¿En qué momento nos volvimos todos locos?

De Maradona a Durán Barba, de Cristina a Pichetto, de Patricia Bullrich a Bonafini: el caso Maldonado expuso como pocas veces el ensordecedor delirio argentino

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Diego Armando Maradona toma en sus manos una pelota de futbol, mirá a cámara, y dispara con solemnidad patriótica: "Macri: largalo a Maldonado", como si el Presidente tuviera al joven secuestrado en un sótano.

Maradona suele ser un símbolo de la desmesura nacional. Pero no es el único: ni siquiera el que más barbaridades dice. En comparación con lo que sigue, es casi un caballero.

El jefe de la Sociedad Rural de Esquel advierte contra el avance de la "guerrilla" mapuche. "Los movimientos guerrilleros nunca son masivos en sus comienzos, pero todos recordamos en donde desemboca la violencia que desatan, y miles de muertos de ambos lados tapizan una historia de estúpidos e imberbes que eligieron la lucha armada para encabezar su demanda. De ellos, idiotas, deberíamos tomar debida nota para no generar la Colombia de las FARC, la ETA de España o el ISIS de Medio Oriente".

Está hablando de un grupo de, a lo sumo, sesenta personas, que viven de la caza y de la pesca, casi no tienen dinero y su armamento es escaso y rudimentario: cualquier barra brava del ascenso es un problema más serio para la seguridad nacional.

El jefe del bloque de senadores del PJ, Miguel Angel Pichetto, sin embargo, advierte que los cincuenta mapuches tienen un tufillo a Sendero Luminoso. Lo ovacionan en el Rotary Club. Luego califica a Cristina Kirchner como comunista.

Hebe de Bonafini compara al macrismo con la Triple A. "Nos dicen que vivimos en una democracia porque votamos. Pero cuando Lopez Rega armó la triple A también se votaba. Esto es lo mismo" Susana Gimenez y Mirtha Legrand sostienen que no entrevistarían a Cristina Fernandez, porque eso sería ir contra sus convicciones, como si reportear a alguien contagiara.

En una Facultad de Rosario un grupo de estudiantes dibuja y expone un retrato enorme de Mauricio Macri con un balazo en la frente y un hilo de sangre que chorrea como una lágrima.

El rector dice que no se debe exagerar la relevancia del hecho. A nadie le parece demasiado horroroso.

El Ministerio de Seguridad difunde que los integrantes de la Resistencia Ancestral Mapuche reciben entrenamiento de las FARC, sin una sola prueba. Y eso, en momentos en que, justamente, las FARC firman un acuerdo para entregar las armas en su país: ¿por qué razón estarían interesados en exportar la revolución que abandonan?

(Nicolás Stulberg)
(Nicolás Stulberg)

Victor Hugo Morales defiende a Jonas Hualas con este argumento: "Es un hombre que defiende la libertad en alpargatas. A lo sumo se le habrá chispoteado un auto quemado". Alfredo Leuco advierte que es tiempo de reaccionar porque "nos han declarado la guerra". "Nosotros somos la esperanza de construir una sociedad más igualitaria y con más libertad, que fortalezca los lazos solidarios y la convivencia plural entre distintos. Ellos son el odio multiplicado y fomentan el caos y el autoritarismo con el objetivo de imponer sus ideas jurásicas que solo fomentan más muertes y terror".

Los buenos, los malos, nosotros, ellos: más claro, agua.

La ex presidenta Cristina Kirchner, sostiene en sus manos el retrato de Santiago Maldonado y afirma que Maldonado fue víctima de una "desaparición forzada". Luego agrega: "No hay que echarle la culpa a la Gendarmería, porque es la misma que estaba hasta el 2015, sólo cambió el que le da las órdenes, así que a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César", agrega. Un día antes,  Bonafini lo dice de manera menos elíptica: "Macri mandó a matar a Santiago Maldonado". Cristina agrega que en la Argentina no existe el estado de derecho.

La ministra Patricia Bulltich, respecto de la década del setenta, explica que "los demonios no eran tan demonios".
"Yo me la banco" desafía.

La grieta, por momento, transforma todo en un absurdo infinito. De un lado, parece que hay que apoyar sin matices los reclamos de los mapuches e ignorar los de los wichis. Del otro, hay que bancar a los wichis y desmerecer a los mapuches.

