El número de infectados y víctimas del virus zika se expandió con mucha celeridad en los últimos tiempos, causando un gran preocupación a nivel mundial. Para combatir la epidemia trasmitida por mosquitos y por transmisión sexual en la comunidad científica se trabaja a destajo en la creación de una vacuna capaz de contrarrestar a uno de los agentes patógenos más peligrosos.
El Zika es una enfermedad trasmitida por el mosquito Aedes aegypti, el mismo que trasmite el virus del dengue y de la chikunguña. El período de incubación es de 3 a 12 días y entre los síntomas se pueden mencionar fiebre, conjuntivitis no purulenta, decaimiento, sarpullido, inflamación en miembros inferiores y dolores de cabeza, cuerpo y en articulaciones.
El virus tiene un gran impacto sanitario en la región. De acuerdo a datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), desde su aparición en 2015, se reportaron más de 500.000 casos y, hasta finales del mes de mayo (última actualización epidemiológica regional), en 48 países y territorios de América confirmaron casos.
Durante el 2016, en Argentina, se confirmaron 26 casos (25 de los que corresponden a un brote autóctono en la provincia de Tucumán y el restante a un caso en la ciudad de Córdoba por transmisión sexual). Durante el 2017 se observó un aumento de casos sospechosos y confirmados en estos primeros meses del año (semanas epidemiológicas 1 y 16); dicho aumento está relacionado al brote en las provincias de Formosa, Salta y Chaco.
El alcance se refleja en números preocupantes. Y aunque se trabaja mucho en la prevención, "la evaluación del riesgo a nivel mundial no ha cambiado. El virus de zika se sigue propagando", afirmó el último comunicado de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en marzo.
En ese marco, la llegada de la vacuna resulta una gran esperanza para controlar el virus y sus posibles consecuencias congénitas como microcefalia o síndrome de Guillain-Barré. Una indicación en la que participan investigadores argentinos. La compañía nacional Sinergium Biotech trabaja de manera mancomunada con la Fundación Mundo Sano, el Laboratorio Liomont de México, UMN Pharma de Japón y Fiocruz en la búsqueda de la solución.
El plan de desarrollo de cualquier nueva vacuna es un proceso complejo que demora varios años. La vacuna comenzó a desarrollarse en febrero de 2016 y las fases preclínicas finalizaron a principios de 2017 con resultados alentadores que mostraron un buen perfil de seguridad y la generación de anticuerpos neutralizantes contra el virus. Los estudios preclínicos de inmunogenicidad en ratones demostraron la generación de altos niveles de anticuerpos neutralizantes contra el virus, lo cual es un indicador positivo de que la vacuna protegerá contra la infección por el virus zika en humanos.
La fase I de la vacuna en humanos comenzará en Estados Unidos en este año. El laboratorio argentino confirmó que los estudios clínicos ampliados fase II y III continuarán con pacientes y centros de control del país. Los conclusiones preliminares obtenidas en las distintas etapas de desarrollo irán confirmando o modificando la fecha de disponibilidad, pero se estima que la vacuna estará disponible en 3 o 4 años.
La vacuna en la que se trabaja es del tipo recombinante. Se utiliza la tecnología de la compañía biotecnológica Protein Sciences, de Estados Unidos. Para este tipo de desarrollos se utilizan células de insecto infectadas con un baculovirus (que infecta solamente a las células de insecto) que contiene la información genética de una proteína del virus del zika. Estas características proporcionan un método de producción rápido y seguro.
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