El 11 de septiembre, Benjamín Netanyahu llegará a Buenos Aires para una visita relámpago de cuarenta y ocho horas, adonde se reunirá con Mauricio Macri, rendirá homenaje a los asesinados en los ataques terroristas a la Embajada de Israel y la AMIA, planteará multiplicar las relaciones políticas y comerciales con la Argentina y fijará su posición respecto a la compleja situación en Medio Oriente.
Hasta ahora nunca había llegado a la Argentina un primer ministro israelí, y su visita responde a su cercanía personal con Macri y a la decisión de profundizar la relación bilateral, tras ocho años de kirchnerismo y su peculiar relación con Irán, Palestina y Siria, tres países que son adversarios históricos de Israel.
—Hello Bibi—, arrancó el Presidente hace unos meses, cuando habló con Netanyahu para ratificar su posición política respecto a la investigación del ataque terrorista a la Embajada de Israel.
Se habían cumplido 25 años del atentado, y el premier israelí llamó desde Tel Aviv para agradecer su constante apoyo a una causa que es razón de Estado en Israel. Netanyahu recién había arribado de China y estaba con una agenda apretada, pero no dudó en conversar con Macri.
Eso marca la relación política que une a los dos jefes de Estado, ante una agenda bilateral que cambió abruptamente desde que CFK terminó su mandato. Macri hizo caer el Memo con Irán y la denuncia de Nisman –por fin— encontró un juez y un fiscal que aceptará su hipótesis procesal. Para Netanyahu, estos gestos tienen un valor que excede la perspectiva política.
La visita del premier israelí pondrá a prueba la capacidad del Gobierno para garantizar la seguridad pública en un caso de alto riesgo. Macri organiza una cumbre de la OMC en diciembre y el G20 a fines de 2018, dos acontecimientos multilaterales que estarán bajo fuego de los militantes antiglobalización. No es un secreto de Estado que habrá una fuerte movilización contra Netanyahu y Macri rendirá su primer examen internacional ante facciones de izquierda que son especialistas en avanzar contra la policía y romper todo lo que se encuentra a su paso.
El presidente argentino recibirá al premier israelí en la Casa Rosada. Habrá una reunión a solas y luego un almuerzo de trabajo. Netanyahu también tiene previsto ir hasta la Plaza Seca que recuerda a las víctimas del ataque a la Embajada de Israel y visitar la sede de la AMIA para rendir tributo a los asesinados en la voladura de la sede social de la comunidad judía.
Junto a Netanyahu viajará una delegación de empresarios israelíes que mantendrán una ronda de encuentros con colegas argentinos, así como una visita formal al ministro de Producción, Francisco Cabrera. La agenda comercial es abierta y abordará negocios vinculados a la tecnología, al agro y a la energía renovable.
La visita termina el 13 de septiembre, y Netanyahu luego volará a Colombia, México y finalmente Nueva York, adonde participará de la Asamblea General de Naciones Unidas. Será una gira relámpago que ratifica la apuesta geopolítica del gobierno, frente a las decisiones de CFK que aislada del mundo privilegió las relaciones con Irán, Siria y Venezuela.