Para casi un tercio de los argentinos, la inseguridad sigue siendo el principal problema a resolver en el país, por delante de otros temas como la situación socioeconómica, la pobreza o el narcotráfico. Así se desprende del informe "Victimización e inseguridad subjetiva en la población urbana de la Argentina (2010-2015)", elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA), y al que tuvo acceso Infobae.
El trabajo sostiene que para el 32,2% de los encuestados la inseguridad debería ser el primer tema en la agenda de los líderes del país. Si bien esa cifra cayó con respecto a 2014, cuando el número trepó a 42,5% (el porcentaje más alto de los últimos años), ese número nunca bajó del 28,4% (fue en 2011, año de la reelección de Cristina Elisabet Kirchner).
La inseguridad fue elegida por encima de temas como la pobreza (15%), la educación (9,8%), la corrupción (8,4%), la desocupación (6,9%), el narcotráfico (6,8%), la inflación (6,6%), la economía (6,3%), la política (2,1%) y la salud (2%).
La investigación, que estuvo a cargo de Marcela Muratori y Solange Rodríguez Espínola, también reveló que 2015 fue el año analizado en el que menos hechos de inseguridad se registraron, ya que el 27,7% dijo haber sufrido un hecho de delincuencia o violencia, por debajo del 31,1% de 2014, el año con peores cifras desde 2010.
El trabajo de la UCA dividió al país en cuatro sectores geográficos (Ciudad de Buenos Aires, Conurbano Bonaerense, Otras áreas metropolitanas y Resto urbano del Interior), y registró grandes diferencias entre lo que pasó en territorio porteño y el Gran Buenos Aires por un lado, y lo que sucedió en las otras dos categorías por otro.
En el primer caso, luego de un pico de delitos registrado en 2012 (39,2% en la Ciudad y 28,4% en el Conurbano), el año pasado cayó al 22,6% en la Ciudad y al 25,1% en el GBA. En 'Otras áreas metropolitanas' y 'Resto urbano del Interior' también se registraron caídas de entre 4% y 5% con respecto a 2014, el peor año de los cinco estudiados: de 37,1% a 31,7% en el primer caso, y de 38,5% a 33,8% en el segundo, cifras muy superiores a lo que sucede en CABA y el Conurbano.
De una forma similar, el estudio dividió en cuatro clases a la sociedad (Media profesional, Media no profesional, Obrera integrada y Trabajadora marginal), y descubrió que en los últimos cinco años tuvo continuidad una tendencia: los estratos más altos son los más afectados por delitos (28,6% y 32%) en comparación con los más bajos (25,7% y 24,5%).
Otras dos tendencias se mantuvieron el año pasado: las personas de entre 18 y 34 años, y quienes no terminaron el secundario, son dos de los grupos más propensos a sufrir un hecho de delincuencia. En el primer caso, el 33% de los adultos jóvenes fue víctima de algún crimen (en comparación con el 28,3% de quienes tiene entre 35 y 59 años, y 17,8% de los de más de 60 años); mientras que el 29,5% de quienes no terminaron la secundaria fueron violentados, en comparación con el 25% de los que sí tienen el título.
Denunciar o no denunciar
Apenas el 47% de los encuestados que sufrieron un hecho de inseguridad lo denunció, y los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires son los que menos denuncian los delitos (42,8%) en comparación con el Conurbano (44,4%), Otras áreas metropolitanas (48,1%) y Resto urbano del interior (54,2%). Además, hay una notable diferencia entre las clases sociales que denuncian y las que no: la Media profesional y la Media no profesional denuncian el 49,9% y el 48,3% de los casos respectivamente; por encima de la Obrera integrada (45,5%) y la Trabajadora marginal (46,1%).
'Sensación de inseguridad'
A pesar de la ligera caída en la cantidad de crímenes registrados en 2015, la investigación de la UCA sostiene que se mantuvo relativamente estable la inseguridad subjetiva, es decir, cuando una persona se "siente insegura en su casa, barrio o vía pública y considera una alta probabilidad de convertirse en víctima de un delito". El año pasado, ese número se ubicó en el 87,3%, apenas un 0,7% por debajo de 2014. Según el trabajo, ese porcentaje nunca bajó del 80 en los cinco años investigados.
Para los autores del estudio este indicador es importante porque el malestar por sentirse inseguro es tanto o más perjudicial para la salud de las personas que haber sido víctima de un delito. "Muchos estudios se han centrado en las consecuencias de la victimización sobre el bienestar de las personas, evidenciando que el haber sido víctima, tanto directa como indirecta, tiene importantes implicancias en la salud, dado que en ambos casos disminuye la percepción de calidad de vida, satisfacción y felicidad", sostiene el informe.
De la mano de lo que sucedió con las cifras de delitos, la zona geográfica en la que más inseguridad subjetiva sintió fue 'Otras áreas metropolitanas' (Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán y Tafí Viejo, y Gran Mendoza), donde el 91,2% de los encuestados dijo tener miedo de sufrir un hecho delictivo en el futuro. El Conurbano sigue en la lista, con el 89,4%.
Además, en contraste con las cifras de delitos, la sensación de inseguridad se distribuye de distinta forma entre las clases sociales. La Trabajadora marginal lidera el miedo al delito (88,9%), seguida por la Media no profesional (87,9%), la Trabajadora integrada (87,3%) y la Media profesional (83,7%).
Por último, y en el marco de la discusión en torno a la violencia de género y los femicidios que recorre el país, las mujeres de todas las edades y todos los estratos sociales tienen más miedo que los hombres de sufrir un hecho delictivo: 89,4% de las mujeres dijo tener miedo, en comparación con el 85% de los varones. Sin embargo, la cantidad de delitos no discrimina entre sexos, ya que en 2015 afectaron al 27,3% de los hombres y al 28% de las mujeres.
"En síntesis, la inseguridad es una de las mayores problemáticas sociales que hoy en día caracterizan a los ciudadanos argentinos. Es un problema social, actual y relevante que si bien no es nuevo, su magnitud y consecuencias, sí lo son", concluye el informe, que además sostiene que "la brecha entre la percepción de inseguridad y las condiciones objetivas de criminalidad y violencia alimenta la alienación social de los ciudadanos y disminuye la calidad de vida ciudadana".