Cómo es la "Tenzing-Hillary", la excéntrica y dura maratón del Everest

Más de 200 corredores de 34 países desafiaron las condiciones climáticas de las montañas nepalesas y corrieron el circuito más difícil del mundo. Los detalles de una competencia para la que los participantes debieron seguir un especial entrenamiento para aclimatarse a la altura, a la escasez de oxígeno y a la baja presión atmosférica

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En las montañas de Nepal se realiza una de las carreras más extremas (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)
En las montañas de Nepal se realiza una de las carreras más extremas (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)

La altura de la meta se sitúa en los 3.446 metros. Una marca que intimida, amedrenta, paraliza. Los organizadores la autodefinen como la carrera más espectacular del mundo que se celebra anualmente. Aunque bien también podrían tildarla como la más difícil. Lo cierto es que la Tenzing-Hillary es de las maratones más complejas de completar. Un desafío que invoca a despertar la faceta más valiente y feroz de los competidores.

La maratón que se compite en las montañas nepalesas se compone de una serie de características que constituyen un reto físico y mental solo aptos para aventureros desafiantes. Está entre aquellas destacadas como las más exigentes por desarrollarse en terrenos inhóspitos y con condiciones meteorológicas extremas. Se erige como uno de los circuitos más duros y excéntricos del planeta que expone a los participantes a diversos riesgos más allá de los efectos de la altura. Por ejemplo, entre las consecuencias negativas para la salud, puede aparecer edemas pulmonares o hipotermias.

Participaron 202 corredores provenientes de 34 países (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)
Participaron 202 corredores provenientes de 34 países (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)

La Everest Tenzing-Hillary Marathon se organiza cada año desde 2003 y se celebra -si el tiempo lo permite- cada 29 de mayo para conmemorar el aniversario de la conquista de la cumbre más alta del mundo por los alpinistas Tenzing Norgay y Edmund Hillary (en 1953). Los organizadores cuentan que la competición es el mejor homenaje a estos dos grandes iconos de almas aventureras que sellaron su gesta en los anales de la civilización e historia humana.

La compleja superficie y el clima acomplejan la tarea (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)
La compleja superficie y el clima acomplejan la tarea (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)

El reto de esta maratón no comienza en la línea de salida. Antes de iniciar el desafío runner hay todo un proceso de aclimatación previo. Previo a la competencia, los fondistas reciben un especial entrenamiento para adaptarse a la altura, a la escasez de oxígeno y a la baja presión atmosférica. Durante 15 días siguen un programa para llegar preparar al cuerpo, que deberá enfrentar en el punto de partida una altura que marca los 5,184 m. La rutina consiste en realizar distintos tramos de trekking entre valles y bosques alpinos, alternando con algunos días de descanso. Siempre siguiendo una dieta especial. Además, los organizadores les recomiendan realizar dos ascensos en la cima más cercana, a 5,500 m.

Superado el pasaje para habituarse, llega el momento de la competencia. En el trayecto, que cumple con la distancia de los clásicos 42,195 km, se deben atravesar puentes colgantes, monasterios budistas (los de Pangboche y Thyangboche), y evitar el peligro de cruzarse en el camino con algún yak (el bóvido de tamaño mediano y pelaje lanoso, nativo de las montañas del Himalaya). La reducción del aire y las bajas temperaturas se suman al complejo terreno, con senderos estrechos y rocosos, o con superficies de hielo y nieve, formando un combo de alta dificultad.

Los fondistas reciben una especial adaptación previa de entre dos y tres semanas (Dibesh Manandhar/Everest Marathon Facebook)
Los fondistas reciben una especial adaptación previa de entre dos y tres semanas (Dibesh Manandhar/Everest Marathon Facebook)

La carrera de las alturas comienza en el Campo Base del Everest, ubicado a 5.364 m. Desde allí, se inicia un recorrido que en su mayoría es cuesta abajo, a excepción de algunas subidas empinadas, hasta el poblado de Namche Bazaar, donde el nivel sobre el mal es de 3. 446 m. Como para establecer un parámetro de comparación, este último valor es aproximado al de la ciudad de La Paz, en Bolivia. El pico máximo es imponente: son 5.545 metros de altura en la montaña Kala Patthar.

Este año, entre los diez primeros hubo ocho participantes de Nepal y dos de Polonia. Como es habitual, la competencia la ganó un competidor local. Sus condiciones fisiológicas son determinantes. Suman Kulung fue el ganador, culminando la carrera con un tiempo de 3 horas y 43 minutos. El predominio nepalés es considerable. Apenas 13 de los 50 primeros puestos son de atletas de otros países.

Por las condiciones inhóspitas, la prueba se completa en no menos de tres horas y media (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)
Por las condiciones inhóspitas, la prueba se completa en no menos de tres horas y media (Anuj Adhikary/Everest Marathon Facebook)

Tras tres semanas de travesías entre las montañas el periplo llega a su fin. Las inclemencias de la zona pusieron a prueba a 202 corredores provenientes de 34 países, que finalizaron extenuados. Al final, el desgastante desafío vale la pena. La comunión de la pasión por el running con un escenario con las mejores vistas panorámicas conforman una experiencia única, irrepetible, difícil de igualar para quien se anime a concurrir.

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