Habló el nieto 121: "Prefiero que haya pasado y seguir adelante a haberme perdido para siempre esto"

Maximiliano Menna relató cómo fue el encuentro con su nueva familia y se refirió a su nueva identidad. “Hablamos como si nos conociéramos de siempre”, dijo

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Maximiliano en una entrevista con Télam (Imagen video)
Maximiliano en una entrevista con Télam (Imagen video)

"No siento que soy otro de golpe, nunca sentí que no sabía quién era, sino que tenía de repente la posibilidad de encontrarle explicación y significado a muchas cosas que quizás antes no me había puesto a reflexionar, tenía la posibilidad de acceder a una verdad que me completa. Quiero saber más de mis padres, le encuentro otro significado a recuerdos, a inquietudes que tuve y que nunca les había atribuido razón clara", dijo Maximiliano Mennatras convertirse en el nieto recuperado 121 por Abuelas de Plaza de Mayo.

En una entrevista concedida al diario Página 12, este hombre de 40 años, esposo de María, y padre de Mauricio (6), y Carmela (5), relató sus sensaciones al enterarse de que no era la persona quien creía que era y que a partir de ahora si vida será otra. Si bien sostuvo que aún "todo sigue igual", no dudó en expresar su agradecimiento por saber la verdad.

"En estos meses sentí que se me agrandó el corazón un poco. De ninguna manera esto significa un reemplazo de una historia por otra, sino el descubrimiento de una parte de mí que hasta ahora desconocí. Prefiero que haya pasado y seguir para adelante a haberme perdido para siempre esto. Aquel momento en el que me dieron la noticia fue un impacto. Me ganó el desconcierto, no lograba dejar de preguntarme si lo que me estaba pasando era efectivamente así. Pero cuando vi la fotos en la carpeta, ya no me quedaron dudas", dijo.

Maximiliano es hijo de Ana María Lanzillotto y Domingo Menna, militantes del PRT-ERP, quienes fueron secuestrados, torturados y desaparecidos durante la última dictadura militar. La pareja tenía un hijo, Ramiro, de dos años cuando fueron raptados, el 19 de julio de 1976. En ese momento, la mujer estaba embarazada de ocho meses.

El proceso de saber la verdad comenzó en mayo pasado, cuando una trabajadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) lo llamó por teléfono. "Me cuentan que habían estado investigando las partidas de nacimiento firmadas entre 1976 y 1978 por esta partera Franicevich, que se había comprobado que algunas de esas partidas que esta mujer había hecho se habían comprobado que eran falsas, y que dentro de esas estaba la mía. Y yo ahí me dije bueno…".

La médica en cuestión es Juana Franicevich, médica obstétrica que certificó falsamente a nombre de otras personas nacimientos de bebés de mujeres secuestradas durante la dictadura. "Me transmitieron que tenían sospechas y que no podían avanzar en la búsqueda sin un análisis de ADN", continúa. El impacto fue enorme. Maximiliano se debatía entre aceptar la posibilidad de enterarse de que era otra persona o seguir negándolo.

"Hablé con mi mamá, la que me crió. La llamé y le conté y la noté tan segura cuando me dijo que no podía ser que se me fueron las dudas. Yo me acuerdo que me contaron que de recién nacido era 'chiquitito, una ratita, muy flaquito', pero no mucho más. El hombre fue a la Conadi, se sometió al examen y el tema quedó allí. Por lo menos hasta el 3 de octubre pasado, cuando lo llamaron de vuelta para pedirle que se acercara porque tenían que hablar con él. "Maxi, podés venir hoy a Conadi a reunirte con Claudia Carlotto", le dijeron.

"Para saludarme no va a ser", supuso. Lo cierto es que el camino hacia la verdad ya lo había comenzado a andar y el final, en el fondo, sabía que era inevitable. "Al mismo tiempo no terminaba de sacarme una sensación de extrañeza. Llegué a la Conadi y me dieron la noticia y me entregaron una carpeta con la información de mis padres: cuatro párrafos sobre quiénes eran. También me contaron que tenía un hermano. Me mostraron una foto de él, de Ramiro, en la que estaba más joven y que me hizo recordar a una foto mía de cuando yo era más joven. Éramos iguales. No había duda", señaló.

Con la certeza de que su real apellido era Menna y no Ruíz, como creía, lo su primera preocupación era por sus padres de crianza. Cómo lo iban a tomar, qué iban a pasar con ellos, empezó a preguntar.

"Me tranquilizó el cuidado y el respeto que tienen en la Conadi, que es impresionante.  Me trataron bárbaro, me informaron sobre todo, respetaron mis tiempos para difundir la cuestión. Me fui con la carpeta camino a casa. A mitad de viaje tuve que parar y recorrer las imágenes con calma, leer detenidamente. Me empezó a agarrar curiosidad de saber todo sobre ellos, sobre Ana María y Domingo. De hecho, pasé las siguientes noches googleando todo lo que podía: videos, entrevistas, fotos. E inmediatamente me conmoví mucho sobre todo con lo relacionado a mi mamá biológica. Hay algo que se manifestó adentro mío sin que pudiera aún explicarlo. Lo mismo me pasó con Ramiro: nos unió de inmediato una corriente de afecto. Hablamos y fue como si nos conociéramos desde siempre", relató.

Antes de llegar a su casa la noticia ya estaba regada por todos los medios. Maximiliano era a partir de ese momento el nieto 121. "A mi mamá de crianza le pregunté si se imaginaba por qué quería hablar con ella y se le llenaron los ojos de lágrimas. Le conté sobre la prueba de ADN por la que la había consultado cinco meses atrás y me preguntó si había dado positivo. Le dije que sí y le transmití lo que siento hoy, incluso: que no tengo ningún reclamo hacia ellos, solo gratitud de que me hayan criado desde ese momento hasta ahora, pero quería saber qué había pasado", contó.

La mujer le explicó que en ese entonces no podía quedar embarazada y que un grupo de amigos le pasó el dato de que había un lugar en el que podrían adoptar. Les habían dicho en agosto del 76 había nacido un nene cuya madre era un joven de 15 años y que si querían, podían pasar a buscarlo. Dos años después, la mujer finalmente quedó embarazada. Lo cierto es que nunca se enteró de que no era hijo biológico.

Maximiliano es médico egresado de la UBA que ejerce en simultáneo la homeopatía. Es docente en la Universidad Maimónides y colabora en la fundación Logosófica, dedicada al conocimiento del hombre a través de la experimentación. Ahora que conoce sus orígenes, celebra ciertas coincidencias con su nueva familia. Descubre, por ejemplo que, igual que su padre, eligió la medicina.

El primer encuentro con sus nuevos familiares

"Nos recibieron con un amor impresionante. Un afecto inmediato. Ibamos en camino con mi mujer y me pareció correcto enviarles un mensaje diciéndoles que estábamos yendo. Después me dijeron que el mensaje les sirvió mucho para descomprimir porque estaban nerviosos. Con Ramiro nos dimos un abrazo ni bien nos vimos. Me fue presentando uno por uno, aunque ahora son tantos que necesitaría un cuadro sinóptico para recordar cada uno de los nombres. Nos fueron contando a grandes rasgos la cantidad de historias de militancia que se cruzan en nuestra sangre", relató.

Menna es el sobrino de la ex integrante de Abuelas de Plaza de Mayo, Alba Lanzillotto y antes del encuentro ya sabía de labor dentro de la organización. "Alba llegó un poquito más tarde y el encuentro con ella también fue muy especial. Yo ya había leído cosas de ella y tenía este sentimiento adentro de enorme gratitud por haberme buscado 40 años y nunca haberse rendido. Al principio fuimos contando como estaba viviendo la situación yo. Después ellos me iban contando cosas de la familia. Siempre con alegría y amor, aunque nos dábamos cuenta de que un poco se contenían para no ahogarnos", remarcó.

Todo es muy reciente, pero Maximiliano no quiere perder el tiempo. Con Alba y Ramiro siguen en contacto y según dijo, buscan excusas para hablar casi todos los días. "Con ellos descubrí la verdad y seguir construyendo hacia adelante", finalizó.

 
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