Síndrome de fatiga crónica: ¿las personas también pueden hibernar?

Un estudio de la Universidad de California reveló que los pacientes con la patología pueden experimentar un metabolismo similar al de algunos animales durante su proceso de descanso profundo. De qué se trata el descubrimiento

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Las personas que sufren el
Las personas que sufren el síndrome de fatiga crónica experimentan un proceso similar al de algunos animales

Murciélagos, osos, abejas, serpientes, ardillas y otras tantas especies de animales tienen su punto en común: la hibernación. Durante meses, estas criaturas se "bloquean" y entran en modo ahorro de energía como si fueran teléfonos celulares. Su temperatura desciende, su metabolismo se ralentiza y el consumo de oxígeno se reduce a niveles mínimos. Este mecanismo de adaptación básica los ayuda a sobrevivir a las condiciones ambientales más duras. Ahora bien, ¿cuál es la relación de este proceso biológico en los seres humanos?

En la Universidad de California, el investigador Robert Naviaux publicó un informe en la revista PNAS que plantea la posibilidad extraordinaria de que las personas puedan ser capaces de ponerse en un estado de hibernación similar al de ciertas especies, pero de una manera más dolorosa que placentera.

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En el caso de los humanos, el proceso de “hibernación” es más doloroso que placentero

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es uno de los mayores misterios de la medicina moderna. Hasta hace poco tiempo, los especialistas la consideraban un trastorno meramente psicológico, algo que tan solo sucedía en la cabeza del paciente. Sin embargo, el SFC demostró dejar una secuela palpable en la sangre a través de una serie de marcadores químicos. Por entonces, se sospechaba que su origen podía ser una infección que activaba en demasía el sistema inmune. El último hallazgo rectificó esa versión inicial.

La investigación detectó que la fatiga crónica se caracteriza por un estado permanente de agotamiento y efectos derivados como dolores de cabeza, lagunas en la memoria y problemas para conciliar el sueño. El científico Naviaux se dedicó a comparar las sustancias químicas producidas durante el metabolismo, conocidas como metabolitos, en 84 voluntarios. Se analizó a 45 de esos hombres o mujeres con síntomas típicos de SFC y a los 39 restantes, como grupo de control.

Los investigadores llegaron a compararlo
Los investigadores llegaron a compararlo con el “estado Dauer”

Luego de comparar los metabolismos de ambos grupos, Naviaux y su equipo descubrieron que el 80% de los metabolitos eran más bajos en los pacientes con SFC. Además, encontraron anomalías en 20 de las 63 vías químicas que interactúan en el proceso metabólico. Los dos resultados muestran una retracción brutal en las personas con síndrome de fatiga crónica, lo que llevó a los investigadores a vincularlo con el "estado Dauer", una disminución masiva en el metabolismo de los gusanos, utilizada como mecanismo de supervivencia ante el hambre o ambientes tóxicos.

"A pesar de que el síndrome de fatiga crónica puede ocurrir por diferentes razones, su aparición siempre altera el metabolismo de las células de la misma manera. Es curioso que químicamente sea similar a la diapausa, un estado de baja actividad metabólica en la que entran algunos animales para sobrevivir a condiciones ambientales desfavorables que generalmente conducen a la muerte", sostuvo Naviaux.

Cuando las personas atraviesan momentos de adversidad, las células tienden a entrar en un modo defensivo. "En la mayoría de los casos, esta estrategia es eficaz y el metabolismo normal se restaura después de unos pocos días o semanas, y la recuperación es completa al cabo de unas pocas semanas o meses", añadió el jefe del laboratorio genético de la Universidad de California. Lo que sucede con el síndrome de fatiga crónica es que el cuerpo se "atasca" en ese estado, lo que deriva en malestares prolongados.

La gran ventaja que proporciona el hallazgo es su diagnóstico. Hasta entonces, los pacientes que sufrían el síndrome de fatiga crónica le contaban a su médico de cabecera los síntomas que padecían y, en base a eso, el especialista intuía de qué se trataba, muchas veces por descarte. Hoy, después de las enormes diferencias que se demostraron en el metabolismo de los participantes del estudio, el diagnóstico está amparado por una base científica que antes no existía.

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