé yo… Pero si cualquiera de mis hijos tuviera una elección sexual distinta a la tradicional, no tendría ningún inconveniente. Siempre y cuando la otra persona sea buena gente y les haga bien.
—¿Alguno va por el lado artístico?
—Están ahí dando vueltas. Dana, la más grande, está trabajando en producción, Saya está trabajando en producción de radio, pero hace muchas cosas al aire. Es el que más podría ver por el lado. Y los melli, no, el año que viene empiezan quinto año, pero por ahora no les veo pinta.
—¿Pero es un recorrido que te gusta para ellos?
—Si lo pienso desde el punto de vista tradicional, quisiera que se dediquen a otra cosa, tiene que ver con el buen pasar y el buen vivir. Después, cuando profundizás, decís: "Que sean felices". Y si la felicidad les pasa por una profesión que, como la mía, no te da un reaseguro… ¿hoy por hoy quién te da un reaseguro? Antes tenías que ser bancario, porque tenías la obra social, ibas a trabajar treinta años en el mismo laburo, ibas a pasar de cajero a subgerente, de subgerente, si Dios quiere, a gerente, con tus vacaciones veinte días y después un mes. Hoy ya no hay más esa seguridad. Antes estudiabas para contador o estudiabas para abogado. Hoy te rajan en un minuto y la precariedad laboral es inmensa en el mundo. Ante esa opción, que sean felices.
—Tu novia es más joven, ¿tendrías más hijos?
—Mi novia tiene una hija de 10 años, eso a mí me tranquiliza. Me preguntás ahora, te diría que no. No tengo ganas de tener un hijo, pero nunca te diría que no absolutamente. Tengo ganas de tener un nieto, me falta mucho, porque ninguno de mis hijos está en una posición de estar en pareja estable como para eso. Pero si me decís, tengo 52, cómo me gustaría que me encuentre a los 55, 57, con uno o dos chiquitos para robármelos, llevármelos conmigo y jugar, no que sean mis hijos, para poder devolverlos.
—Los derechos del abuelo, no las obligaciones del padre.
—Exactamente. Y cuando ya tengo los huevos llenos, estoy aburrido y me quiero ir a dormir y estoy cansado, porque uno se va poniendo mañoso, devolverlos.
—¿Cambia pañales el macho?
—Sí, no es muy ducho. No he sido yo quien me haya lucido haciendo esa actividad. Pero sí, si hay que cambiar, cambia.
Me da mucho placer que la derecha desconfíe de mí, nunca me van a tener caminando sus pasos
—Te cambio de tema, Coco. Publicaste una carta, un pedido de explicaciones al kirchnerismo. ¿Te sentís decepcionado?
—No fue un pedido de explicaciones, fue un arranque emocional. Tuve la necesidad de escribir lo que escribí. Tuvo un nivel de viralización tan grande que me dejó muy expuesto. Para los kirchneristas era como un golpe, un tipo que se alejaba de la situación. Para el otro lado, desconfía de mí la derecha, gracias a Dios que desconfía de mí, me da mucho placer que desconfíen de mí, porque nunca me van a tener caminando sus pasos. Entonces quedás en el medio, no tenés con quién. Pero tenía la necesidad de decir que yo había acompañado el modelo y que me sentía realmente muy decepcionado, esencialmente por la falta de explicaciones, por naturalizar hechos de corrupción que eran terribles. Dije: "Que la Justicia investigue, sí, bárbaro, fantástico", pero al mismo tiempo los referentes de esa década nos debían explicaciones. Nadie decía nada, como si fuese esta generalización, esta cosa de acostumbrarnos a que no pasa nada.
—Y ahí no querés que te digan: "Pero ellos también".
—No, es lo peor. Por eso dije en la carta: "Y no me vengan a decir que ellos son malos porque yo ya lo sé, por eso no los voté, tampoco sigamos bailando en los balcones, porque no está bueno".
—¿Hoy cómo te sentís representado con un gobierno con el que claramente no acordás y con un kirchnerismo que te desilusionó en algún punto?
—Y, difícil. Plantando la bandera en el living de mi casa. A veces hablo con compañeros kirchneristas y cuando tengo esta actitud crítica, me dicen: "Bueno, pero eso es lo de menos". No voy a permitirme naturalizar el ejercicio de que, por lograr lo que uno piensa, vale cualquier cosa.
—El "robaron pero hicieron".
—El famoso: "Los peronistas hacen, somos así". No lo voy a naturalizar en mí, porque si lo hago, lo naturalizo en la cultura de mis hijos. Sigo creyendo en un modelo redistributivo, industrializador, con mayor igualdad social, con una importante presencia de los derechos humanos, pero no a cualquier costo y no desde cualquier persona. Me bancaré estar en el medio, el famoso camino del medio, que es el más difícil de todos. Porque, por un lado: "Eh, traidor"; por el otro: "Eh, devolvé la que te llevaste", cualquier cosa, viste cómo son las redes. Internamente me siento mucho mejor teniendo esta actitud y bancando ese modelo representado por gente que realmente me represente y que, cuando le tenga que pedir una explicación, me la dé.
Me gustaría que Andrea Del Boca salga lo más indemne posible
—¿Qué te pasa, por ejemplo, con la causa de Andrea del Boca?
