Por momentos la discusión logró trascender la recriminación mutua y apuntó al futuro; por momentos se volvió al intercambio de acusaciones ya conocidas: los crímenes de la guerrilla no son reconocidos; los militares no admiten ni dan información de todo lo que hicieron.
En el video puede verse un resumen del diálogo (y el debate completo al pie de esta nota).
Hubo reconocimiento de la voluntad de unos de cambiar el sistema a través de la lucha armada; y de otros de haber reprimido ese intento con métodos equivocados y extremos, aunque no hubo coincidencia en categorías tales como terrorismo de Estado o si aquello fue o no una guerra.
Y una interesante revelación sobre el origen de la hoy sacrosanta cifra de 30 mil desaparecidos.
Pasado, presente y futuro fueron analizados en los distintos tramos de la polémica que fue de la asunción de las respectivas responsabilidades hasta la necesidad o no de una reconciliación, pasando por la actual resolución del tema que deja muchos descontentos.
Sin duda no hay una visión única de lo acontecido pero sí hubo al menos en el encuentro convocado por Infobae una importante cuota de honestidad intelectual en personas que fueron protagonistas de los hechos en debate o partidarios de una de las visiones o proyectos enfrentados.
Los ex militares Aldo Rico y José D'Angelo y los ex guerrilleros Eduardo Anguita (ERP) y Luis Labraña (Montoneros) son quienes se animaron al diálogo tras haber estado enfrentados en el pasado.
El debate fue moderado por Eduardo Feinmann y Ceferino Reato y fue seguido en vivo por los canales de Infobae en Youtube, Facebook y Twitter, lo que habilitó preguntas del público para los panelistas.
"No hubo dos demonios, sino uno solo, la violencia", dijo Eduardo Feinmann al invitar a los participantes a "pasar de la confrontación a la conversación".
"Este es un debate sobre pasado, presente y futuro, por eso queremos hablar de la autocrítica, la evaluación y la reconciliación", explicó Ceferino Reato.
"Formalmente el ejército hizo una autocrítica, en la gestión de (Martín) Balsa -dijo José D'Angelo, autor de un libro de significativo título, Mentirás tus muertos- que para mí es insuficiente, incompleta y contribuye a la construcción de un relato y no a la verdad histórica". De paso recordó que Balsa le envió cartas de reconocimiento a Videla por su accionar al frente del Ejército.
"Es imprescindible que quienes fuimos militantes revolucionarios demos testimonio de lo que hicimos", dijo Eduardo Anguita, periodista y coautor de La Voluntad (una monumental compilación de testimonios de militantes de las organizaciones guerrilleras), en referencia a la necesidad de autocrítica. "Tenemos que hacer todos los esfuerzos para dialogar y poner de relieve que la violencia que se vivió en Argentina también tuvo una contribución de los que queríamos una revolución".
Sin embargo, defendió la visión hegemónica de estos últimos años porque fue construida a través del enjuiciamiento de "crímenes impunes" y aseguró que en estos años hubo posibilidad de expresarse para muchos que disentían de la política de derechos humanos de las gestiones anteriores.
A continuación fue el turno de Aldo Rico, con una intervención muy política: "Acá estamos demostrando que los que combatimos no tenemos problema en sentarnos a hablar; el problema es la dirigencia política hipócrita que no soluciona el pasado ni los problemas del presente. Este conflicto que lleva 40 años sin resolverse y muchos de mis compañeros están condenados por leyes posteriores a los hechos que se juzgan. Agradezco a Infobae que nos haya invitado y agradezco a todos los que están en esta mesa y en especial a los que nos enfrentamos porque hay que lograr un ambiente de reconciliación sin el cual la Argentina no va a salir adelante".
