Mark y Scott son gemelos. Ambos tienen cinco años, es de noche, y sus padres ya les dijeron que es hora de irse a dormir. Sin embargo, en la oscuridad y en susurros, los dos planean lo que se constituye como su mayor sueño: construir un avión, o un cohete.
En tiempos donde la célebre -y por entonces impensada- misión Apolo 11 estaba en boca de todos, la idealización del oficio de astronauta y la fascinación que producía el espacio en todo el mundo les impactó a ambos por igual. Hablaban en su propio lenguaje, se vistieron igual hasta el primer grado e hicieron todo juntos hasta su juventud. Es que, además de compartir genética, los gemelos comparten un vínculo único e inexplicable.
El tiempo pasó y ninguno de los hermanos Kelly finalizó lo que ambos planificaron en su infancia. Pero en su historia de vida sí hay aviones, y también cohetes. A finales de la década del 80 fueron comisionados como aviadores navales en Estados Unidos y asignados a servicio a bordo de portaaviones. Luego, al terminar su primera asignación ambos se convirtieron en pilotos de pruebas en la marina estadounidense. En 1995 Scott y Mark Kelly aplicaron para ser miembros de la NASA y, ya para 1996, estaban vistiéndose iguales nuevamente, pero, esta vez, trajes presurizados de astronauta.
De 1999 en adelante sirvieron un conjunto de ocho misiones, aunque nunca fueron al espacio juntos, por decisión propia. "Pensé que sería realmente una mierda para nuestros hijos perder tanto a su padre como a su tío en un accidente", explicó Scott.
Aunque Scott voló primero al espacio, Mark voló dos veces antes que su hermano lo hiciera por segunda vez y una vez más antes de que Scott lograra su tercera. Sin embargo, y aunque no compiten, las misiones de Mark suman un total de 54 días en el espacio y las de Scott, más de 500. Esto se debe a que sus misiones fueron más largas y, la última que realizó, de un año entero, fue la de mayor duración que un astronauta estadounidense realizó jamás.
La particularidad de esta misión (que se extendió de marzo de 2015 a marzo de 2016) fue que, de cierta forma, ésta sí la hicieron juntos. Mientras Scott se mantuvo durante 365 días a 369 kilómetros por sobre la Tierra, desplazándose a 28 mil kilómetros por hora, Mark, su hermano mayor por seis minutos, se mantuvo en la Tierra para poder desarrollar un estudio único sobre el cuerpo humano y el impacto en él de un viaje y estadía en el espacio.
Hace ya tiempo que la NASA se debate sobre cómo será enviar una misión tripulada a Marte y cómo podrán los humanos sobrevivir a ello sin que los huesos se vuelvan extremadamente frágiles, los globos oculares pierdan su forma y los corazones se debiliten al tener que latir en contra de la gravedad. Para alcanzar un mejor entendimiento de esto la NASA necesitaba que algún astronauta se aventurara a exponerse a pruebas de larga duración. En un experimento perfecto, debería existir otro voluntario con quien comparar los resultados, alguien, por ejemplo, con la misma genética. Y los hermanos Kelly decidieron protagonizarlo.
Scott dejó entonces su casa en Houston, a sus hijas Samantha y Charlotte y a su novia Amiko Kauderer para cumplir con su misión y Mark, por su parte, dejó ir a su gemelo, su más cercano confidente.
Durante su tiempo en la Estación Espacial Internacional (EEI) junto al astronauta ruso Mikhail Kornienko, Scott se sometió a todo tipo de pruebas médicas y psicológicas diarias, las mismas que debía realizar su hermano. Análisis de eficiencia cardiovascular, niveles de oxígeno en sangre y volumen de sangre, densidad ósea, envejecimiento celular, cambios de fluidos en el cuerpo, sonogramas del ojo y el nervio óptico y hasta seguimientos psicológicos de función cognitiva, humor y nivel de estrés eran las tareas periódicas a las que ambos debían someterse.
Aunque la EEI posee todas las comodidades y estuvo gran parte del tiempo acompañado, pasar tantos días en el espacio es estresante, por lo que el aspecto psicológico fue también crucial a la hora de comparar los resultados. Así todo, ambos adoran su trabajo. "Extraño cada día que pasé en el espacio", admitió Mark, quien está retirado hace más cantidad de tiempo que su hermano, retirado poco tiempo después de volver de esta última misión. "Este es un trabajo peligroso", dijo Mark. "El público no entiende cuán peligroso".