—Me da mucho dolor, me da mucha pena. Me da mucha pena porque Andrea del Boca es una mina a la que yo conozco, no es mi amiga pero la conozco. Cuando la conocí, me pareció una mina encantadora, su familia me pareció encantadora. No trabajé con ella en estos proyectos, no hice las telenovelas, no me llamó, pero me gustaría que salga lo más indemne posible. No sé qué es lo que pasó, en el sentido de que, si realmente ella presentó un proyecto y se robó parte de ese proyecto, deberá pagar por lo que hizo. Ahora, si no fue así, que es lo que yo quiero suponer, y que la plata la puso en otro lugar dentro de la misma telenovela y que se desfasó con los presupuestos y que ganó la guita que tenía que ganar, ojalá salga indemne. No le tengo miedo a la crítica que me hagan a mí, yo estoy dispuesto, como todo el mundo tiene que estar dispuesto, a mostrar, lo que me da miedo es la caza de brujas, en general. Cuando entramos en ese terreno de la caza de brujas y la hacemos entre nosotros, cuando los propios periodistas se ponen a hacer caza de brujas, es una locura. Por supuesto que a mí me juega en contra. ¿Sabés qué fácil es hacerse el boludo? Yo hago teatro, y si digo algo a favor del kirchnerismo, dejo un 40% de gente que es probable que no me compre una entrada. Entonces, me hago el boludo, digo: "Sí, yo no opino, ay, política, yo no sé nada de política", y con eso meto gente en el teatro. No tengo ganas de meter gente en el teatro si tengo que perder por eso mi identidad y la posibilidad de generar un país mejor para mis hijos.
—Ahora, la caza de brujas no, pero tampoco que esa manifestación o esa cercanía ideológica beneficien profesionalmente.
—Por supuesto. Todos debemos, sobre todo si trabajás con el Estado, tener la posibilidad de que la gente diga: "Bueno. A ver, ¿cuánto cobraste?". Me parece lógico eso. Ahora, la caza de brujas, no. Eso es: "Bueno, usted hizo una telenovela. ¿Cuánto cobró? ¿Está dentro del precio del mercado? ¿Cuánto se quedó usted, cuánto les pagó a los actores?". Me parece absolutamente lógico eso. No digo que hay una caza de brujas, pero hay una tendencia a entrarle con un prejuicio a cualquiera. Lo he padecido durante mucho tiempo por el solo hecho de haberme identificado ideológicamente. En esa época, cuando estaba mucho más cercano, no tenía una actitud tan crítica con el kirchnerismo, todos me decían: "¿No tenés miedo?". Claro que tengo miedo, tengo miedo de quedarme sin laburo, tengo miedo de que me estigmaticen, pero tengo más miedo de que este país se vaya a la mierda y de que mis hijos no tengan dónde vivir. Entre esos dos miedos, tengo una elección. Prefiero tener miedo a que no me vaya tan bien en mi carrera, pero tratar de hacer algo para que mis hijos y mis nietos tengan un país mejor.
—¿Tiene que ser candidata Cristina?
—A mí me da lo mismo, porque sería candidata por provincia. Si fuese candidata en este momento, yo no la votaría. Me gustaría que esos ideales sean representados por ese modelo que fundó un poco Néstor [Kirchner]. No Néstor, porque yo soy esencialmente peronista. La posibilidad de ayudar a los que menos tienen, la redistribución de un país industrializado, con trabajo genuino, yo quiero que la representen otros peronistas en este momento. Me parece que ha pasado por un proceso muy terrible en cuanto a su vida personal y el poder te genera cierto quilombo mental. Muchos años de poder me parece que te generan más quilombo mental.
—¿En quién confías hoy?
—En mis amigos, en mi hermano, en mis hijos, en muy poca gente. Políticamente, no encuentro un referente. Sí puedo hablarte de gente, [Julián] Domínguez, con quien he charlado y siento que piensa un poco como yo.
—Esa fue otra falencia del kirchnerismo, ¿no? No formar referentes sólidos.
—Cuando el poder te genera tanta obnubilación, empezás a no generar cuerpos, a no generar equipos. El no dejar crecer, el creer que los pibes por los pibes mismos y terminamos viendo a un [José] Ottavis como representante en ese momento de los pibes y termina siendo un boludo dándote vergüenza ajena en un programa de televisión.
—¿Qué le falta a la tele?
—A mí la tele me parece que es divina. Guita me parece que le falta. Ahora, con el acceso de las redes, con el acceso de esto, cada vez el crecimiento de lo que tiene que ver con internet esencialmente le resta poder económico a la televisión. A mí me da miedo que no se pueda producir como se produjo en la televisión, vos veías las telenovelas de Polka, de Underground o de cualquier productora argentina, eran realmente maravillosas y lo siguen siendo todavía. Yo veo los noticieros y son noticieros realmente increíbles, que no tienen nada que envidiarles a los noticieros de afuera. Los programas de entretenimiento en la Argentina son increíbles. Creo que eso se va a ir perdiendo porque la torta publicitaria cada vez va a ser más chica, porque cada vez se va apostando al videito de YouTube. Y eso quizás no se transmita en calidad.
—¿Qué preferís que digan tus compañeros de trabajo: que sos un buen profesional o un buen tipo?
—Buen tipo, toda la vida. Parte de mi éxito, si lo puedo llamar, que sí, porque mi profesión es exitosa, no tiene que ver con mi calidad actoral, ni siquiera con mi calidad como escritor o como guionista, tiene que ver con la empatía que pude generar en la gente.
—¿Si te regalan 24 horas de impunidad, qué hacés?
—Me chorrearía un banco, me gusta robársela a los bancos. El que roba a un ladrón tendrá cien años de perdón, dice el dicho. Les levanto sutilmente las sábanas a las mujeres más deseadas del mundo. Escucho las conversaciones que nunca podría haber escuchado. Y es muy probable que les ponga a algunos poderosos algunos rompeportones, ni siquiera nada demasiado importante. Sabiendo que no voy a pagar por eso, les daría algún sustito a algunos garcas a los que me gustaría, por lo menos, generarles mi pequeña y mínima venganza de un día de impunidad.
Agradecimiento: Paula Balmayor, productora de vestuario