La gigantesca marcha del 19 de abril pasado en todos los rincones de Venezuela por el conflicto que mantiene gran parte de la sociedad con la dictadura de Nicolás Maduro mostró escenas verdaderamente escalofriantes. La peor de todas, por lo canallesca, es la del grupo armado que circulaba en motocicleta por las calles de un pueblo cercano a la frontera con Colombia, quienes de golpe se cruzaron con Paola Ramírez, una joven de 23 años cuyo único delito fue intentar resguardarse de estos colectivos chavistas. Sin anestesia, uno de estos inadaptados le disparó por la espalda y la dejó tirada en el medio de la calle como un perro. Mientras tanto, en un canal de televisión de Buenos Aires, el ex titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Oscar Parrilli, decía muy suelto de cuerpo que a Maduro "no lo critican por los errores, sino por sus aciertos. Igual que a nosotros". #UsaInternetPelotudo. Ojo que esto no lo digo yo, sino la ex presidenta Cristina Kirchner en una de las famosas escuchas telefónicas. Al parecer, lo de pelotudo le aplica cada vez que abre la boca.
Venezuela es el día después del triunfo de Daniel Scioli, se repite en la mayoría de las redes sociales. Lo del viernes a la noche, con Alicia y Cristina atrincheradas en la Gobernación de Santa Cruz, es una postal de lo que estaríamos viviendo si hoy gobernara el kirchnerismo. Como la negación es su marca registrada, repudian las prácticas de uno y aplauden las de otro, según la simpatía ideológica. Venezuela está arrasada por el hambre, la locura política, el desabastecimiento, la grieta que se transformó en un acantilado que divide al país en dos, la paranoia de un régimen que ve conspiraciones por todas partes y, en nombre de eso, se cargó con miles de muertos en estos 18 años de existencia. Pero el kirchnerista promedio se horroriza cuando la gendarmería argentina interviene un piquete para liberar un carril así pueden circular los automóviles de aquellos que necesitan ir a trabajar. Destilan cinismo.
El mismo cinismo que aplicó la Justicia venezolana cuando declaró culpable a Leopoldo López de incitación pública a la violencia, en las manifestaciones de 2014 que provocaron la muerte de 43 personas en manos del gobierno venezolano. El líder de la oposición fue condenado a 13 años, 9 meses, 7 días y 12 horas de prisión. Una sobredosis de cinismo. Tanto, que la ONU, la Unión Europea, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y diversas organizaciones internacionales de derechos humanos hicieron fila para condenar este arresto político. Aquí es donde se indigna el ejército de trolls y chocan los dedos en el teclado para repudiar la detención de Milagro Sala. No sé qué necesitan estos muchachos para convencerse. ¿Que les muestren un video donde se la vea planchando los billetes de 100 dolares que se robó de a millones mientras gobernaba un estado paralelo en la provincia de Jujuy? Tienen el de La Rosadita y quisieron creer que era gente contando plata, así que no se puede esperar mucho de ellos.
Los populismos utilizan los medios como política de Estado. El mejor ejemplo en Venezuela es La Hojilla, un programa que se emite desde hace años por el canal estatal VTV a las 23, conducido por una versión bolivariana del payaso Krusty llamado Mario Silva, el encargado de denunciar con nombre y apellido a los conspiradores. En esa misma línea editorial, hace siete años el régimen anunciaba el cierre de RCTV, el canal de televisión más antiguo y prestigioso del país que fue intervenido luego de 53 años de estar al aire. No hay que irse tan atrás en el tiempo. Desde el 10 de octubre de 2014, el líder de la revolución resolvió bloquear todos los accesos al medio online que estás leyendo en este momento. Y en febrero de 2017, la CNT increpó a las compañías de cable a que sacaran inmediatamente de la grilla la señal de CNN en Español. Pero el militante kirchnerista extraña los multimedios amigos que tiraban 100 ejemplares por día y tenían medio punto de rating entre todas las señales, porque enfrentaba con valentía -digo, con la pauta oficial- la campaña del desánimo instalada por los medios opositores. Son de manual.
Hijo dilecto de Hugo Chávez, Maduro estudió en la escuela cubana de formación de cuadros políticos de izquierdas "Ñico López", en la Ciudad de la Habana, donde se lo adoctrinó para cumplir lo que está haciendo ahora: interminables cadenas nacionales con el objetivo de mantener vivo el espíritu de Chávez, mientras hambrea y reprime a la clase media de su país en nombre de una revolución psicodélica que se dedica a sortear golpes de Estado mentales que le vive haciendo el gobierno norteamericano de turno. Como si Obama o Trump pensaran distinto en todo, menos en que Venezuela tiene que ser invadida por los marines.
Hablando de consenso, la sesión especial pedida por el oficialismo para debatir la crisis en Venezuela se truncó por la falta de quórum de la oposición, liderada en su mayoría por el kirchnerismo. Aunque no deberíamos ser mal pensados en esta oportunidad, ya que a esa misma hora jugaban Barcelona-Juventus por el pase a la semifinal de la Champions League. El Gobierno se imaginaba un repudio en conjunto ante la dramática situación en Venezuela pero es verdad que remontar un 0-3 en el Camp Nou no es cosa de todos los días, así que este tema menor podía quedar para otro momento.
Acá me dicen que ese día, a esa hora, no se estaba jugando ningún partido. Qué ironía, ¿no?