No se conoce con exactitud cuál es el primer acto de corrupción documentado. Para algunos las pruebas pueden encontrarse en el Viejo Testamento, para otros en el Antiguo Egipto, cuando Peser, funcionario del faraón Ramsés IX -1100 a.c.- denunció a un colega por haberse asociado a profanadores de tumbas.
La corrupción suele asociarse a los actos que se producen en el poder, en las actitudes non sanctas de los funcionarios de turno que buscan enriquecerse a partir del erario público. Sin embargo, este accionar está tan inmerso en la estructura social que, muchas personas, consideran tener una actitud impoluta, cuando en realidad realizan, casi de manera cotidiana, actos de dudosa moral.
En el marco del ciclo de divulgación científica de Infobae "La vida secreta de la mente", Mariano Sigman, doctor en Neurociencia, reflexionó sobre diferentes actitudes humanas que pueden pasar desapercibidas, pero que en realidad encubren una triste realidad: "La corrupción nos constituye como personas".
"¿Alguna vez coimeaste a alguien? ¿Te copiaste en un examen? ¿Manejaste por la banquina en una autopista llena de coches? ¿Pegaste una patada a alguien en un partido de fútbol? ¿te llevaste un 'regalito' en un hotel?", comentó Sigman.
Seguro que la respuesta es sí, las pequeñas transgresiones a las leyes ocurren en cualquier lugar del mundo, sin importar el género, ni la edad.
"Todos tenemos la convicción de que la corrupción destruye a la sociedad, pero al mismo tiempo la percibimos como si fuese algo que vive en una tercera persona, un problema de ellos, de los políticos, pero no de nosotros".
Esa manera de afrontar el conflicto interno es casi un mecanismo de autoprotección para distanciarse del grado de responsabilidad que cada persona tiene en un entorno determinado. Sin embargo, si existe un "nivel de corrupción" tiene un límite, no todos reaccionan de la misma manera.
"Una idea más interesante para pensar y resolver la corrupción es comprender y aceptar que todos somos corruptos hasta cierto lugar, en cierta medida, todo tenemos un pequeño grado", aseguró el director del Laboratorio de Neurociencia de la Universidad Di Tella e investigador del CONICET.
Para demostrar cómo este comportamiento está instaurado en todo el planeta, aunque no se desarrolle con la misma intensidad, el neuroinvestigador retomó un estudio del científico israelí Dan Ariely: el test del cubilete
La tarea era sencilla. Cada persona recibía un cubilete con dos dados y después de 'tirarlos' debía informar cuánto sumaban. El resultado de la cuenta se traducía en la cantidad de dinero que la persona recibía. Si salía un 5 y 2, ganaba 700 dólares. Eso sí, nadie controlaba que el sujeto de investigación dijese la verdad, no por lo menos de manera evidente.
"Así descubrieron que casi todo el mundo hace un poco de trampa. Nadie hace mucha, pero casi nadie hace poca".
Otro de los resultados evidentes fue el 'punto de equilibrio': "Cada persona lo tiene, un hasta acá voy, más allá de esto no. El punto de corte en el cual estamos tranquilos con nosotros mismos".
Para el especialista "entender esto quizá no ayude a resolver la corrupción de una manera más efectiva como sociedad, no pensándolo como algo que solo le sucede a los otros. Sino entendiendo que en cierta medida está en cada uno de nosotros, sin demonizarlo, es algo que nos constituye y tenemos que cambiarlo".
Enigmas del cerebro: ¿cómo darse cuenta en quién se puede confiar? por @mariuchuhttps://t.co/TquNpTEdan pic.twitter.com/NOnSNqYhXg
— Tendencias (@InfobaeTrends) June 28, 2016
Cuatro claves para entender la corrupción. Sigman responde:
–¿Existen estudios científicos que respalden una teoría genética de la corrupción?
No, no existen. La razón por la cual hay sociedades corruptas no pasa por la genética, sino porque ese cerebro crece en un cierto medio, con ciertos valores y una educación determinada. La corrupción tiene que ver con la historia y el desarrollo educativo de una sociedad y no con los genes.
-¿Por qué en algunos países hay muchísima corrupción, no solo del gobierno, y en otros tan poca?
No existe una respuesta que pueda acaparar todo el entramado que conforma a una sociedad. Este es un tema en estudios y está relacionado con muchos planos, desde las legislaciones hasta la organización social de la economía. Responder esto requiere de la participación de muchas ciencias distintas, sociología, la política, la economía y, en cierta medida, de la psicología experimental.
Hay algunos ejemplos que demuestran cuán adherido se está a la ley. Por ejemplo, algo que se puede ver casi de manera cotidiana, cuando un padre se sube a la banquina le está enseñando a su hijo que hay ciertas reglas que no respeta, esa es una manera de comunicar que en algunas situaciones se puede evitar la ley.
Otro ejemplo son los 'buchones', en nuestra sociedad están muy mal vistos, es una palabra con una connotación despectiva. Si se lo piensa desde otro lugar, ese 'buchón' es alguien que está en cierta medida haciendo la correcto, está denunciando a otra persona que evade las normas. Según el país, existen distintas posiciones: Japón es un país tremendamente normativo, en el que se respetan las reglas y eso se comunica de padres a hijos.
-¿Por qué las personas con poder se corrompen?
En realidad hay una suerte de corrupción latente en todo el mundo. En todos lados se roba un poco. En los países más corruptos, la gente roba un poco más, que en los menos. La corrupción está embebida en la sociedad, el poder no corrompe, sino la cultura de la corrupción. El investigador Rafael di Tella indagó en este tema y llegó a la conclusión que cuando la gente tiene acceso a poder actuar de manera egoísta y no respeta el cuidado de los demás, hay un mecanismo interno de echarle la culpa al otro. La excusa suele ser "Sino los otros lo hubiesen hecho…"
El problema es que se toma distancia de la gente y eso le permite corromperse, se manejan muchísimos fondos y esa combinación siempre es mala. La forma de contrarrestarlo es a través de la transparencia, que lo actos que una persona hace se vean, ya que eso genera una menor predisposición.
-¿Cuánto hay de cierto en el mito que asegura que el clima hace que las personas sean más propensas a no seguir las normas?
Probablemente sea un mito. En transparency.org hay un mapa mundial de la corrupción y si bien se puede ver un pequeño gradiente climático, esto no significa que el clima sea el principal responsable. Por ejemplo, Argentina está enfrente de Uruguay, tenemos el mismo clima, y sin embargo son mucho menos corruptos; Chile es menos corrupto, mientras que en Venezuela, Paraguay y Brasil tienen márgenes diferentes de corrupción. En Europa, Francia e Italia tienen niveles distintos.