Miles de personas se movilizaron el viernes en paz para pedir por la aparición con vida de Santiago Maldonado, el artesano que es buscado desde el 1° de agosto. Hubo una minoría violenta que protagonizó incidentes con la Policía, generó destrozos y pintó grafitis en edificios emblemáticos del centro de la Ciudad de Buenos Aires.
En esas escrituras aparecieron mensajes que de alguna u otra manera estaban relacionados con la consigna de la marcha: "¿Dónde está Santiago?", "Santiago es mi hermano", "Santiago puede ser tu hijo", "El Estado es responsable", "Todos somos Santiago".
Hubo, por supuesto, insultos contra la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y contra el presidente Mauricio Macri. Y frases acompañadas con simbología anarquista cuyo sentido quizás es más difícil de comprender como "Macri hetero" y "Cada cocina es una célula revolucionaria".
La primera inscripción que tuvo como protagonista al jefe de Estado en la fachada del Cabildo fue tomada con humor en redes sociales. Explotaron los memes y los chistes. Fue toda una novedad que una condición sexual fuese utilizada como una bandera de protesta.
La segunda, pintada sobre una de las paredes de la Legislatura porteña, provocó otra reacción. Fue interpretada como una consigna narco en medio de un reclamo social y político. "El problema es la droga que está incautando este gobierno"; "Se le está terminando el negocio a muchos", coincidieron, por ejemplo, varios usuarios de Twitter.
¿Qué es una "cocina"? Durante años la clase política discutió sobre el rol que tiene la Argentina en el mercado del narcotráfico. Históricamente, los gobiernos de turno se esmeraron en calificar al país como un lugar de "tránsito" y no de producción. Sin embargo, en los últimos diez años no fueron pocos los procedimientos donde se terminaron descubriendo laboratorios donde se utilizan distintas recetas -muchas copiadas de internet- para elaborar drogas.
Breaking Bad, la exitosísima serie norteamericana, expuso un ejemplo que permite instalar en el imaginario popular cómo funcionan estas pequeñas cocinas en las que generalmente se producen drogas sintéticas. Un científico, un ayudante, algunos componentes químicos y una red criminal entrenada para mantener oculto el laboratorio y comercializar las drogas sintéticas que allí se producen. En la realidad argentina, los mecanismos y las instalaciones suelen ser más rudimentarias, caseras y económicas, pero el espíritu del negocio es similar.
En 2015, de visita en la Argentina, Mayolo Medina Álvarez, ex secretario de Seguridad Pública y director de Inteligencia de la Procuraduría de México realizó declaraciones inquietantes: "La hoja de coca no se produce en Argentina, pero sí se transforma, por eso se han transformado en uno de los principales cocineros de cocaína de Latinoamérica".
Las villas de emergencia suelen ser muchas veces los lugares preferidos para montar las cocinas. El ex asesor del Ministerio de Seguridad Jorge Rodríguez denunció públicamente la existencia de varias cocinas de cocaína en el Bajo Flores. Contó que estos reductos son custodiados por un ejército de "soldaditos", menores de edad que nacen, se crían y mueren bajo el código narco, con reglas y leyes especiales.
En uno de sus informes, que en su momento habían sido elevados a la entonces ministra Nilda Garré, detalló: "A los compradores los 'soldados' hacen levantarle la remera o el buzo para ver que no porten armas -en general no suelen palpar al visitante salvo que les resulte muy sospechoso- y se puede entrar caminando o en motos, en cuyo caso permiten de a una persona solamente, a marcha muy lenta y frenando en cada retén".
"En caso de llevar mochilas los compradores, los 'soldados' suelen revisarlas minuciosamente, ya que les preocupa sobremanera que puedan ser filmados. Por ese motivo suelen además exigir que se guarden los teléfonos celulares", añadió el informe.
Funcionarios de inteligencia revelaron que los "soldaditos" portan fusiles FAL AK 42 y AK 47 y otras armas muy poderosas en comparación a los equipos que utilizan las fuerzas de seguridad locales.
A mediados de este año, el Ministerio de Seguridad realizó un megaoperativo con 2200 efectivos en la 1-11-14 donde se secuestraron 450 kilos de marihuana, 45 kilos de cocaína, 45 mil dosis de paco, armas de fuego y explosivos. Además detuvieron a "Doña Lili", la suegra del narco peruano "Marcos", quien se cree que sigue administrando el negocio desde la carcel de Ezeiza, donde está alojado.
Rosario es otra ciudad que desde mediados de la década pasada se ha convertido en una zona de "cocinas". En distintos operativos se han secuestrado pasta base, ácido clorhídrico -fundamental para formar el clorhidrato- y solventes para disolver la pasta base y mezclarla con el ácido y los distintos cortes.
Al igual que un chef, un cocinero de drogas utiliza distintos ingredientes y utensillos que de acuerdo a la materia prima y a la inversión puede arrojar un producto de mejor o peor calidad. Un caso emblemático que demostró los peligros de estos preparados químicos sin control fue el de la Time Warp, una fiesta en donde una droga sintética, la falta de controles, el hacinamiento, y la ausencia de agua provocaron la muerte de cinco personas.
El mensaje es más inquietante: como para los consumidores es imposible conocer detalles de la línea de producción de las drogas que compran, para ellos muchas veces la vida o la muerte se transforma en una cuestión de suerte.