Macri y Netanyahu, una relacion profunda entre dos líderes que se admiran

Se conocen desde 2014, cuando el Presidente viajó a Tel Aviv para expresarle su oposición al memorando con Irán. El mandatario argentino estuvo por lo menos tres veces en Israel, país que lo deslumbra

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Mauricio Macri junto a Benjamin
Mauricio Macri junto a Benjamin Netanyahu durante una reunión en la cumbre de Davos en 2016

Nadie se acuerda muy bien, pero Mauricio Macri viajó por lo menos tres veces a Israel. La primera en el 2006, cuando era presidente de Boca Juniors. Llegó a tener una reunión con el premier Ehud Olmert. Las dos veces siguientes fue como jefe de Gobierno de Buenos Aires y, entre tantas cosas que hizo, recorrió varios de los espacios de innovación que están esparcidos en los 22.000 kilómetros del Estado creado en 1948.

En Tel Aviv toman esos viajes de Macri, al que nadie imaginaba presidente, como parte de su interés genuino por la cultura israelí y los esfuerzos de sus habitantes por hacer de ese país un Estado sustentable y de vanguardia, en medio de una situación bélica siempre latente. Están seguros, incluso, de que el argentino aprendió el valor de la energía renovable viendo la construcción de la torre solar más grande del mundo en el desierto de Néguev, una obra que costará más de 500 millones de euros y producirá energía dos o tres veces más cara que la que se produce con carbón o petróleo, pero con la que se pretende bajar los costos a largo plazo y colaborar en la transición energética.

Benjamín Netanyahu llegará mañana a Buenos Aires. No será una visita cualquiera. El líder del Likud, que en marzo de 2015 ganó por cuarta vez las elecciones con un programa considerado "el más radical en la historia de Israel, pero que se beneficia de una economía muy desarrollada con sectores líderes como son la alta tecnología, incluyendo la aviación, la informática, la electrónica y un crecimiento anual entre 2.5% y 3% desde 2012" (según un papel elaborado por el ex embajador argentino en Israel, Atilio Molteni), percibe un cambio en América Latina que hace tiempo no se veía. De hecho, después de la Argentina partirá a Colombia, y desde ahí a México. El martes, en Buenos Aires, tendrá además una reunión con el presidente paraguayo Horacio Cartés.

Si antes dominaban los gobiernos "judeofóbicos", que podían tener funcionarios judíos pero no ocultaban su hostilidad ante las políticas del Estado de Israel frente a los palestinos, donde ubicaban a Cristina Fernández de Kirchner, Hugo Chávez, Rafael Correa, Lula Da Silva y Evo Morales, ahora desde Netanyahu para abajo lo que percibe Israel es lo contrario: que existe admiración por la transformación de la economía israelí y vocación por encarar caminos similares, no solo en materia de seguridad, sino en agrotecnología, energía renovable, transformación en industrias que si siguen produciendo como en el siglo XX dejarán miles de desempleados pero que, si encaran procesos de reconversión, podrán colocarse en la vanguardia productiva.

En efecto, Israel es el país que tiene el Iron Dom -o cúpula de hierro-, un sistema de defensa aérea que protege a la población civil de cohetes, proyectiles y misiles lanzados desde múltiples direcciones. También creó las sandías sin semillas o el choclo que no es necesario cocinar para poder comerlo y el Waze, la aplicación social que facilite el tránsito automotor, adquirida hace poco por Google en 1.000 millones de dólares. Son todas cuestiones que generan gran interés y curiosidad de parte de Macri.

El vínculo entre ambos jefes de Estado también tiene sus años. Se conocieron el 18 de junio de 2014, cuando el por entonces jefe de Gobierno porteño viajó a un encuentro con los alcaldes de Tel Aviv y Nir Barkat y buscó reunirse con Netanyahu para expresarle su oposición al memorándum de entendimiento con Irán que Cristina Kirchner impulsó. Al salir, definió a Israel como "un claro ejemplo de una sociedad integrada". Un testigo del encuentro asegura que empatizaron inmediatamente y hablaron 15 minutos sin traductor, en inglés, que el israelí domina a la perfección, como un norteamericano de New York.

Después, se volvieron a ver en enero de 2016 en Davos, cuando Netanyahu lo felicitó por la victoria electoral y se comprometió a visitar la Argentina, a la que vino no oficialmente, en algún momento de su juventud, para realizar alguna acción contraterrorista en tiempos en que era comando de la unidad de élite Sayeret Matkal.

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En ese encuentro realizado en el Hotel Belvedere contó informalmente que había recibido en el 2015 a un enviado de Daniel Scioli antes de las elecciones, el empresario Matías Garfunkel, y que cuando se fue pidió que, sin inmiscuirse en la política doméstica, ayudaran en la medida de lo posible al candidato opositor. "No dio detalles, pero parece que quedó espantado con la poca seriedad del enviado", fue el comentario en la delegación argentina.

A pesar de ese buen vínculo, Argentina no cambió su embajador en Tel Aviv, como sí lo hizo Israel en Buenos Aires. La llegada de Ilán Sztulman fue considerada un mensaje directo al Gobierno argentino para iniciar la reconstrucción de un vínculo bilateral que se había dañado seriamente durante los años kirchneristas.

Sin embargo, nuestro país no devolvió el gesto, y todavía está cargo de la embajada el diplomático de carrera, Carlos García, considerado por el gobierno israelí poco menos que un aliado de los palestinos. Tanto es así que, por ejemplo, a los actos para conmemorar el ataque a la AMIA ya no se lo invita, sino a su segundo, Gabriel Jorquera, quien sí recibió un cable anunciándole su traslado en noviembre, lo que no sucedió todavía con García.

Como dice Molteni, "Israel no enfrenta en 2017 la posibilidad de una guerra convencional, como las que tuvieron lugar en 1948, 1967 y 1973 contra oras estados árabes. Los peligros más evidentes provienen de Irán, Hezbolá y de Hamas y, por su proyección, en Irán, Siria, Líbano y Yemen" y en su propio territorio por los Lugares Sagrados, donde se pueden provocar "ataques violentos que demuestran el carácter más religioso del conflicto, como en el Monte del Templo".

A pesar de esos peligros que azotan su región, Netanyahu decidió realizar esta gira por América del Sur. Sabe que no la tendrá fácil en Buenos Aires. Habrá movilizaciones en su contra, protestas diversas, acusaciones por parte de grupos que respaldan la causa palestina, que tuvieron gran protección en los gobiernos kirchneristas.

Será otra oportunidad para que los argentinos podamos ver esa Argentina que dormía en distintos pliegues del Estado y ahora se sienten desheredados y hasta perseguidos. Otra herencia que le cayó a Macri. Radicales de guerras ajenas que mañana y pasado se expresarán, seguramente, con toda su furia. Para curarse en salud, el Presidente autorizó la compra de dos autos blindados. Lo que no gasta para sí mismo, aceptó gastarlo para su invitado.

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