Desde hace más de 50 años, la prevención de un embarazo no deseado parece exclusiva de un género femenino. El descubrimiento de un nuevo método anticonceptivo inyectable masculino abría la puerta para que ellos también tomaran la responsabilidad. Sin embargó, la prueba se suspendió y desató una gran polémica.
En distintos centros de salud de todo el mundo, se llevó a cabo una prueba del anticonceptivo hormonal masculino. El experimento, patrocinado por las Naciones Unidas, se realizó en 320 hombres sin problemas de salud que llevaban una relación de pareja heterosexual monógama. Los voluntarios, comprendidos entre las edades de 18 y 45, antes de ser aprobados como participantes debieron someterse a un recuento de espermatozoides para certificar un número normal al inicio.
Cada 8 semanas, los voluntarios recibieron una inyección que contenía 1.000 miligramos de testosterona sintética y 200 miligramos de enantato de noretisterona; un derivado de los hormonas femeninas progesterona y estrógeno.
Los resultados, publicados en la revista Journal of Clinical Endocrinology and Metabolism, fueron más que auspiciosos. Se descubrió que el anticonceptivo masculino tiene un 96% de efectividad. De hecho, la Organización Mundial de la Salud sostuvo: "El estudio descubrió que es posible tener un anticonceptivo hormonal para hombres que reduzca los embarazos no planeados en la pareja del hombre que la use".
Sin embargo, la prueba debió detenerse en forma anticipada ya que se encontraron efectos secundarios en algunos de los hombres a los que se suministró el anticonceptivo inyectable. Solo 20 de los voluntarios sufrieron síntomas colaterales como depresión dolor muscular, cambios de ánimo, acné y alteraciones en la libido; reacciones típicas que sufren las mujeres después de tomar la conocida como pastilla del día después.
A partir de la decisión de discontinuar la prueba, el debate en torno a las diferencias entre hombres y mujeres se reinstaló. "Qué triste para estos pobres hombres, que no pueden manejar los efectos secundarios que muchas mujeres tenemos que lidiar todos los días sólo para evitar un embarazo no deseado", ironizó Anna Rhodes, columnista del diario británico The Independent.
La periodista se encargó de enfatizar que las mujeres debieron asumir la responsabilidad de la anticoncepción desde que la píldora fue lanzada por primera vez en 1962. El feminismo cuestionó un "doble estándar" en referencia a la permisión del método anticonceptivo femenino y la prohibición del masculino cuando los efectos colaterales causados por ambos son similares.
"Cuando se trata de anticoncepción, la medicina claramente está cargada favorablemente hacia los hombres. Las mujeres pueden tener malestares como la depresión y el acné por el bien mayor de prevenir un embarazo no deseado, pero el mismo nivel de malestar no puede ser sentido por un hombre", escribió Rhodes.
Por su parte, la filósofa estadounidense Elisabeth Lloyd señaló: "El 20% o el 30% de las mujeres que toman píldoras anticonceptivas orales experimentan depresión y tienen que tomar medicamentos para solucionarlo. Así que la diferencia me impactó. En cambio, ellos terminaron este estudio cuando se mostró que la depresión afectaba al 3% de los hombres".
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