El Tribunal en lo Criminal Nº 2 de Morón está integrado por los jueces Osvaldo Fabián Cedarri, Humberto González y Aníbal Víctor Termite. Por sus manos pasó también el expediente del caso de Guido Álvarez, resuelto en mayo de este año. En ambas causas, hubo agresores y la determinación de justicia parece ausente.
El jueves pasado, les tocó dictar sentencia en el juicio por la muerte de Mayda Caccone, de apenas 3 años, que en julio de 2015 recibió un disparo de un motochorro que escapaba tras asaltar un comercio en el partido de Merlo. Eran las 11 de la mañana del domingo 26 de julio, cuando la niña caminaba con su madre, su hermana (10) y una prima (12) por las veredas del barrio de Pompeya. Habían salido al almacén del barrio para hacer las compras del almuerzo. A las pocas cuadras, se produce el robo y los delincuentes salen a los tiros arriba de sus motos. Un proyectil impactó en el corazón de la pequeña que murió horas después en el hospital Héroes de Malvinas.
Tras el incidente, la Jefatura Departamental de Merlo montó un operativo de búsqueda en la zona, recolectó pruebas y entrevistó a testigos del robo que aportaron información para, finalmente, dar con un testigo (de identidad reservada) que brindó datos fehacientes. Siete horas después, Gabriel Zapata y Darío Pucheta fueron detenidos. Les secuestraron la moto Yamaha XTZ 250 en que se movilizaban y un arma 9mm.
Verónica, mamá de la niña, identificó en una rueda de reconocimiento las pertenencias que tenían cuando robaron el supermercado (como usaban casco, no pudo verles las caras). La fiscal de la causa, Cecilia Corpfield, había pedido 22 y 18 años de prisión para los acusados, pero el jueves pasado, el Tribunal Oral en lo Criminal N°2 de Morón resolvió, por unanimidad, absolver a Gabriel Zapata (23) y a Darío Pucheta (30) por el crimen de la menor y dispuso su inmediata liberación.
"Esta es la Justicia que tenemos. Esos jueces dejan libres, no es la primera vez. Hay justicia para los chorros, para los que matan. Los compraron", gritan los presentes al momento de la lectura del fallo.
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En mayo de este año, el mismo TOC 2 de Morón tuvo en sus manos el destino de Guido Álvarez (19), un joven que fue baleado por un grupo de delincuentes cuando salía de bailar de un boliche de Ramos Mejía. No murió pero le quedaron secuelas de por vida y un certificado de discapacidad.
Todo ocurrió en la madrugada del 1° de junio de 2014 luego de que Guido y su grupo de amigos salieran de un boliche ubicado en Avenida Gaona, en Ramos Mejía. Los chicos se toparon con un grupo de delincuentes y quedaron en medio de una balacera. Así lo contó Roberto Álvarez, el padre de la victima, a Infobae: "Hubo una discusión, los dos entran al auto y dan marcha atrás violentamente de contramano y en zigzag tratando de atropellar a los amigos de mi hijo que estaban detrás del auto. Hacen unos 15 ó 20 metros en reversa y cuando llegan a la esquina cruzan el auto (…) bajan la ventanilla y les disparan 8 tiros. La policía encontró las vainas en el piso. Los amigos de mi hijo alcanzaron a tirarse al piso, pero Guido quiso correr para protegerse y no hizo a tiempo. Le pegaron un tiro en la frente y cayó en el medio de la calle. Los agresores escaparon". Fue gracias a uno de los amigos de Guido, que tomó la patente, que dieron con los agresores.
La causa fue tomada por el fiscal de turno que pidió 6 años de pena para los dos acusados, considerando que no tenían antecedentes. Al momento de la lectura del fallo, la familia se enteró que el Tribunal sentenció a ambos a 3 años de prisión en suspenso, pero les quedaba la posibilidad de apelar. Las cosas se complicaron en pocas horas: "Una mujer que se presenta como secretaria de la Fiscalía dice que no van a apelar. El motivo era que el Tribunal había cambiado la carátula del hecho a "lesiones graves" y, como la sentencia no es menor a la mitad de lo solicitado por el fiscal, no puede apelarse… Ambos quedaron con prisión domiciliaria", contó Álvarez.
Guido tiene una hemiparesia izquierda que le afecta ese lado del cuerpo (no puede mover la mano, camina con una valva en la pierna, y no tiene buen dominio del pie); como es zurdo tuvo que aprender a escribir con la derecha. También sufre afasia, que es un problema del lenguaje y algunos problemas cognitivos. A raíz de que no le pudieron extraer la bala de la cabeza, ha sufrido convulsiones y está medicado. "En un principio por 4 ó 5 años; transcurrido ese tiempo, se evaluará si debe seguir con la medicación. También perdió casi medio cráneo en la craneotomía descompresiva que debieron realizarle. Hoy está emplaquetado", finalizó su padre y aseguró: "Voy a denunciar a estos jueces ante el Consejo de la Magistratura".
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