El cerebro es un órgano que cada vez sorprende más a los investigadores. En busca de encontrar las claves de su envejecimiento han descubierto que la salud cerebral no es solo un problema del cuello hacia arriba, sino que se relaciona con muchos otros órganos y sistemas del cuerpo.
“Lo que se está apreciando mejor es que el riesgo de desarrollar enfermedades cerebrales está relacionado con la salud de otros órganos”, dijo el doctor Costantino Iadecola, neurólogo y presidente del Feil Family Brain and Mind Research Institute en Weill Cornell Medicine a AARP, una ONG estadounidense dedicada a la salud de los mayores de 50 años. “El cerebro no representa la historia completa”, destacó.
Distintas investigaciones han demostrado que la salud del corazón, los intestinos, los ojos, la boca y los oídos pueden afectar el cerebro y aumentar el riesgo de desarrollar problemas cognitivos y de memoria a medida que una persona envejece. Los siguientes son algunos de los problemas que pueden afectar a la salud del órgano “comandante” de nuestro cuerpo.
1. Apnea del sueño
Los ronquidos y jadeos al dormir pueden ser un síntoma de apnea del sueño, una enfermedad en la que las personas dejan de respirar de manera intermitente y vuelven a respirar mientras duermen. Cuando no se trata, esta condición se ha relacionado con un aumento en los riesgos de demencia.
El doctor Daniel Pérez Chada (MN 47.085), presidente de la Fundación Argentina del Sueño, consultor del servicio de Neumonología y director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral, explicó en una nota reciente a Infobae que la apnea del sueño es un trastorno por el cual una persona hace una o más pausas en la respiración o tiene respiraciones superficiales mientras duerme, las cuales pueden durar entre unos pocos segundos y, en casos graves, más de un minuto.
Por su parte, según explicó en una nota reciente a Infobae el doctor Enrique De Rosa Alabaster (MN 63406), médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista especializado en temas de salud mental, “en los últimos años se ha planteado la hipótesis primero y la evidencia cada vez más fuerte después, de que existe una relación entre la apnea del sueño y el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer o tipo Alzheimer (neurodegenerativa)”.
Y completó: “Algunos estudios han sugerido que la apnea del sueño puede aumentar la producción y acumulación de beta-amiloide en el cerebro, lo que podría acelerar el proceso de deterioro cognitivo”.
Según AARP, un estudio publicado en la American Academy of Neurology encontró que las personas que reportaron síntomas de apnea del sueño tenían casi un 50% más de probabilidades de padecer problemas de memoria o cognitivos en comparación con quienes no tenían síntomas de esta enfermedad. “Durante esas fases de apnea en las que se detiene la respiración, tu cerebro no recibe suficiente oxígeno”, dijo Iadecola. “Día tras día, el cerebro sufrirá las consecuencias”, agregó.
El doctor Pérez Chada explicó que esta condición puede ser tratada con medidas como: evitar el alcohol, los psicofármacos, el sobrepeso, además de dormir de costado. También es importante prevenir la congestión nasal. En los cuadros moderados y severos de apnea de sueño se aplican otras técnicas más complejas: entre ellas, el uso de un dispositivo de avance mandibular, máscaras CPAP y procedimientos quirúrgicos.
2. No usar hilo dental
Se sabe que cuidar la higiene dental es fundamental para evitar caries y gingivitis, pero también es importante para la salud cerebral.
Un estudio publicado en julio del 2023 en la revista Neurology encontró que la enfermedad periodontal y la pérdida dental estaban relacionadas con el encogimiento cerebral en el área del cerebro que desempeña una función en la memoria, conocido como el hipocampo.
Además, según otro estudio, el Alzheimer tiene que ver con la periodontitis, conocida como la enfermedad de las encías. Este descubrimiento viene a respaldar una hipótesis creciente en la comunidad científica en los últimos años: la enfermedad de Alzheimer no es sólo una enfermedad neurodegenerativa, sino que estaría vinculada con una infección.
Una posible explicación de esta asociación es la inflamación crónica causada por bacterias en la boca, que pueden viajar a través del torrente sanguíneo hasta el cerebro. Se cree que la inflamación desempeña un papel en el desarrollo y la progresión de la demencia.
3. Comer alimentos ultraprocesados
Podrán ser muy sabrosos, pero las investigaciones afirman que son enemigos de la salud cerebral.
Un estudio publicado en JAMA Neurology encontró que las personas que consumieron una mayor proporción de calorías de alimentos ultraprocesados (como las papas fritas, algunos cereales y la mayoría de los snacks envasados en el supermercado) tenían más probabilidades de sufrir deterioro cognitivo.
De manera similar, un estudio del 2022 de la revista Neurology encontró que cuando las personas aumentaron la cantidad de alimentos ultraprocesados en su dieta, su riesgo de demencia se incrementó. Sin embargo, cuando la comida chatarra fue reemplazada por alimentos no procesados o mínimamente procesados, el riesgo disminuyó.
Estos alimentos pueden actuar como sustancias adictivas, dicen los investigadores, y algunos científicos están proponiendo una nueva condición de salud mental llamada “trastorno por uso de alimentos ultraprocesados”. Las dietas llenas de estos alimentos pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental, memoria, depresión, ansiedad, y de sueño, afirman los expertos.
