Los niños prodigio se destacan por contar con habilidades extraordinarias a muy corta edad: un gran talento en el manejo de un instrumento musical o una facilidad infrecuente para las matemáticas. Sin embargo, pese a que muchos piensan que tienen el futuro asegurado, la realidad es que en numerosos casos no les alcanza para desarrollarse con éxito en la adultez. Y en esos casos también es vital la presencia activa de un docente.
Una investigación de la Universidad de Vanderbilt, conocido como Study of Mathematically Precocious Youth (SMPY), se transformó en el informe más extenso de la historia sobre niños superdotados después de seguir durante 45 años a 5.000 de los chicos estadounidenses más brillantes. El propósito fue conocer los detalles de su evolución intelectual y profesional para, de ese modo, evaluar los mecanismos más eficaces en su crianza y educación.
Así, uno de los principales descubrimientos es que aún también los niños superdotados necesitan la figura de un maestro o profesor que los sepa guiar, les ofrezca un camino de posibilidades y los ayude a potenciar sus virtudes académicas.
El estudio comenzó cuando uno de sus autores, Jonathan Wai, psicólogo de la Universidad de Duke -que lleva adelante un programa de identificación de talentos- conoció a Joseph Bates, un chico de 12 años con facultades intelectuales excepcionales pero que no encontraba la suficiente motivación. En ese momento, Joseph se convirtió en el primer participante de la investigación.
"Estos niños tienden a convertirse en nuestros eminentes científicos y académicos, nuestros directores ejecutivos más importantes, jueces federales, senadores y multimillonarios", sostuvo Wai a la revista Nature. De todos modos, muchos de esos potenciales adultos influyentes quedan en el camino porque sus maestros, al ver su facilidad en materias como ciencia y matemática, le prestan mayor atención a aquellos otros que demuestran deficiencias en el aprendizaje.
Además de la atención recibida en la escuela, se percibió una estrecha relación entre el rendimiento académico y los lazos afectivos. Aquellos niños que recibieron contención y motivación durante la infancia en el ámbito familiar obtuvieron mejores resultados en su formación universitaria posterior.
Mark Zuckerberg, Stephen Hawking, Lady Gaga y Sergey Brin, cofundador de Google, junto a matemáticos célebres como Terence Tao y Lenhard Ng fueron algunos de los niños superdotados que luego alcanzaron el éxito profesional. "Nos guste o no, estas personas realmente controlan nuestra sociedad", comentó Wai.
Uno de los hallazgos más novedosos que presentó la investigación fue en la orientación que recibieron los niños de parte de sus maestros primarios y secundarios: cuando un chico demuestra un interés particular por determinado campo en la infancia, lo habitual es que sus profesores lo induzcan a enfatizar en esa disciplina, pero sin dejar de lado el resto. Según el informe, los niños que se especializaron desde temprano en una tarea específica desarrollaron mayores limitaciones en otras áreas y lo ideal hubiera sido que sus aficiones fueran variadas, por más que exista un rechazo inicial.
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— Tendencias (@InfobaeTrends) 13 de septiembre de 2016
Para evitar el aburrimiento y poder alentar a los alumnos prodigios a brillar en sus campos, el estudio reveló la importancia del "saltearse" grados o años escolares. Aquellos estudiantes que pudieron avanzar a grados superiores pese a su edad registraron una posibilidad de conseguir patentes y doctorados 60% veces mayor que aquellos a los que mantuvieron con rigurosidad en el curso que les correspondía a sus años.
El tiempo de recreación que todo niño debe tener también apareció como un factor clave en un desarrollo cognitivo eficaz. Por ejemplo, el uso asiduo de videojuegos, tantas veces denostados, encontró una conexión con resultados académicos superiores. A su vez, la enseñanza temprana de un instrumento musical y la incorporación de la lectura como hábito diario aumentaron las posibilidades de un porvenir más notable.
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