Federico Bianchini es una de últimas plumas que sacó el periodismo narrativo argentino. Con 34 años, ya ostenta tres premios en su vitrina: Las Nuevas Plumas, el Don Quijote y la beca Michael Jacobs. Después de su debut en la escritura de largo aliento con "Desafiar al cuerpo" (2014), lanza su segundo libro: "Antártida: 25 días encerrado en el hielo". Una crónica que retrata con agudeza la singularidad del continente blanco. "Desde chico soñaba con conocer esa tierra mítica que aparecía en la literatura y en los libros de viaje", reconoció.
Para empezar, Federico definió de qué se trata el periodismo narrativo: "Es contar algo real con herramientas de la literatura. Por ejemplo, diálogos, descripciones, cartas. En otras palabras: utilizar recursos de la ficción en un relato periodístico", precisó.
Uno de sus primeros trabajos fue un perfil a Roberto Fogwill. ¿Cómo nació la idea? De una manera bastante particular. "Yo estaba nadando en la pileta de un gimnasio y, de repente, ví que había una persona adelante que no me dejaba pasar. Me molestaba. No podía adelantarme. Por adentro decía '¿por qué este viejo va por el carril ligero? ¿Qué le pasa?' Ese señor era ni más ni menos que Fogwill. Ahí lo conocí y le propuse la nota. Dos años después, la publiqué y, gracias a ella, conocí al director de Anfibia, Cristian Alarcón. Todo se encadenó",
Yendo a su último libro, Federico se refirió a lo difícil que fue lograr unos minutos de soledad en la Antártida. ""Me costó por momentos hacerme un lugar para mí. Algunas veces no podía ni sentarme a leer una novela. La gente pensaba que te pasaba algo cuando te veía solo. Era increíble. No tuve problemas de aislamiento, al contrario".
Caparrós: “Hay pocas historias de fracaso tan estrepitosas como la de Argentina” / @martin_caparros https://t.co/SxqHPqfBVa
— Grandes Libros (@GrandesLibrosOK) 23 de octubre de 2016
Sobre el peligro de la rutina en la Antártida, el escritor contó: "La idea era siempre tener algo para hacer. El aburrimiento amenaza constantemente; te puede conducir a encerrarte en vos mismo, a deprimirte. Entonces, todos se empeñan en generar actividades. Por ejemplo, un día, una bióloga decía 'yo sé salsa, vamos a aprender a bailar'. Y todos íbamos a la clase. O los viernes hacíamos cine. De algún modo, había que estar en movimiento".
"El paisaje fue algo impactante. Y eso me trajo aparejado un problema como escritor: ¿cómo describir eso tan maravilloso que veía? ¿Cómo ponerlo en palabras? ¿Cómo expresar esa belleza? De hecho, me junté varias veces con la poeta Alicia Genovese para que, desde otra perspectiva, me ayudara a transmitir eso que genera la Antártida", admitió Bianchini.
"Mi objetivo fue darle pistas al lector para que él mismo construya en su cabeza la Antártida que siempre quiso conocer. No quise describir parte por parte; darle todo resuelto. Ese fue el desafío que asumí con este libro", agregó.
Como epílogo, Federico les dejó un consejo a todos aquellos jóvenes que desean dedicarse a la escritura: "Hay que leer mucho. Todo lo que se pueda: desde poesía hasta recetas de cocina. Uno nunca sabe cuando va a utilizar los recursos que incorpora en cada campo. Por eso no hay que desechar nada. Y otro consejo: escriban sobre cosas que le apasionan. Me pasa mucho como editor que me doy cuenta cuando algo está redactado con pasión y cuando no. Eso es fundamental para contagiar al lector".
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