Cuando contratamos a una persona para que nos acompañe en cualquier tipo de proceso, ya sea un terapeuta, coach, profesor de inglés, instructor de yoga, nutricionista o entrenador personal, es necesario asegurarse antes que nada que sepa hacer lo que va a hacer. Esto parece obvio, pero no lo es.
Una manera sencilla para hacerlo es indagar si tiene título o habilitación para desempeñarse como profesional. En el mercado, hay muchas personas que se dedican a este tipo de ocupaciones sin haberse formado y no están avalados por ninguna institución. Ahora bien, hay títulos que tienen reconocimiento oficial, y otros no. Hay personas que han pasado varios años capacitándose en un profesorado o universidad, y otros que han hecho un curso de pocos meses promocionado como "salida laboral rápida".
Entonces, a qué se debe prestar atención cuando se contrata a un entrenador personal:
Que sea bueno. ¿Qué significa esto? Es importante que defina qué sería un buen entrenador: ¿Es alguien que motiva? ¿Alguien que le exige y lo presiona, o alguien que respeta sus límites y de a poco va acompañándolo para que pueda superarlos? ¿Necesita a alguien que escuche sus problemas, o solo está interesado en la preparación física? ¿Desea tener un entrenador físico o alguien que lo trate como si estuviera en un hotel cinco estrellas: que le lleve el agua y el bolso? ¿Alguien que se adapte a sus horarios o usted tiene flexibilidad para adaptarse a los de él?
¿Está dispuesto a pagar lo que vale un buen entrenador, o va a elegir de acuerdo a sus honorarios?
"Si el entrenador es bueno y el precio de la clase no debería ser el único motivo para decidir contratarlo o conformarse con alguien que no va a serle útil pero que cobra muy poco. Las necesidades y gustos personales son un factor clave para decidir quién es bueno en este momento", explicó a Infobae Laura Szmuch, entrenadora personal en PNL.
- Que tenga experiencia en lo que usted desea lograr. Si por ejemplo, quiere hacer fisicoculturismo, busque a alguien que se dedique a eso.
- Que sea un buen ejemplo. Que quien lo entrena, también entrene.
- Que si le recomienda comida sana, que sea porque él o ella comen comida sana.
- Muchas veces damos con profesionales del “haz lo que yo digo pero no lo que yo hago”. Es importante estar atentos si lo que nos están enseñando es algo que es posible hacer, o solo son palabras que suenan bien.
- Descartar mitos: una persona saludable no necesariamente tiene el cuerpo esculpido de las revistas de body building. El hecho de que una persona tenga un físico atractivo no lo hace un buen entrenador.
- Que se capacite, que entrene, que sepa lo que hace.
- Que conozca el cuerpo, que sepa acompañar en los momentos de desaliento o desmotivación, que respete las limitaciones inherentes a la edad, preparación física previa, y sea consciente de la relación entre posibilidades reales y expectativas desmedidas: es decir, que en el momento de fijar objetivos juntos, la meta sea realista y ecológica para su salud.
- Que le exija los chequeos médicos necesarios antes de comenzar cualquier actividad física. Que tome en cuenta lesiones anteriores.
- Que sepa anatomía, procedimientos de entrenamiento, nutrición, manejo cuidadoso de pesas, técnicas de relajación.
- Que sea profesional y mantenga una distancia óptima, es decir, que sea amigable, pero que no entre en demasiada familiaridad que pueda llevar a algún tipo de confusión desde lo relacional o emocional.
- Que sea cuidadoso en la higiene y apariencia personal.
- Que a usted le guste. Que haya rapport, sintonía. Que usted se sienta cómodo con su presencia.
- Es esencial recordar la necesitad del cumplimiento de horarios y compromisos por parte del entrenador y también del entrenado. Si alguno de los dos llega tarde, o cancela sin previo aviso, la motivación de ambos baja, y de a poco la relación y el entrenamiento se van debilitando.
LEA MÁS: