La playa, la arena, el mar, el descanso. O la playa, la arena, el mar, el entrenamiento. El escenario, según los intereses del veraneante, se presta para ambos planes. Y entre las múltiples actividades físicas que emergen en las ciudades balnearias, hay una que se ganó su lugar en los últimos años y en 2017 se consolida: el paddle surf.
El paddle surf -o su versión española surf de remo- es una rutina simple, de escasos lineamientos. En los últimos días, se fotografió a Nicole Neumann en una de las playas más exclusivas de Punta del Este junto a su familia. La reconocida modelo aparecía subida a una tabla de surf, pero en vez de utilizar sus brazos para posicionarse frente a una ola, se desplazaba gracias a un remo.
Normalmente de pie o también de rodillas, el deporte gana adeptos y, de hecho, ya se desarrollan competencias oficiales de larga distancia. La tabla tiene un volumen apenas más grande que la convencional de surf; su grosor y anchura permiten que el deportista se mantenga erguido sin riesgos a una caída.
Claudia Lescano, licenciada en preparación física y alto rendimiento, explicó a Infobae: "El paddle surf es una actividad bárbara porque implica un trabajo propioceptivo. Ajusta nuestro cuerpo al espacio. En este caso, al estar en una superficie inestable como el agua se perfecciona el ajuste de nuestro centro de gravedad, lo cual mejora nuestro equilibrio".
El agua juega un papel esencial. Implica un desafío de adaptación corporal mayor y la musculatura en su totalidad trabaja. "Se tonifican todos los músculos porque es una actividad demandante. Los espinales y los abdominales, sobre todo, sienten el esfuerzo. Los brazos, gracias a la necesidad de remar, se fortalecen. Se logra mejorar, por ejemplo, la coordinación, la velocidad y la agilidad", resaltó Lescano.
El surf de remo se suele realizar con un oleaje calmo que permite desplazamientos más cómodos e impide las caídas. A mayor cantidad de olas, la actividad adquiere también una mayor dificultad y, por ende, implica una demanda física superior.
Aunque de acuerdo a la especialista, hay una función que se activa -quizás la más relevante- y pasa inadvertida. "Cuando se plantea un desafío de este tipo en el agua, el cerebro también trabaja. Estimulado ante la necesidad de responder a diferentes situaciones y circunstancias, reacciona en forma positiva", enfatizó.
Ejercitar y relajarse. Trabajar la musculatura y apreciar la belleza del paisaje playero alrededor. Nicole Neumann se transformó, por su notoriedad, solo en la cara visible de un deporte que se instaló definitivamente como uno de los entrenamientos del verano.
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