Hoy es un día histórico, por primera vez los familiares de las víctimas y víctimas de distintos hechos violentos y evitables nos juntamos para un reclamo unísono. El mismo que venimos llevando desde hace muchos años a través de nuestras luchas individuales o colectivas, el mismo que nos convoca y nos motiva:
Todos nosotros fuimos ciudadanos comunes, que proyectamos una vida, que albergamos sueños, que trabajamos para tener una vida plena y que, como hombres y mujeres de bien, hemos puesto en el Estado la confianza pública necesaria en el ejercicio cívico democrático. Un día, en un instante, nos convertimos en víctimas o en familiar de una víctima. Hemos enterrado hijos, madres, hermanos, esposos, esposas, hemos enterrado sueños, alegrías, proyectos, y muchas veces, la esperanza de obtener justicia. Dejamos de ser quienes éramos para convertirnos en seres dolientes que sólo encuentran acompañamiento en otros, a los que el dolor les tocó a la puerta un tiempo antes y que se convierten en los nuevos compañeros, en referentes, en amigos, pero que tienen las mismas posibilidades que nosotros para explicar el porqué de tanta indiferencia por parte del Estado.
Son tantas las razones que nos convierten en familiar de víctima que se hace imposible entender a quien mira para otro lado. Femicidios, asaltos, robos, corrupción estatal, desidia, codicia, muertes viales, impunidad… cada día, y en cada rincón de nuestro país el número de víctimas aumenta, los familiares de víctimas nos reproducimos y durante años vemos que esta realidad no se modifica sin generar en nuestros representantes la urgencia que amerita.
Los hechos que hemos vivido pueden ser muy diferentes, pero el camino transitado como víctima o familiar de víctima ha sido para todos el mismo. Quizás, alguno haya tenido mayor o menor presencia en los medios, pero los medios no son quienes nos deban respuestas. Los medios son el objetivo desesperado al que acuden las víctimas demostrando que, años de falta de respuestas por parte de las instituciones estatales son el fundamento del descrédito que tiene la ciudadanía en ellas.
Tenemos como denominador común el dolor, pero también la búsqueda de justicia. Sentimos la imperiosa necesidad de levantar la voz para que se nos escuche, porque sabemos de qué estamos hablando, porque sabemos que hay miles como nosotros que no tienen posibilidad de hacer público su caso, pero que en soledad y con la vida destrozada tienen las mismas necesidades.
En cada escenario del que el Estado se ausenta los ciudadanos comunes somos víctimas de inseguridad, de impunidad y de injusticia y es ahí donde nos convertimos en familiares de víctimas o víctimas. Y se suma al dolor, comprobar que el Estado tampoco está presente, dejándonos abandonados por segunda vez.
En el peor momento de nuestras vidas nos enfrentamos a un Estado ausente que no tiene la capacidad de mirar a las víctimas de su propia ausencia, que mira hacia otro lado porque en su necedad entiende que no vernos es una manera de desaparecernos. Nos convierten en invisibles en el mismo momento en que nos convertimos en víctimas, y así lo sentimos. Somos invisibles para los funcionarios que nos deben asistencia, somos invisibles para los legisladores que no priorizan leyes que evitarían a otros seguir nuestro derrotero, somos invisibles para quienes tienen en sus manos la imprescindible tarea de conceder justicia.
Es necesario hacer un paréntesis para pedirles que nos miren, vean cuál es la historia de cada uno, y pongan especial atención en el camino que hemos decidido recorrer después de que nos destrozaran la vida. Verán que no somos familiares en búsqueda de venganza, que no creemos que exista la justicia por mano propia, que somos ciudadanos de derecho, que respetamos las instituciones y que ansiamos vivir en un país donde las instituciones también nos respeten.
Es hora que cada quien se haga responsable de la parte que le toca, funcionarios, legisladores, ciudadanos de a pie. Nosotros, aún partidos por el dolor, hemos asumido la responsabilidad cívica que nos impone estar en este lugar, levantar la voz para que no te pase, y unirnos con el único objetivo de poner en agenda de quienes gobiernan y de quienes imparten justicia, la necesidad de terminar con la impunidad, la injusticia y la inseguridad.
Esta convocatoria no es en contra de nadie y lamentamos si alguien puede interpretarlo de ese modo, considerando que existe la posibilidad de vernos motivados por intereses ajenos a nuestro dolor. Durante años, y quienes estamos presentes podemos dar testimonio, las víctimas han sido abandonadas a su suerte.
Esta convocatoria es a favor de la vida. De la vida de quienes hasta hoy no han sufrido hechos violentos y evitables, de la vida de quienes a pesar de haberlos vivido, merecemos justicia y asistencia. No es justo lo que nos ha tocado vivir, como tampoco lo es tener que mendigar lo que nos corresponde por derecho.
Morimos en boliches mal habilitados, en ciudades que se inundan por falta de obras, en manos de femicidas que acumulan denuncias en su contra sin que a nadie le importe, morimos en rutas inseguras, al salir de un banco, al entrar a casa, en un tren sin mantenimiento. Morimos porque algunos corren picadas o manejan alcoholizados, morimos por tener un celular o por no tenerlo, por ir a un recital, por ir a trabajar…. Y sabemos que no tiene por qué ser así, sabemos que naturalizar los crímenes sólo nos lleva a la inmovilización que produce la resignación. Nosotros, no nos resignamos a continuar de este modo, nosotros entendemos que se pueden hacer muchas cosas para revertir esta situación y que quienes pueden y deben hacerlo, hoy nos están escuchando. A ellos les decimos:
Es necesario entonces que se implementen políticas de prevención y de control que impidan nuevas tragedias evitables.
Es indispensable que el Estado cuente con un registro de víctimas y de hechos impunes, único modo de evaluar necesidades y estrategias de intervención.
Es imperioso que se legisle para que las victimas reciban una asistencia integral inmediata y sostenida.
Es justo que la víctima o su familia tengan participación en todo el proceso penal.
Es imprescindible que las penas sean de cumplimiento efectivo, ni un día de más, tampoco uno de menos.
Los familiares de las víctimas, las víctimas y los ciudadanos de a pie seguiremos atentos el desempeño de cada funcionario, de cada legislador. No celebraremos anuncios aun cuando éstos sean concordantes a nuestros pedidos, esperaremos que se concreten en acciones para asumir el logro obtenido luego de tanto andar. Porque ya nos pasó y no queremos que te pase.
¡Gracias por ser parte de esta histórica jornada!
¡Gracias por no dejarnos solos!
¡Gracias por gritar junto a nosotros Para Que No Te Pase!