No esperó ni que pase un día. Un par de horas después de la movilización de la CGT a la Plaza de Mayo, en la que hubo duros cuestionamientos al Gobierno, Mauricio Macri desplazó a dos funcionarios cercanos al sindicalismo, un mensaje directo al corazón del movimiento obrero.
Según confirmaron fuentes oficiales, se trata de Luis Alberto Scervino, hasta este martes superintendente de Servicios de Salud de la Nación, un sillón al que el ahora ex funcionario llegó de la mano del sindicalista José Luis Lingeri. La designación de Scervino había sido un gesto del Gobierno hacia los gremios. Lingeri fue uno de los caciques que estuvo en el palco principal del acto de la CGT. Con esta decisión, Macri endurece abiertamente su posición frente a los gremios.
La entrada de Scervino al Poder Ejecutivo había sido acompañada, además, con la devolución de los $30.000 millones que el Gobierno le cedió a las obras sociales sindicales y que la gestión anterior había retenido durante años como una señal de confrontación con el movimiento obrero, después de que Cristina Kirchner rompiera relaciones con Hugo Moyano.
Según confiaron desde Casa Rosada, Scervino –que estaba en la cuerda floja desde hacía algunos meses– será reemplazado por ahora por Sandro Taricco, gerente General del organismo. Taricco había llegado a ese lugar impulsado por Graciela Ocaña, primera candidata a diputada nacional del oficialismo en la provincia de Buenos Aires.
El otro funcionario desplazado es el viceministro de Trabajo, Ezequiel Sabor, uno de los nexos entre el Gobierno y los sindicatos. Su reemplazante será Horacio Pitrau, un hombre cercano al ministro Jorge Triaca, según subrayaron en su entorno.
La decisión de Macri de desplazar a los dos funcionarios mencionados horas después de la marcha a Plaza de Mayo deja al desnudo un claro endurecimiento de la posición del Presidente frente a los sindicatos. "Es una pérdida de tiempo, no lleva a ningún lugar", había dicho un rato después de la marcha el jefe de Estado, rodeado de jóvenes que consiguieron "su primer empleo", según publicitó el Gobierno.
Es, en ese sentido, uno de los dos frentes que la Casa Rosada decidió abrir tras las elecciones primarias del domingo 13, en las que el Gobierno salió más que airoso. El otro frente es el judicial: la votación de la semana en el Consejo de la Magistratura, en la que el oficialismo consiguió suspender al camarista Eduardo Freiler, fue una clara señal de Macri hacia la Justicia. La sangría, abundaron esta tarde a este medio fuentes oficiales, seguiría hasta fin de año.
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