La utilización de medicamentos por iniciativa propia es un hábito común en la sociedad. Ante la aparición de síntomas como dolores de cabeza, problemas gástricos, tos o alergias es frecuente que el afectado prescinda de la intervención de parte del médico, tanto para el diagnóstico de la enfermedad, como la prescripción o revisión del tratamiento.
La automedicación es una costumbre que no está exenta de riesgos, ya que puede tener un resultado indeseado, agravando la enfermedad o generando efectos adversos, a punto tal que puede crear resistencia al antibiótico. También implica otros diferentes riesgos, como intoxicaciones u ocultar otro problema de salud más grave, perdiendo la oportunidad de tratarlo oportunamente.
Una encuesta sobre 1000 casos a cargo de la consultora Trespuntozero en la Ciudad de Buenos Aires reveló que los hábitos de los porteños en cuanto a la salud tienden a dejar de lado la consulta a profesionales.
El estudio se repartió en distintas zonas de la Ciudad, con distribución equitativa de sexo, edad y nivel educativo. De acuerdo a los resultados, 4 de cada 10 habitantes no consultan a un médico como primera opción ante un malestar. Además, solo 5 de cada 10 realizan visitas clínicas regularmente para hacerse controles, siendo la mayoría de ellos personas mayores de 50 años de edad.
En cuanto a la automedicación, la cifra también es alta: 4 de cada 10 porteños afirmaron consumir medicamentos con mucha o bastante frecuencia. Y 5 de cada 10 se automedicaron al menos una vez en los últimos 12 meses. Las farmacias son el medio principal para la obtención de medicinas, dejando al margen otras variantes como por obra social o programas del Estado, a través del médico, en kioscos o por medio de familiares.
Los medicamentos tradicionales lideran por mucho la prevalencia de los porteños: 8 de cada 10 los prefirieron a variantes naturales o alternativas. Pastillas para el dolor de cabeza como aspirinas o paracetamol y pastillas para adelgazar muestran una repartición bastante equitativa, de casi 50 y 50 entre quienes lo hacen con receta y los que se automedican.
El problema de la automedicación no tiene fronteras y es de tal magnitud que la Organización Mundial de Salud (OMS) pidió hace unos años a los gobiernos nacionales que tomen medidas. Una información accesible y de fácil comprensión es fundamental para orientar a los consumidores en sus decisiones.
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