No es fácil crear una empresa y, con ella, empleos. Pero más difícil es garantizarles vida eterna.
Las redes sociales son fantásticas. Nos permiten conocer el pensamiento de miles de personas que nos tuiteamos encima, que nos sincericidiamos en un posteo de Facebook, que quedamos desnudos en miles de fotos parpadeadas por decenas de redes sociales.
Para las personas comunes como usted y como yo, todo esto puede ser insignificante.
Pero para las importantes debe ser un cambio sonoro. Tomemos por ejemplo a los magistrados del Poder Judicial, lleno de señores que hasta ayer nomás sólo hablaban por sus dictámenes.
El jueves, sin ir más lejos, uno de los fiscales federales de Córdoba, Enrique Senestrari, apeló a Twitter para decir lo siguiente: "180 familias desamparadas… El cierre sorpresivo de fábricas debería estar en el Código Penal. Y la fábrica restituida a los trabajadores".
Todo indica que se refería a 180 despidos en plantas de Tandanor en el Gran Buenos Aires, como parte de un proceso por el cual la firma va a dejar de realizar ciertas actividades, cerrará dos de sus cinco plantas y se va a concentrar en la producción de agroquímicos en Río Tercero, donde trabajan otras 350 personas.
DELITO DE CEGUERA
A los industriales cordobeses que siguen por Twitter a @EnriqueSenestra, les debe haber corrido un sudor frío por la espalda. Ahora saben que una de las personas que en Córdoba encarnan el alto privilegio y la crucial responsabilidad de acusar en nombre de la sociedad cree, en principio, que si alguien despide a otro, comete un delito.
Está fácil que alguien se entusiasme para generar empleo con una Justicia así. Ni lo de "sorpresivo" podría ser un atenuante: todo despido es sorpresivo en el instante en el que te enterás de que vas a perder tu trabajo.
"Desde ese lugar", podríamos decir, para recordar la jerga implantada por la epistemología popular kirchnerista, hace su trabajo el fiscal.
Es probable que haya un poco de ignorancia y otro poco de hipocresía. Un magistrado que piense eso debe saber bastante de leyes pero muy poco de economía, historia, sociología y negocios.
No es fácil crear una empresa y, con ella, empleos. Pero más difícil es garantizarles vida eterna.
Hay miles de ejemplos. En la década de 1970, Olivetti fabricaba la mayoría de las máquinas de escribir del mundo, con miles de empleados en Turín y Milán. A fines de los '80, había desaparecido. No haber visto venir los procesadores de texto, ¿configura el delito de ceguera con el fin de causar zozobra o qué?
Claro, en mausoleos como son los Tribunales, aislados de las exigencias de productividad del mercado gracias a la candidez de los contribuyentes, esto es difícil de observar.
Ahí jamás se despide a nadie, pase lo que pase. Pero, si pregunta, seguramente el fiscal conocerá a algún colega o algún familiar que alguna vez se mudó de ciudad y debió despedir a su servicio doméstico, por ejemplo. Son cosas que pasan. Nadie los anduvo persiguiendo con el Código Penal. Y eso que capaz que lo tenían empleado en negro.
AHÍ TE QUIERO VER
En cuanto a la hipocresía, las redes sociales nos permiten mostrarnos mucho más buenos, progres, solidarios, generosos y bergoglianos que lo que somos. Podemos exigirles a otros que pongan plata o esfuerzos en beneficio de algún colectivo de moda o de la pobreza de siempre, y llevarnos nosotros el crédito, sólo por haberlo exigido. Pero sin poner nuestros bolsillos ni nuestros hombros.
El fiscal podría, por ejemplo, ponerse a crear empleos fabriles y garantizarles vida eterna. De paso, nos muestra cómo se puede vivir sin violar su Código Penal soñado. Pero nadie le pide tanto.
En cambio, sí podría ser toro en rodeo propio e iniciar una campaña en serio, profunda, a fondo, verdadera, para que él mismo, sus colegas, sus superiores y sus subalternos (jueces, defensores y empleados judiciales en general) paguen de una vez el Impuesto a las Ganancias que pagan todos los demás (empresas, empleados, empleados aún no despedidos) para afrontar los muy elevados salarios de empleos garantizados como los de la Justicia.
Es inadmisible que personas de tan alta estatura moral consientan un abuso discriminatorio tan vergonzoso, en su propio beneficio y en el de la corporación que los asciende.
No quedó espacio para otro tuit interesante de Senestrari, en el que, hace seis días, replicó el mensaje de otro usuario. Decía: "Milagro cumple años y #400 días rehén de Morales y Macri".
Damos por sentado que Senestrari debe pensar que él ha sido y es un magistrado independiente.
Pero se ve que no piensa lo mismo que la Justicia jujeña ni que la Justicia federal que él mismo integra y que también tramita causas que involucran a Milagro Sala.
Un fiscal considera, por la vía un tanto superficial del retuiteo, que hay fiscales y jueces argentinos que se prestan a secuestrar rehenes. Un temazo. Pero para otra columna.
El texto original de este artículo fue publicado el 25 de febrero de 2017 en la edición impresa de La Voz de Córdoba