El trastorno bipolar es una patología crónica que produce consecuencias en distintas áreas de la vida y genera graves problemas no sólo a nivel individual sino también al entorno de quien lo padece.
Junto al Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) es una de las enfermedades que requieren mayor pericia por parte de clínicos para realizar distinciones diagnósticas precisas. Esto se debe a la particularidad de poseer numerosas aristas que la relacionan con muchas otras situaciones clínicas.
Aunque existe una cierta proporción de pacientes con edad de inicio durante la infancia, el desarrollo epidémico indica que en su mayoría ocurre en el periodo de transición entre la adolescencia y la juventud.
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Desde su aparición, el Trastorno Bipolar despertó interés en la sociedad y en especialistas a tal punto de haber sido diagnosticado en exceso. El incremento en su popularidad generó que cualquier persona que atraviese diferentes estados de ánimo pueda ser rotulado de bipolar.
"Es necesario no confundir fenómeno con estructura, y mantener la prudencia para un diagnóstico lo más ajustado posible de estas prestaciones clínicas", comentó la psicóloga Clara Zylbersztajn.
Además, la experta explicó: "El sujeto barrado, dividido, no es admitido en la sociedad porque el capitalismo, vinculado a la ciencia, exige la existencia de un sujeto para que todo funcione mejor, para que el síntoma no forme parte de la condición de existencia del sujeto en relación con el deseo del inconsciente".
Diversos estudios señalaron que, en general, los pacientes que lo padecen son muy resistentes a ingerir psicofármacos y a los tratamientos farmacológicos de largo plazo. También se reveló que esta enfermedad suele presentarse con mayor frecuencia en sectores medios y altos, mientras que en relación a la prevalencia de género no se distinguen diferencias relevantes.
"Este orden de cosas en la sociedad actual conlleva a la búsqueda de la performance de cada individuo como ser hablante y que como sujeto sea 'siempre más', que 'su unidad sea indestructible'. Para el 'paciente bipolar' es su propia denominación la que comporta en sí una tendencia que no puede ser otra que la de la generalización, la estandarización", agregó la licenciada.
Un nuevo tratamiento
A lo largo de los años han surgido terapias que focalizaron su intervención en tres áreas: una centrada en lo cognitivo conductual, un abordaje más interpersonal y de ritmo social, y otro abocado al seno de la vida familiar.
Pero a pesar de los grandes avances en el campo farmacológico, las soluciones no tuvieron eficacia en muchos pacientes, por lo que en el horizonte apareció un proceso terapéutico más completo.
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Así es como un enfoque integrativo de psicoterapia, que se expande hasta abarcar todos los aspectos del paciente, se presenta como una alternativa superadora. Esta iniciativa se lleva a cabo en cuatro instancias:
Psicoeducación: es el punto de partida. Básicamente, consiste en brindar toda la información al paciente, concientizarlo del trastorno, de sus componentes y su incidencia en factores biológicos.
Instalación del Dispositivo: en segunda instancia el objetivo de la terapia está dirigido a la estabilización clínica durante las sesiones semanales que sean necesarias. Se estimula la activación frente a estados depresivos.
Intervenciones: es la fase de monitoreo, estableciendo planes y confeccionando rutinas de entrenamientos con el fin de mejorar en el manejo emocional, el control de la agresión, la resolución de problemas y las habilidades sociales de comunicación.
Prevención de recaídas: por último el tratamiento se focaliza en evitar recaídas en el futuro, aún cuando se haya producido una importante mejoría de resultados.