Los primeros resultados del estudio
Los primeros días después de su vuelta, Scott fue cuatro centímetros más alto, perdió masa muscular y densidad ósea, perdió volumen sanguíneo y su campo de visión decayó. Pero casi un año después del retorno de Scott a la Tierra, la NASA reveló el primer informe con datos que formarán parte del informe completo, a realizarse en los próximos cinco años.
En esta reciente publicación, uno de los hallazgos más extraños fue que Scott aumentó la longitud de los extremos de los cromosomas, llamados telómeros. A pesar de que volvieron a su tamaño habitual poco después de su regreso, el efecto impactó a los científicos porque los telómeros se acortan a medida que el cuerpo envejece. Solía creerse que el espacio aceleraba ese proceso, pero parece ser que es a la inversa. "Es importante tener en cuenta que un alargamiento de los telómeros no siempre es una buena noticia. Su alargamiento también se asocia con algunas enfermedades y patologías, aunque este no parezca ser ese caso", explicó John Charles, uno de los jefes de la NASA.
Una foto publicada por Scott Kelly (@stationcdrkelly) el
Otro rasgo que desconcertó a los genetistas que estudian el caso es el llamado "gen del espacio". Mediante la secuenciación del ARN (ácido ribonucleico, mensajero de información genética) en los glóbulos blancos de los gemelos, los investigadores encontraron más de 200 mil moléculas de ARN que se expresaron diferente entre los hermanos. Si bien es normal que los gemelos tengan mutaciones únicas en su genoma, la clave es detectar si puede existir una mutación especial causada por pasar tiempo fuera del planeta. "Scott podría haber activado un gen del espacio durante el viaje", apuntó la NASA.
Por otro lado, aunque a Scott le dolían las articulaciones y músculos mucho más que al regreso de otras misiones, después de un tiempo en la Tierra su rendimiento físico se normalizó. Es frecuente que los astronautas pierdan densidad ósea y muscular cuando permanecen en órbita, pero, en este caso, se registró paralelamente un incremento de una de las hormonas "reparadoras" de músculos y huesos. Eso probablemente se debe al constante ejercicio físico que hizo en la EEI.
Sin embargo, un dato que preocupó a los investigadores fue que Scott manifestó una pérdida de precisión y tiempo de reacción en el manejo de pantallas durante las pruebas de arrastrar elementos, teclear o ajustar formas en un dispositivo. Este dato es para ellos importante para analizar la tecnología necesaria en una probable expedición a Marte, un ambiente hostil.
Finalmente, otra de las preocupaciones es que los niveles de metilación de ADN de Scott descendieron. Este proceso es esencial para el desarrollo normal y se asocia con una serie de procesos clave, como el envejecimiento y la carcinogénesis. En Scott, este nivel disminuyó mientras que en su hermano aumentó. "Estos resultados podrían indicar que existen genes que son más sensibles a un entorno cambiante, ya sea en la Tierra o en el espacio", indicaron desde la NASA.
El resto de los resultados comparativos relacionados con la nutrición y algunos aspectos psíquicos se asemejan a condiciones de estrés, como modificaciones en la dieta o el sueño de la Tierra. Las variaciones de Scott naturalmente son más amplificadas porque pasó todo ese año ingiriendo alimento liofilizado y durmiendo en ausencia de gravedad, por ejemplo.
Durante todo el tiempo que permanecieron separados en cada una de sus misiones, la conexión entre ambios fue siempre cercana. Ejemplo de ello fue la anteúltima misión de Scott, en enero de 2011, cuando la esposa de Mark, la ex congresista Gabrielle Giffords, fue gravemente herida en un intento de asesinato en 2011. "La única persona que podía darme el mayor apoyo", estaba fuera del planeta", dijo.
47 años pasaron ya desde la época en que Mark y Scott eran dos pequeños niños que fantaseaban con explorar el aire y el espacio. Ahora, a punto de cumplir 53 años y disfrutar juntos su retiro, sus nombres pasarán por siempre a la historia de la ciencia y la exploración espacial. Y, si el hombre alguna vez llega a aterrizar en Marte, ellos serán recordados como el primer eslabón de una gran cadena de investigación anatómica y espacial.
La ciencia podrá comparar las diferencias en sus alteraciones genéticas, físicas y psíquicas, podrá investigar si uno tiene más o menos densidad ósea o si su sangre fluye correctamente, pero nunca jamás podrá un científico comprender fielmente de qué se trata esa extraña conexión especial, telepática y cercana que une a los "gemelos espaciales": Mark y Scott Kelly.
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