Los macristas son prowichis y antimapuches.

Los kirchneristas son promapuches y antiwichis.

En algún momento, evidentemente, algo pasó y nos volvimos todos locos.

El día de la marcha más relevante por la aparición con vida de Maldonado, el presidente de la Nación viraliza una foto suya tomando helado con gusto a mate cocido.

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Un psicoanalista K trata de explicar por qué tanta gente vota al macrismo. Cuenta que a un paciente suyo que vivía en el exterior "varios problemas en su ano y recto lo habían llevado a tener que realizar varias operaciones en dicha zona. Vuelto a la Argentina se afilió al partido de Mauricio Macri" y que otro paciente, "por simpatía y conveniencia laboral, había terminado trabajando con algunos jerarcas del PRO que le prometían ascensos y premios que nunca llegaban. Tenía VIH y sabía que si ganaba Macri era posible que el acceso a la medicación se complicara. Aun así se ponía la camiseta". Concluye: "Ambos resultaron ser militantes del masoquismo anal". La nota se publica desplegada en Página 12.

—¿Qué sería el masoquismo anal, doctor?
—Que les gusta que le rompan el tujes.
—¿Y qué problema habría si les gusta eso?
—Si les gusta que se lo toquen es una cosa. Pero si se rompe…

Y Jaime Durán Barba, el destacado asesor presidencial, explica: "En octubre se decide también si queremos que gobiernen personas violentas que fomentan el odio, matan a sus adversarios y proyectan en los demás sus complejos y sueños destructivos o gente menos delirante, que desea simplemente construir un país en que la gente pueda ser más feliz".

Son todas personas inteligentes, importantes, con un público dispuestos a creerles, ávido de sus verdades.

Hace más de cuatro décadas, Nacha Guevara compuso una hermosa canción que recomienda un método efectivo para terminar con el odio. "Basta de violencia, de egoísmo, de indecencia. Nos esperemos a mañana. Cuando antes comencemos, con el odio acabaremos…", arrancaba. Y luego: "Con el odio acabaremos, con el pie lo aplastaremos, luchemos por el día, en que el amor al fín sonría… Con el odio acabaremos, la picana le pondremos, y si llora o si se queja, le arracamos las orejas. ".

El escritor y periodista español, Manuel Vicent, en cambio, tiene una frase clásica sobre los rasgos que debería tener el periodismo, aplicable tal vez a la vida en general. "Los héroes de este oficio son aquellos periodistas que dan noticias fidedignas, emiten comentarios inteligentes y ponderados, conscientes de que la moderación es la conquista más ardua del espíritu y a la vez el arma más certera".

Entre las sugerencia de aquella canción de Nacha y las de Vicent, gran parte de la dirigencia política, y también del periodismo, ha elegido en estos días la primera variante. Casi nadie se priva de decir cualquier cosa. El caso Maldonado ha proyectado esto hasta el infinito y lo ha hecho, incluso, más sucio, simplemente porque en medio del griterío se olvida a las personas que sufren directamente esa ausencia.

Es curioso. A diferencia de lo que ocurre en Venezuela, donde ya no existe la democracia, o en Brasil, donde cayó una presidenta, o incluso en Uruguay donde acaba de renunciar el vice, el sistema institucional argentino se desenvuelve con elegancia: hubo una transición relativamente normal, nadie discute los resultados electorales, los problemas que hay son los de cualquier democracia.

Pero el debate público es cada vez más ensordecedor y desquiciado: se dispara desde todos los rincones y en todas las direcciones. No es solo el kirchnerismo, no es solo el macrismo: el desvarío ha logrado, como nunca, ser transversal.

La duda es la jactancia de los intelectuales.

Mejor tatuarse la M o la K en el pecho (algunos por convicción y otros porque es un flor de negocio) y cantar con Nacha: "Con el odio acabaremos.  Una bomba le pondremos.  Cuatro tiros, seis granadas, diez misiles y un torpedo. La lengua le arrancaremos  y los dientes venderemos".

Seguro que nos va fenómeno. ¿O no es un método probadísimo para que un país, finalmente, encuentre su destino?

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