Intrigas, llamados y reuniones de la semana más caliente de Mauricio Macri y Elisa Carrió

La relación entre el Presidente y su principal socia atravesó turbulencias durante el primer año y medio de gestión de Cambiemos

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Lilita Carrió en su última visita a Olivos
Lilita Carrió en su última visita a Olivos

El primero que se comunicó con el entorno de Elisa Carrió fue José Torello, histórico amigo de Mauricio Macri y uno de los nexos entre la Casa Rosada y la líder de la Coalición Cívica. Telefoneó en la noche del sábado a uno de sus estrechos colaboradores. Por la mañana, "Lilita" había escrito en su cuenta de Twitter –tras un reportaje radial– que tenía "un profundo cansancio moral", que le costaba "creer en alguien", que "todos, sin exclusiones", querían "proteger a (Julio) De Vido" y que nunca creyó que le podía pasar algo así "en un gobierno de Cambiemos".

Macri se enteró de los dichos de su socia cuando aterrizó en Dubai, en la noche del sábado de nuestro país, en la primera escala después de 14 horas de vuelo privado desde Tokio, en el que no hubo conexión WiFi, según explicaron, por cuestiones presupuestarias. En los Emiratos Árabes –visiblemente molesto– el Presidente le pidió a Torello que le hiciera llegar su malestar a Carrió, y le dijo que quería los nombres de los funcionarios u operadores que, según ella, protegían al ex ministro de Planificación Federal de Cristina Kirchner. El jefe de Asesores de la Casa Rosada cumplió a rajatabla el pedido. Y de paso, le transmitió a su interlocutor la satisfacción del Gobierno por la decisión del juez Daniel Rafecas de desestimar las denuncias por enriquecimiento ilícito contra la diputada, una maniobra que desnudó una burda operación detrás de la confesión del albañil Saúl Enrique Paz, que admitió el cobro de 1.500 pesos como un "favor" a un conocido de su barrio para calumniarla.

Macri y Carrió eligieron comunicarse a través de diversos emisarios cuando la relación entra en un espiral de tensión como una manera de preservar la sociedad política. Mario Quintana, Fabián "Pepín" Rodríguez Simón, Horacio Rodríguez Larreta y Marcos Peña, con quien mejoró notoriamente el vínculo, son, además de Torello, los otros nexos entre el entorno de la dirigente y la Casa Rosada.

Por caso, fue Quintana el que el lunes se acercó hasta las oficinas de la diputada en la zona de Congreso para aquietar los ánimos, en la semana más caliente en el seno de la coalición de Gobierno desde que Macri desembarcó en la Casa Rosada. El vicejefe de Gabinete y la líder de la Coalición Cívica hablaron durante un largo rato sobre Odebrecht, el escándalo que provocó un terremoto político en Latinoamérica y que en la Argentina amenaza con destapar una olla con consecuencias impredecibles tras la confesión del pago de coimas por 35 millones de dólares a funcionarios nacionales.

Carrió y Quintana acordaron ir a fondo en la búsqueda de un acuerdo –por ahora de alcance incierto– con la empresa para intentar desentrañar la trama de los sobornos. Al mismo tiempo, Macri, su jefe de Gabinete, el ministro de Justicia y un puñado de íntimos colaboradores avanzaban por el mismo sendero en la quinta de Olivos. El Presidente ordenó explorar todos los caminos posibles para develar la trama, aun cuando correr el velo de los pagos de la empresa brasileña pueda salpicar a su "círculo rojo". Esa noche, "Lilita" resaltó en el canal TN los avances del Gobierno sobre el affaire Odebrecht y se mostró confiada ante una eventual victoria en las elecciones. Pero volvió a cruzar a Silvia Majdalani, número dos de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). "El Presidente debe decidir qué hacer con Majdalani", dijo, y resaltó vía Twitter: "¿Hasta cuándo señor Presidente voy a dar la cara para defender al Gobierno y no me defienden? Yo lo quiero mucho, pero algo tendrá que hacer".

Esa misma tarde, la diputada había sido sorprendida por uno de sus asesores, que le acercó la fotografía de su reciente viaje por Paraguay en la que se la ve junto a un mayor retirado de Inteligencia del Ejército en un bar de Asunción, que ayer publicó el diario Clarín en el marco de un supuesto espionaje ilegal. "Lilita" nunca le había dicho a su entorno que durante su estadía en Asunción había sido custodiada por agentes de la inteligencia paraguaya. Ni que el bar, cercano al hotel Guaraní en el que se alojó, estaba casi sobre la vereda, a la vista de todos, y que incluso varios curiosos habían pedido fotografiarse con ella.