4. Si se tienen problemas para escuchar
Investigadores de la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins descubrieron en un estudio de JAMA del 2023 que la pérdida auditiva moderada a grave se asoció con una mayor prevalencia de demencia entre una muestra representativa a nivel nacional de adultos mayores en EE.UU. Sin embargo, el uso de audífonos se vinculó con una menor prevalencia de esta patología.
Estudios anteriores han llegado a conclusiones similares. Una investigación publicada en el 2023 en The Lancet, encontró que los audífonos redujeron la tasa de deterioro cognitivo en los adultos mayores que tienen un alto riesgo de desarrollar demencia en casi un 50% durante un período de tres años.
“Usas el cerebro para procesar lo que escuchas”, expresó el doctor Douglas Scharre, profesor de Neurología Clínica y Psiquiatría en el Wexner Medical Center de la Universidad Estatal de Ohio. Así que, cuando hay pérdida auditiva, “se reduce la estimulación al cerebro”, afirmó.
Otro factor que puede afectar la salud cerebral es el aislamiento social que con frecuencia acompaña la pérdida auditiva. Las personas que tienen problemas auditivos tienden a aislarse y no participar de encuentros sociales. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) señalan que este accionar de los adultos mayores está asociado con un aumento de casi el 50% en el riesgo de demencia.
La pérdida de audición es tratable. Los audífonos, más allá de proteger la salud mental, son importantes para reducir el aislamiento y aumentar la calidad de vida.
5. No se practica actividad física
Varias investigaciones han descubierto que el ejercicio regular puede reducir el riesgo de pérdida de memoria. Por ejemplo, un estudio, publicado en JAMA Neurology, encontró un vínculo entre caminar y el riesgo de demencia. Los adultos mayores que caminaron poco menos de 10.000 pasos al día —9,800— tenían un 50% menos de probabilidades de desarrollar demencia.
Y más recientemente, un estudio del 2024 en Journal of Alzheimer’s Disease encontró que los adultos que hacían ejercicio tenían el cerebro más grande que los que no se ejercitan.
Recientemente, un nuevo estudio publicado en la revista Frontiers in Neuroscience por investigadores brasileños de la Universidad Federal de San Pablo (UNIFESP) y la Universidad de San Pablo (USP), ha revelado que el ejercicio de resistencia regular puede prevenir o retrasar la aparición de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
6. Se padecen problemas de la vista
Según un estudio publicado en JAMA Neurology, se podrían haber evitado alrededor de 100.000 casos de demencia si se hubieran corregido los problemas de la visión. Los autores del estudio también señalan que alrededor del 80% de los problemas de la vista ocurren en adultos de 50 años o más, y el 90% de los casos se pueden prevenir o tratar.
Al igual que la pérdida de la audición, la disminución de la visión puede resultar en una reducción de la estimulación cerebral y el aislamiento social, dicen los investigadores. Según el Instituto Nacional de la Edad de EEUU (NIA), las personas mayores de 60 años deben hacerse un examen de la vista cada uno o dos años.
7. Se padece estreñimiento
Un estudio presentado en la Conferencia Internacional de la Alzheimer’s Association del 2023 vinculó las evacuaciones intestinales menos frecuentes con el empeoramiento de la función cognitiva. Los investigadores descubrieron que, en comparación con las personas que tenían evacuaciones intestinales diarias, las que estaban estreñidas (tenían evacuaciones intestinales cada tres días o más) presentaban cerebros que envejecían el equivalente a tres años más rápido.
La conexión intestino-cerebro es un área que los científicos están estudiando activamente, por lo tanto recomiendan que si se está experimentando estreñimiento, consultar con el médico para solucionar el problema. Además, los alimentos fermentados y los alimentos con alto contenido de fibra —frutas, verduras, legumbres y granos— pueden ayudar a desarrollar un intestino saludable, dice Mayo Clinic.
8. No dormir lo suficiente
Cada vez hay más pruebas que demuestran la importancia del sueño para el cerebro. Un estudio, que analizó datos de casi 8.000 personas, mostró que los de 50 a 70 años que dormían seis horas o menos cada noche tenían un mayor riesgo de desarrollar demencia más adelante en la vida.
Esto puede deberse, dice otro trabajo, a que el sueño inadecuado se relaciona con la acumulación de la proteína beta-amiloide, que está asociada con la enfermedad de Alzheimer.
La Fundación del Sueño de los Estados Unidos (NFS, por sus siglas en inglés), asegura que la cantidad de horas de sueño recomendadas para personas entre 18 y 64 años es de 7 a 9, mientras que en adultos mayores de 65, lo ideal es de 7 a 8 horas.
Algunas pruebas sugieren que un proceso de “limpieza” podría explicar el vínculo entre la falta de sueño y el empeoramiento de la memoria. Durante el sueño, las toxinas se eliminan del cerebro, entre ellas la beta amiloide, que es una proteína en el cerebro asociada con la enfermedad de Alzheimer. “Podría ser que al limitar el tiempo que el cerebro tiene para deshacerse de los desechos, podrías terminar acumulando cosas que no quieres en este órgano”, dijo Iadecola.
*Este texto es una reinterpretación de material publicado originalmente en AARP, una organización sin fines de lucro de EEUU dedicada a mejorar la calidad de vida y la salud de las personas mayores de 50 años.