Benjamín Netanyahu aterrizó en Ezeiza y con mínimo descanso, a pesar del largo viajo, se dirigió a la plaza donde estuvo la embajada israelí, esa especial esquina de Arroyo y Suipacha. Primero habló la vicepresidente Gabriela Michetti, expresando lo que muchos argentinos viven ante la presencia del premier israelí: "Siento una profunda emoción al estar aquí", confesó. Y le puso el tono a la significativa visita: "Este memorial nos interpela a todos los argentinos como sociedad, no puede haber más impunidad. Porque no hay solidaridad sin justicia". También habló de paz como fruto de la justicia.
Cuando le tocó el turno a Netanyahu, no mencionó ese vocablo, paz, en ningún momento. Habló con palabras muy duras, de un modo en el que no estamos acostumbrados en la Argentina. Dijo, por ejemplo, "aquel que atenta contra nosotros, nosotros atentamos contra él". El ataque fue el 17 de marzo de 1992 dejó 22 muertos y 242 heridos. Todavía no se conocen los responsables. Descubrió una placa y se dirigió a la AMIA.
Allí lo esperaba un grupo más grande de invitados, ansiosos por conocer a quien gobierna el Estado de Israel por cuarta vez (tercera consecutiva), que eligió Buenos Aires para iniciar su primer gira latinoamericana. La sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina, que no puede olvidar el atentado que el 18 de julio de 1994 terminó con la vida de 85 muertos y dejó 300 personas heridas, se preparó especialmente para su llegada. Se destacó la presencia de las hijas del fiscal Alberto Nisman, su ex esposa, Sandra Arroyo Salgado, y su madre, Sara Garfunkel.
Por el lado del Gobierno participaron del acto el secretario de Derechos Humanos, Claudio Avruj, y el ministro de Ambiente, Sergio Bergman. En cuanto al poder judicial, uno de los pocos invitados fue el juez Gustavo Hornos, presidente de la Sala IV de la Cámara de Casación Penal.
Se instaló una réplica del mural con la historia del judaísmo que está en el aeropuerto Ben Gurion, y que aquí se colocó en el patio de acceso, para que el premier inaugurara. También se dispuso el libro de visitas que sobrevivió al atentado, para que él y su esposa Sara lo firmen. De paso, dejaron la excepcional instalación "Trafic", una obra de Tomás Espina, para que pueda compartir también esa dolorosa experiencia artística.
Lo recibió Agustín Zbar, presidente de AMIA, quien hizo un recordatorio especial porque hoy se cumplen 16 años del ataque terrorista a las Torres Gemelas. "No fueron los primeros, ni los últimos", lamentó. Y definió al "terrorismo como un fenómeno que se está haciendo cotidiano" y a "nuestro ilustre visitante como un líder en la lucha" contra ese fundamentalismo.
Al hablar, Netanyahu fue directo al punto. "Conozco el horror y sé lo que es perder a un ser querido en la guerra contra el terror", dijo, hablando de su hermano muerto en combate. Y empatizó enseguida con la audiencia que colmaba el auditorio al decir que "lloramos junto a ustedes", cuando la bomba.
Sin vueltas, dijo "Irán alienta el terror en todo el mundo" y "los dos atentados fueron realizados por Irán, a través de Hezbollah". Y después de agradecer a Mauricio Macri por su decisión de buscar a los culpables, pidió "culpar a Irán, para que se haga responsable de lo que hizo".
Aprovechó la presencia del encargado de la embajada de los Estados Unidos, Tom Cooney, para recordar, en su fluido inglés, a las víctimas de los atentados en el Ground Zero. Enseguida pasó a explicar por qué vino a la Argentina, cuando ningún premier israelí lo había hecho desde la creación del Estado de Israel, en 1948.
"Nosotros tenemos cada vez más y más amigos que entienden la necesidad de construir un futuro en común, a pesar de las amenazas que tenemos en común", dijo. Y concluyó: "Macri es una de las personas que más impulsan" esa visión.
No dijo mucho más. Llegó exactamente a las 17.05 y se retiró a las 17.25, como estaba planeado. Contactó en forma directa con los dos atentados más lacerantes en la historia argentina y los que inauguraron una nueva forma de terrorismo en el mundo. Su visita ya impregna la memoria de amigos y familiares de las víctimas, para siempre. Son los que se ilusionan con que, quizás, sea el puntapié para que los juicios en ausencia se aceleren.