Son jóvenes, trabajan en la revista La Garganta Poderosa y el sábado pasado vivieron el peor momento de sus vidas tras ser insultados, secuestrados, golpeados y torturados por miembros de dos fuerzas de seguridad en plena Villa 21, el lugar en el que viven.
Todo comenzó en horas de la noche cuando Ezequiel Villanueva Moya, un chico de 15 años, había salido para visitar a su abuela que también vive en ese asentamiento de la ciudad de Buenos Aires. Cuando regresaba fue frenado por miembros de la Policía Federal para revisarlo. De acuerdo con la denuncia de la revista y de las víctimas, en ese momento Ivan Navarro (18), amigo de Ezequiel, se acercó al retén para saludarlo y también fue abordado por los policías.
"Los denigraron un rato a los dos, entre amenazas y chicanas sobre el supuesto origen espurio de sus prendas. 'Yo me acerqué para darle un abrazo a Eze y un oficial, así, de la nada, directamente vino y me pegó una trompada'", detalló la publicación en un post de Facebook. El medio agregó que una vez que los dejaron ir, a unos 30 pasos fueron interceptados nuevamente por tres móviles de Prefectura, con cuatro uniformados cada uno. A partir de de ahí comenzó lo peor.
"Nos tiraron adentro de un coche y nos llevaron hasta la garita de Osvaldo Cruz e Iguazú". ¿Para qué? "Para cagarnos a palos". ¿Y los largaron? "No, nos subieron a otro auto, pero primero nos taparon la cabeza y nos obligaron a sentarnos uno encima del otro". De ahí, se los llevaron hasta un descampado lindero al Riachuelo, detrás de una fábrica, sobre el Camino de Sirga. "Cuando ya había unos 10 prefectos, uno dijo que nos iban a matar, porque total nadie nos iba a reclamar", prosiguió en su relato.
Luego de recibir más golpes y amenazas, les quitaron sus pertenencias y los liberaron obligándolos a salir corriendo. "Trompadas en la cara y palazos en las piernas, como tantas otras veces a tantos otros villeros, esta vez no fueron suficientes. Nos obligaron a tirarnos al piso y hacer flexiones de brazos, hasta que uno le saltó sobre la espalda a Ezequiel y otro me preguntó a mí dónde quería el tiro", agregó la publicación, de acuerdo con el relato de uno de los jóvenes.
"Alterados, como sacados, nos esposaron a un caño y dispararon varios tiros al aire, mientras nos quitaban las camperas que supuestamente habíamos robado". Pero no, robar, robaron ellos, "que se reían cuando nos ponían un cuchillo en el cuello y nos decían que también les parecían lindas nuestras zapatillas, nuestras cadenitas… Nos sacaron todo", precisaron.
Después, a pocas cuadras, uno de los prefectos puso su arma en la nuca de Iván, para obligarlo a rezar. "Dale, un Padre Nuestro para que no te mate, dale", le dijo. Y al final, cuando accedieron a dejarlos ir, los encañonaron por la espalda y con una escopeta les dijeron: "Corran bien rápido, o van a ser boleta". Finalmente se salvaron y luego elevaron la denuncia ante la Justicia.
Los jóvenes, atemorizados, se dirigieron a la Procuraduría contra la Violencia Institucional y ayer se presentaron en la fiscalía de Pompeya, para prestar declaración.
"¿Y adivinen qué? Sí, estaba ahí, uno de ellos estaba ahí, el prefecto Leandro Adolfo Antúnez estaba ahí. Lo vieron, lo señalaron y lo denunciaron. Acto seguido, el fiscal Marcelo Munilla Lacasa pidió la orden de detención y la remoción de los agentes que integraban el móvil. Pero ahora, nuestros compañeros tienen miedo. Sus familias tienen miedo. Nosotros tenemos miedo", agregó la revista.