
Definitivamente es un ciclo que arranca con señales mixtas. En Santiago del Estero, la campaña invernal 2025/26 comienza a tomar forma con una fotografía singular: dos cultivos tradicionales como el trigo y el garbanzo avanzan en direcciones distintas. Mientras el primero reduce levemente su superficie, el segundo proyecta duplicar su área sembrada. Las decisiones detrás de estos movimientos reflejan una combinación de expectativas productivas, necesidades agronómicas y, claro, las condiciones que impone el clima.
Menos trigo, pero aún firme en la rotación
Según datos del relevamiento realizado entre el 5 y el 11 de mayo, el trigo ocupará unas 315.600 hectáreas en esta campaña. Esto representa una baja del 7% respecto al año pasado, y un 12% menos que el promedio histórico (2018/19 – 2024/25). El avance de siembra, al momento del informe, es del 5%.
Si bien la caída es evidente, el cereal conserva un lugar importante en la planificación productiva. ¿Por qué? Porque más allá de su rendimiento económico, aporta beneficios agronómicos esenciales: ayuda a controlar malezas, mejora la cobertura del suelo y permite un orden rotacional más equilibrado. En lotes que venían cargados de soja, el trigo aparece como un cultivo puente para alternar con maíz.

Un clima que no termina de ayudar
Las lluvias de abril estuvieron por debajo del promedio, lo que favoreció la recolección de cultivos estivales pero dejó a la capa arable con escasa humedad. Aunque el perfil profundo aún conserva reservas, hacen falta nuevas precipitaciones para asegurar una buena implantación de los cultivos invernales.
El pronóstico para las próximas semanas indica temperaturas mínimas de entre 12 °C y 14 °C en el norte provincial, sin lluvias previstas. Este dato agrega incertidumbre y pone en pausa decisiones que requieren condiciones más favorables.
Garbanzo: el salto de un cultivo que se afianza
Del otro lado de la balanza aparece el garbanzo, que muestra una estimación de 47.100 hectáreas sembradas. Aunque eso implica una baja del 14% respecto al año pasado, el dato que más llama la atención es el crecimiento respecto al promedio histórico: +130%.
Este avance confirma que el garbanzo ya no es una apuesta marginal en la provincia. Su perfil exportador, su adaptación al clima seco y el interés creciente en diversificar cultivos lo convierten en una opción cada vez más considerada. Eso sí: la inversión inicial es alta y la sensibilidad a las condiciones climáticas sigue siendo un punto de alerta.
Entre la oportunidad y la prudencia
En el caso del garbanzo, los productores ponderan con cuidado dos variables: la rentabilidad esperada y las señales del clima. La humedad del suelo es justa, y los costos no dan margen a errores. Por eso, las próximas semanas serán decisivas para confirmar si la intención de siembra se convierte en realidad efectiva.
Una campaña que refleja el pulso del campo
La campaña 2025/26 en Santiago del Estero combina cautela, oportunidad y capacidad de adaptación. El trigo pierde algo de protagonismo, pero no desaparece. El garbanzo se consolida como un jugador fuerte, que puede ganar aún más terreno si el clima acompaña. En definitiva, el invierno en el norte argentino empieza a sembrarse con decisiones que nacen del suelo… pero también de la experiencia.
Fuente: Bolsa de Cereales de Córdoba
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