Los secretos de la abuela india que da clases de yoga a los 98 años

Täo Porchon-Lynch ingresó en el Libro de los Guinness por ser la mujer más longeva en enseñar esta disciplina. Los detalles de una historia de superación

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“Si pones tu pensamiento en
“Si pones tu pensamiento en algo positivo se podrá materializar”, expresó la profesora de yoga

Una buena copa de vino, hablar en forma pausada y vestir unos pronunciados zapatos pueden cambiar cualquier día de Täo Porchon-Lynch, una profesora de yoga india que ha entrado en el Libro de los Guinness por ser la mujer más longeva en brindar clases de esta actividad.

"Nada es imposible, todo sucede apenas te levantás y decís: 'este va a ser el mejor día de mi vida'. Y así lo será", dijo Porchon-Lynch en una entrevista que le realizó la BBC. "Si ponés tu pensamiento en algo positivo se podrá materializar. No pienses en cosas malas. Eso me ha ayudado".

La superabuela nació en India en 1918 y ha transitado una vida digna de ver en la pantalla grande. A sus ocho años, descubrió el yoga tras quedarse fascinada con un grupo de niños en la playa contorsionando sus cuerpos para lograr extrañas posturas. "Fui y le pregunté a mi tía: '¿ellos me dejarían hacerlo?' Y me respondió: 'Eso no es un juego, es yoga, y no es para las niñas'. Entonces fue cuando empecé a hacerlo", contó en una entrevista con el periódico estadounidense The New York Times, ciudad en la que reside cuando no está viajando por el mundo.

Täo Porchon-Lynch nació en India
Täo Porchon-Lynch nació en India en 1918

Además de dedicar su vida a la práctica milenaria del yoga, Porchon-Lynch también participa en competencias de baile de salón junto a parejas que llegan a tener 70 años menos que ella. Se dio el gustó de vivir en Londres y de formar parte de un selecto grupo de bailarinas que entretenían a los soldados en la Segunda Guerra Mundial.

"Lo mejor que me ha podido pasar es ver a alguien a quien le estás enseñando a decir que no puede hacer esto o no puede hacer aquello. Y de repente comienza a aparecer una sonrisa en su rostro y se da cuenta que sí lo pueden hacer. Esa es la mayor satisfacción que he tenido", declaró la mujer que no bebe agua.

En 1963 se casó con un vendedor de seguros, Bill Lynch, con quien compartió su pasión por el vino hasta el punto que ambos fundaron la Sociedad Estadounidense de Vino. Tras la muerte de Lynch en un accidente de motocicleta en 1982, ella decidió volcar definitivamente su vida al yoga.

"Cuando estás en contacto con tu interior estás en contacto con tu aliento de vida, no puedes evitarlo. Lo primero que se tiene que aprender es a respirar y moverte con tu respiración. Tiene que venir de tu cuerpo", explicó.

"Tuve una experiencia increíble con un chico que vino a una de mis clases en Baltimore. Él estaba con lágrimas en los ojos por el dolor que estaba sufriendo. Había visitado muchos médicos y tomaba todo tipo de medicaciones pero nada le servía. Pero cuando le enseñé un par de ejercicios, me dijo que por primera vez no se sentía enfermo en mucho tiempo", sostuvo.

También recordó: "He tenido tres artroplastías de cadera y los doctores me dijeron que no iba a poder hacer una serie de ejercicios y movimientos", recordó quien se golpea el pecho asegurando que "les demostré que lo podía hacer y lo sigo haciendo. Tal vez no de la misma manera que cuando era más joven, pero tomo una respiración profunda y hago que sea posible".

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