Sólo cuatro simples palabras pueden causar en el cuerpo tanto daño como el susto del ladrido inesperado de un perro o el dolor de una taza de café caliente derramada sobre la piel: "ya no te quiero". En ese momento la sensación de ruptura puede provocar que falte el aire, que se tensen los músculos, el corazón se acelere y aumente la velocidad a la que fluye la sangre en las venas o que se nuble la vista, entre otras cosas.
El famoso "corazón roto" no es entonces tan sólo una metáfora sino que el cuerpo realmente puede sentir dolor ante una situación tan estresante y dolorosa. Naturalmente, para sobrellevar una situación peligrosa, el cuerpo reacciona alterando algunas funciones vitales en pos de la supervivencia. Esta tarea está a cargo del sistema nervioso simpático, que prepara al cuerpo para luchar o huir de una amenaza lo más rápido posible. El sistema nervioso central y la adrenalina liberada "atacan" entonces directamente al corazón y al estómago provocando un gran malestar físico: la famosa sensación de que la tristeza "duele".
Para la ciencia, el paracetamol puede reducir la capacidad de entender el dolor ajeno https://t.co/A6kJlzlGXI pic.twitter.com/xT0LlkNlhV
— infobae (@infobae) 23 de mayo de 2016
Incluso una serie de estudios realizados por investigadores estadounidenses comprobaron que el sólo hecho de ver fotos de una ex-pareja después de una ruptura puede desatar en el cuerpo una serie de componentes sensoriales de pesar corporal.
Además, la investigación comprobó que algunas personas pueden experimentar después de separarse algo muy parecido al síndrome de abstinencia. Resulta paradójico, pero las mismas hormonas que producen algunas de las sensaciones más importantes de los seres humanos son responsables indirectas de sus grandes pesares. La oxitocina, la dopamina o la serotonina (las hormonas del amor, la creatividad y la felicidad) desaparecen tras una separación y el cuerpo, víctima de una reacción química, sufre.
El mismo estudio, publicado en la revista científica estadounidense Proceedings of the National Academy of Sciences, demostró también que en el cerebro se activan las mismas áreas en una ruptura que cuando se cae una taza de café caliente sobre la piel y, si bien, el dolor emocional no es igual que el físico, las reacciones sí son similares.
Por este motivo, Nathan deWall, psicólogo de la Universidad de Kentucky en Estados Unidos, se propuso investigar si ese dolor podía ser tratado con medicina real y llegó a la conclusión de que el acetaminofeno, más conocido como paracetamol, puede reducir la respuesta física y neuronal asociada con el rechazo social. En el estudio, quienes tomaron el compuesto tuvieron menos actividad cerebral relacionada con el dolor.
Sin embargo, un grupo de científicos de los Institutos Nacionales de Salud y la Universidad Estatal de Ohio, en Estados Unidos, sugirió que este efecto puede tener un impacto negativo en la conducta reduciendo la capacidad de una persona de identificarse con el dolor físico o emocional de otras personas. Por este motivo, si bien el paracetamol puede ser efectivo combatiendo el dolor o la tristeza, los autores de ambos trabajos llaman a la precaución al momento de automedicarse. A fin de cuentas, con o sin paracetamol, las penas de amores no duran para siempre.