Los días pasan rápido, las encuestas se multiplican y los candidatos están sedientos de votos. El segundo tramo de la campaña electoral ya se puso en marcha, al mismo tiempo que las negociaciones entre peronistas adquirieron ritmo y frecuencia.
Cristina Kirchner necesita más apoyo del que tuvo en agosto. Su banca está asegurada, la de Jorge Taiana, no. Pero que ingrese el ex canciller no tiene tanta relevancia como el peso simbólico del resultado electoral. Ese número final no solo será un mensaje para el Gobierno, sea cual fuere el porcentaje de votos, sino que se convertirá en un resultado que marcará el futuro camino del movimiento. Un sello impreso en el inicio de la tan anunciada renovación del peronismo.
Si Randazzo hace un gesto, se lo va a valorar como algo histórico
Es por eso que en el kirchnerismo buscan votos hasta por debajo de las piedras. Los necesitan si quieren ganarle a la boleta que encabeza el ex ministro de Educación Esteban Bullrich. La efervescencia de la etapa preelectoral, en la que creían que la ex mandataria ganaba los comicios por una diferencia amplia, se transformó en una mirada más cautelosa. Ahora la pelea es voto a voto y en Unidad Ciudadana están dispuestos a afrontar ese desafío hasta el último día previo a la elección.
En esa búsqueda de votos, Florencio Randazzo es el apuntado. Mientras intentan limar su estructura de intendentes negociando su cambio de bandera antes de octubre, el kirchnerismo volverá a la carga para tratar de convencer al ex ministro del Interior de declinar su candidatura. Pretenden que el candidato de Cumplir resigne su lugar y llame a votar por la lista de Unidad Ciudadana. Una decisión igual a la que tomó Juan Zabaleta, el intendente de Hurlingham que, hasta hace una semana, ocupaba las filas del randazzismo. El objetivo es claro: sumar los votos peronistas de Randazzo para quedarse con el triunfo electoral.
Aunque saben que la postura del ex ministro no tiene grietas, volverán a intentar y le pedirán que dé un paso al costado. El encargado de hacerlo será uno de los intendentes más cercanos a Cristina Kirchner. Walter Festa, jefe comunal de Moreno, se reunirá con el ex funcionario en los próximos días. Ambos intercambiaron mensajes por teléfono y coordinaron un encuentro. Será la segunda vez que se junten. La primera fue antes de los comicios de agosto, cuando Festa le pidió negociar una alianza con la ex mandataria. La respuesta de Randazzo fue la que luego repitió por todos los medios de comunicación: "Vayamos a una PASO". El final ya es conocido.
"El auge de Randazzo fue antes de las PASO. Ahora está devastado. Su futuro político es gris", se animó a decir uno de los intendentes de mayor peso en el Conurbano. "Si hace un gesto, se lo va a valorar como un gesto histórico", reflexionó. El "gesto" es declinar su candidatura en pos de que sus votos se dirijan hacia Unidad Ciudadana. Una lectura que, según se animan a decir desde los pasillos del kirchnerismo, se sostiene sobre el estudio de las encuestas que consumen. En definitiva, creen que la mayoría de los votos que sacó el ex funcionario podrían ir a parar al frente que lidera Cristina, si Randazzo no compite.
La idea parece ser utópica. En el randazzismo no se cansan de confirmar que el ex funcionario será candidato en octubre. La apuesta es a futuro. No es hoy, sino mañana. Y aunque todas las semanas surgen nombres de candidatos a concejales o dirigentes que dejan el espacio, en Cumplir se aferran al optimismo de la supervivencia. Randazzo va a seguir adelante aunque algunos intendentes propios le den vuelta la cara.
Pese a la resistencia que, hasta el momento, impuso el ex ministro, el kirchnerismo va a hacer un nuevo intento para convencerlo. Los primeros fueron en los días posteriores a las PASO, cuando allegados a Máximo Kirchner se comunicaron con el jefe de campaña de Randazzo, Alberto Fernández, y le expresaron "la necesidad de que Florencio se baje". Fue en vano. No hubo reunión que llegara a buen puerto.
Mientras tanto, y en paralelo, los intendentes de la provincia de Buenos Aires volvieron a tener contactos frecuentes. No solo entre los que forman parte de un espacio, sino entre aquellos que están bajo el techo peronista. Una situación similar a la que protagonizaron en el 2016, cuando pasaron un año discutiendo sobre una renovación que quedó trunca. Por lo bajo, y pensando en el 2019, ellos construyen su poder a espaldas de los candidatos.
"Después de la elección de octubre hay que barajar y dar de nuevo. Volver a trabajar por la unidad", analizó en las últimas horas uno de los jefes comunales que gobierna en la tercera sección electoral. En el peronismo bonaerense ya empezaron a pensar en el día después de las elecciones.
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