Carrió junto a su contacto, Alejandro Camino, en Paraguay. Esta foto está en la “carpeta” que le armaron a “Lilita”
Carrió junto a su contacto, Alejandro Camino, en Paraguay. Esta foto está en la “carpeta” que le armaron a “Lilita”

Lo cierto es que más allá de la saña con la subjefa de la AFI, que data desde que la ex diputada integraba la comisión bicameral de inteligencia en el Congreso, Carrió y sus colaboradores habían empezado a notar extrañas filtraciones en sitios marginales desde fines del año pasado. En uno de ellos, creado supuestamente ad hoc en noviembre pasado, se encontraron con información precisa de un viaje por los Estados Unidos de principios del 2016 que "Lilita" realizó junto a su amiga Lili Miedvietzky. Le siguió días después la denuncia del albañil en los tribunales de Comodoro Py. El denunciante reconoció no saber "lo que estaba firmando".

Carrió percibió detrás de esa operación la manipulación de un sector de la Justicia federal que, según sus íntimos, "se la tiene jurada". Tras la publicación de Clarín de ayer con el supuesto espionaje en Paraguay, volvió a caerle a Majdalani: "El Presidente tiene que decidir a quién defiende", abundó en alusión a la funcionaria, entrevistada por Marcelo Longobardi en Radio Mitre. Un rato más tarde tuvo que aclarar en un comunicado que es "socia" y "parte del gobierno de Cambiemos", y que su relación con Macri es "excelente y sincera". En realidad, gran parte de su encono con la subjefa de la AFI tiene que ver con el mensaje que un familiar de la funcionaria le hizo llegar a través de un emisario, en el que le pidió, en tono desafiante, que dejara de molestarla. "Lilita" no extremó los recaudos, pero desde ese momento le sacaron otra línea de celular que todavía casi no utilizó.

La relación entre Macri y su principal socia atravesó turbulencias durante el primer año y medio de gestión de Cambiemos, pero nunca como la de estos días, aunque tanto desde la Casa Rosada como desde la Coalición Cívica rechazaron de cuajo cualquier tipo de versión de un eventual alejamiento de la diputada de la coalición de gobierno. Rumores por los que algunos confidentes de confianza de la líder de la CC señalan a un sector del Gobierno que sí la quiere forzar a romper el acuerdo con Macri. "Eso no va a pasar. El único motivo sería un caso de corrupción de magnitudes desproporcionadas. Y los casos que hubo hasta ahora Macri los resolvió muy bien, salió para adelante", explican desde el entorno de "Lilita". Ponen de ejemplo a Gustavo Arribas, el jefe de la Inteligencia, con quien la dirigente habló en privado cuando el jefe de Estado apartó de la Aduana a Juan José Gómez Centurión, implicado en supuestas irregularidades en agosto del año pasado.

Desde que se aliaron, Carrió se debate entre el "Macri viejo" y el "nuevo". Lo explicó en privado, entre sus íntimos, en más de una oportunidad: "Mauricio no quiere ser como el padre". La líder de la Coalición Cívica está convencida de que el Presidente está enfrascado en una costosísima pelea interna para despojarse de las relaciones, los negocios y los vicios empresariales heredados de su padre Franco. Y que su gestión todavía será salpicada indefectiblemente por ese pasado, en casos como el del Correo Argentino o el de la empresa Avianca.

Los últimos meses fueron especialmente complejos en la relación entre "Lilita" y la Casa Rosada. Primero fue la renuncia de Mariana Stilman, la abogada designada por el Gobierno en el juicio por encubrimiento del atentado a la AMIA, a fines de marzo, por diferencias "éticas" con Germán Garavano. Stilman, del riñón de Carrió desde hace años, había sido impulsada por ella tras una reunión con el ministro de Justicia –a quien desprecia– apenas asumió en su cargo, en diciembre del 2015.

Hubo semanas de incertidumbre antes de la definición de su candidatura en la ciudad de Buenos Aires, que incluyó serios cuestionamientos al estilo de conducción de María Eugenia Vidal, hasta estas últimas horas. En el medio, Macri desplazó a Carlos Balbín de la Procuración del Tesoro y lo reemplazó por Bernardo Savaria Frías a fines del mes pasado.

Carrió sigue sin digerir la salida del ex procurador, a quien conoce desde hace años y a quien apañó en el cargo. Le molestó, incluso, que el Gobierno dejara trascender que la llegada de Saravia Frías contaba con su bendición. Es cierto que la dirigente se reunió con el funcionario durante más de tres horas en su casa de Exaltación de la Cruz, a quien recibió junto a un amigo en común que hizo de nexo. Pero el encuentro fue en enero, tres meses antes de su designación.

Después de su salida, Balbín y Carrió hablaron extensamente en privado. Llegaron a la conclusión, según reconstruyó este medio en base a fuentes de ambos entornos, de que la Casa Rosada decidió prescindir de los servicios del ex funcionario por los expedientes que firmó, aunque mucho más por los que prefirió no firmar.

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