Están presentes en muchos baños y, para algunos, son un complemento para terminar el proceso de higienización después de un baño. Sin embargo, para la Universidad de Harvard, EEUU, aseguró en una publicación que esto no debería ser así. Y para comprobarlo armaron una lista, basada en un informe de la Academia Americana de Otorrinolaringología, sobre los tres puntos esenciales que demuestran su inutilidad.
No cumplen ninguna función real
Los hisopos están asociados con la limpieza del oído. De hecho, hasta las publicidades dejan en claro que esa es su función principal. Error.
De acuerdo a la la Organización Mundial de la Salud (OMS) el oído se limpia solo, no necesita de implementos para ayudar en su higienización. Y, de hecho, cuando fueron inventados su fin estaba muy lejos de oreja. Los hisopos, dice la publicación, nacieron para ayudar a desinfectar heridas pequeñas.
Ponen en peligro la salud auditiva
Una mala introducción en el canal auditivo puede tener consecuencias negativas. De acuerdo a los especialistas la mayor cantidad de personas que sufrieron algún tipo de ruptura en la membrana del tímpano fue debido al uso inadecuado de estos bastoncitos con punta de algodón. Si bien en la mayoría de los casos las roturas se curan por sí solas, existe un grupo que debe pasar irremediablemente por cirugía.
Por otro lado, advirtieron, que si se empuja y acumula cera en el interior, esto puede causar infecciones dolorosas.
La cera no es suciedad
Para el imaginario colectivo, la cera está relacionada con la suciedad, con la falta de higiene. Sin embargo, el cerumen tiene múltiples funciones. Es un hidratante natural que evita que se reseque la piel en el interior del oído; frena la acumulación de polvo en el canal auditivo, previene infecciones y hasta absorbe células muertas.
Los especialistas aseguran que en los casos en los que una persona sufra de acumulación excesiva, ceruminosis, tampoco se debe recurrir a los hisopos, sino acudir a un profesional para tratar el problema con un abordaje adecuado.
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