Cada año ante una nueva conmemoración del Día Mundial de la Salud, la Organización Mundial de la Salud (OMS) pone el foco en una enfermedad en particular, informando las novedades luego de un amplio análisis. Alguna vez fue diabetes, en otra ocasión la tuberculosis, en este 2017 se profundizó en la depresión, una patología que, alertó el ente sanitario, aumentó casi un 20 por ciento en la última década, convirtiéndose en la mayor causa de discapacidad en el mundo.
La organización define a la depresión como un trastorno mental frecuente que puede llegar a ser crónico y que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración.
Los síntomas generalmente implican dificultades en el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o mayor, los medicamentos y la psicoterapia profesional son tratamientos necesarios.
La realidad preocupante se trasluce en números. En 2015 la cantidad de personas afectadas por un cuadro depresivo ascendía a los 322 millones, un 18,4 por ciento más que en 2005. "Estas nuevas cifras son un llamado de atención para que todos los países se replanteen su visión de la salud mental y la traten con la urgencia que se merece", expresó la directora general de la OMS, Margaret Chan, en un comunicado.
Con este panorama y en el marco de una nueva conmemoración del #DiaMundialDeLaSalud, el organismo relanzó un proyecto para mejorar el panorama de la salud mental que ya transita por la mitad de su duración y que apunta a presentar resultados positivos en los próximos años: el Plan de acción integral sobre salud mental 2013-2020. Para dar con ello, sentaron seis principios fundamentales.
1- Cobertura sanitaria universal: independientemente de la edad, sexo, estatus socioeconómico, raza, etnia u orientación sexual, y de acuerdo con el principio de equidad, las personas con trastornos mentales deberán poder acceder, sin riesgo de empobrecimiento, a servicios de salud y sociales esenciales que les permitan recuperarse y gozar del grado máximo de salud que se pueda lograr.
2- Derechos humanos: las estrategias, acciones e intervenciones terapéuticas, profilácticas y de promoción en materia de salud mental deben ajustarse a la convención sobre los derechos de las personas con discapacidad y a otros instrumentos internacionales y regionales de derechos humanos.
3- Práctica basada en evidencias: las estrategias e intervenciones terapéuticas, profilácticas y de promoción en materia de salud mental tienen que basarse en pruebas científicas y/o en prácticas óptimas, teniendo en cuenta consideraciones de carácter cultural.
4- Enfoque que abarque la totalidad del ciclo vital: las políticas, planes y servicios de salud mental deben tener en cuenta las necesidades sanitarias y sociales en todas las etapas del ciclo vital: lactancia, infancia, adolescencia, edad adulta y ancianidad.
5- Enfoque multisectorial: la respuesta integral y coordinada con respecto a la salud mental requiere alianzas con múltiples sectores públicos, tales como los de la salud, educación, empleo, justicia, vivienda, social y otros, así como con el sector privado, según proceda en función de la situación del país.
6- Emancipación de las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales: las personas con trastornos mentales y discapacidades psicosociales deben emanciparse y participar en la promoción, las políticas, la planificación, la legislación, la prestación de servicios, el seguimiento, la investigación y la evaluación en materia de salud mental.
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