De acuerdo a datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), las hepatitis virales crónicas componen uno de los mayores problemas de salud pública a nivel mundial. Los relevamientos indican que entre 130 y 150 millones de personas en el mundo se encuentran infectadas con el virus de la Hepatitis C. En Argentina, por su parte, se calcula que hay entre 300 y 400 mil personas que padecen este mal. En todos los casos, más de la mitad de los portadores no lo sabe.
Como en cada patología, la prevención es la mejor cura. Con el tiempo, la enfermedad va perjudicando el hígado, lo que puede ocasionar cirrosis, insuficiencia hepática, cáncer de hígado o necesidad de un trasplante. Es por ello que el ente sanitario toma el tema como prioritario e impulsa a las naciones de todo el mundo a profundizar en el ambicioso objetivo de erradicarla para el año 2030.
Bajo este contexto, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) publicó un informe detallando el estado de situación actual y la respuesta de los países. Los números son alarmantes. En todo el continente americano, las hepatitis B y C afectan a 7,2 millones de personas. Sólo en América Latina y el Caribe, la cifra es de 4,1 millones.
"Las hepatitis virales son una causa importante de morbilidad y mortalidad en nuestra región y que, a diferencia de la carga de otras enfermedades transmisibles, que ha disminuido en el último decenio, la carga de las hepatitis virales ha aumentado", comentó en el comunicado Carissa F. Etienne, directora de la OPS.
El gran problema radica en la detección. Al no presentar síntomas, las personas portadoras del virus (HCV) pueden desconocer de sus efectos hasta un punto en el que ya son irreversibles. Se calcula que solamente un 25 por ciento de quienes padecen la infección silenciosa en el continente americano fueron diagnosticados (el porcentaje que disminuye al 14 por ciento en América Latina y el Caribe). El desafío actual para la comunidad médica es poder detectarla en aquellos pacientes aún no diagnosticados.
Además, durante el 2016, aproximadamente 301.000 habitantes de la región recibieron tratamiento, lo que equivale al 16 por ciento de la población que recibió el diagnóstico, mientras que en América Latina y el Caribe es de tan solo el 5 por ciento. Para revertir las estadísticas, los especialistas recomiendan que cada adulto se realice al menos una vez en la vida el test de la hepatitis para descartar que porte el virus.
Rubén Cantelmi, paciente curado de hepatitis C y presidente de la Asociación Buena Vida, ahondó en la situación del país. Aunque reconoció los grandes esfuerzos que realizados en materia de prevención del virus de la hepatitis B, a través de la inclusión de la vacuna en el calendario obligatorio, indicó que la hepatitis C sigue sin ser abordada de manera eficiente.
"En Argentina, de momento, sólo están recibiendo tratamientos curativos los pacientes críticos, que ya presentan compromiso severo de su hígado y cirrosis avanzada. Se curan la hepatitis, pero estamos llegando demasiado tarde. Tenemos que lograr que accedan a los medicamentos nuevos los pacientes que están en las primeras etapas de su enfermedad, antes de que avance, para que se curen y puedan vivir normalmente el resto de sus vidas", explicó.
De todos modos, un dato a destacar es que desde hace dos años están aprobados distintas opciones terapéuticas orales (tomar un comprimido durante un lapso de 12 a 24 semanas), efectivas en el 95 por ciento de los casos, incluidos los más severos con cirrosis avanzada y trasplante hepático. Esto cambió radicalmente la historia de la enfermedad.
LEA MÁS:
Hepatitis C, el mal silencioso que afecta a más de 300 mil argentinos
De eso no se habla: la hepatitis "mata" tantas personas como el VIH
Adelanto científico: un spray nasal evita el contagio de la hepatitis B