Lógicamente, en la evolución del transporte aéreo se fue logrando un servicio cada vez más eficiente y placentero para los clientes. Las aerolíneas tienen como objetivo implementar medidas que les brinden a los pasajeros mejores comodidades, como asientos y espacios más amplios o nuevas opciones para pasar el tiempo.
En los aviones las características pretenden crear un ambiente de confort. Sin embargo, hay riesgos impensados con un actor poco sospechado: el aire acondicionado. Así lo indica un reciente informe de la Universidad de Stirling, realizado de manera mancomunada con la Universidad de Ulster.
El estudio publicado en la revista World Health Organization Journal Public Health Panorama reveló que la contaminación de los suministros de aire de estos aparatos causa problemas de salud a corto y largo plazo. Puntualmente, detallaron un vínculo entre la exposición al aire contaminado por el petróleo y otros fluidos del avión, y la aparición de una serie de patologías.
Los especialistas de los centros educativos de Reino Unido examinaron a más de 200 tripulantes de cabina que habían estado expuestos a distintas sustancias a través del aire contaminado de las aeronaves. Y se halló un patrón de síntomas agudos y crónicos, desde dolores de cabeza y mareos hasta problemas respiratorios y de visión.
Pero la exposición prolongada puede acrecentar aún más las consecuencias. A largo plazo, la gravedad es mayor, ya que pueden surgir problemas neurológicos, cognitivos, arritmias cardíacas, fatiga, trastornos gastrointestinales y respiratorios. Los más expuestos: los adultos mayores y las embarazadas.
Del total de los evaluados en el relevo de datos (219 pilotos), casi el 65 por ciento informó efectos específicos, mientras que el 13 por ciento murió o sufrió problemas crónicos.
Susan Michaelis, miembro del grupo de investigación sobre sanidad ambiental de la Universidad de Stirling, dijo a The Independent que, desde el punto de vista médico, es necesario un protocolo para identificar el síndrome aerotóxico (la recolección de síntomas asociados con la respiración del aire contaminado) e identificar la manera de tratarlo.
"Además necesitamos más estudios independientes. Es un claro problema de salud pública que tiene consecuencias directas con la seguridad de vuelo. Si la tripulación está incapacitada para volar, todo el mundo corre peligro", explicó Michaelis.
Michaelis asegura que las aerolíneas son conscientes de este problema desde hace ya 60 años, pero que se niegan a reconocerlos. Cree que los riesgos sanitarios son producto de fallos de diseño en los aviones, por los que el aire sale directamente del motor, sin filtrar, hacia la cabina.
"No lo admiten por dos razones: dinero y responsabilidad. Conocían este problema ya en los años cincuenta. Es inconcebible que no lo hayan tratado. Tienen la tecnología para eliminar el problema, pero los fabricantes se niegan a utilizarla", explicó.
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