Aclarando que no podía hablar en representación de las organizaciones que integró -FAP, FAR y Montoneros- sino a título personal, Luis Labraña dijo que no se considera un "arrepentido" y por lo tanto no quería formular una autocrítica. Pero sí analizar el pasado: "Y veo grandes errores, pero también me pregunto qué sucedió para que jóvenes de 18, 19 o 20 años tomaran las armas. Tenemos que tener una visión de la historia, no una autocrítica, ver qué pasó para que llegáramos a ese punto. No era que hubo montoneros malos, tipos del ERP malos o milicos malos, sino profundizar en los orígenes de la peste para que no se repita".
"Ambos bandos lucharon por el control del Estado -admitió-: unos atacaron las estructuras del Estado y otros salieron a defenderlas, pero no veo la necesidad de darnos con un látigo".
José D'Angelo destacó el hecho de que por fin los medios empezaron a dar espacio a las víctimas de las guerrillas. Y le preguntó a Anguita si podía diferenciar entre "memoria" y "verdad histórica".
Anguita rescató la memoria porque "silenciar a la sociedad a través de campos de concentración, tortura y asesinatos no reconocidos generó terror y hacer memoria ayudó a mucha gente". Sin embargo, admitió que eso no era "suficiente". "Necesitamos todos los datos -agregó, devolviendo el desafío de D'Angelo- voy a leer tu libro, y sé que vos has leído trabajos con los que no estás de acuerdo, pero eso debe ser sostenido con los registros de los 30 mil, o los que sean (…) tenemos que reconocernos como argentinos, en la diversidad pero también en las atrocidades que se cometieron".
"Si Alfonsín llegó al poder con elecciones libres es porque los movimientos guerrilleros dejaron de tener importancia en Argentina -destacó Aldo Rico-. No existe la moderación en la guerra, es así en todo el mundo, en todas las guerras"
La definición de "guerra" respecto a lo sucedido en los 70 no tuvo unanimidad.
Anguita dijo que no hubo una guerra pero, en lo que calificó de "paradoja", admitió que su generación creía estar en una guerra revolucionaria. "Creíamos que promoviendo la idea de la guerra revolucionaria íbamos a ganar adeptos y nos entrampamos en un proceso" de militarización de la resistencia que llevó a una deformación.
Luis Labraña dijo que lo de terrorismo de Estado era un cliché, que no es una figura jurídica: "No tenemos que olvidar que antes del proceso militar nosotros iniciamos una escalada por la toma del poder y eso implica tomar estructuras del Estado; buscábamos en nuestra concepción de guerra revolucionaria implantar el socialismo".
Y consideró que, de haberse impuesto la guerrilla, "los fusilamientos hubieran sido como en España o como con Stalin".
Pero insistió en que lo esencial no era debatir si fue o no una guerra sino analizar "por qué la política falló y nos llevó a la guerra".
Fue entonces cuando explicó que el número de 30 mil desaparecidos lo sugirió él cuando las Madres llegaron a Europa en busca de respaldo para su ONG, con una lista de 3 mil nombres de desaparecidos. Labraña estaba exiliado en Holanda donde la palabra genocidio que estaba asociada al holocausto de los seis millones era relativamente reciente.
La cifra de 3 mil resultaba exigua para hablar de genocidio y fue entonces cuando él sugirió la proyección de 30 mil, una cifra a la que hoy los organismos de derechos humanos se aferran con uñas y dientes.
Aldo Rico consideró necesario recordar que, en el fallo del juicio a los comandantes de las Juntas durante el gobierno de Raúl Alfonsín, se reconocía expresamente "el marco político institucional en el que se desarrolló el accionar de los imputados", caracterizado por "el agravamiento del accionar subversivo" cuyo objetivo último era la toma del poder político. Un reconocimiento que se completaba incluso con la mención al accionar guerrillero en Tucumán que apuntaba al control de un territorio para obtener el estatus de "parte beligerante". "Se tiene por acreditado que el accionar terrorista creó una situación sin la cual lo acontecido no hubiera tenido lugar", citó.
Interpelado sobre si admitía que la guerrilla había cometido asesinatos, Anguita señaló que "en los partes de las organizaciones se reconocían las acciones, las organizaciones se hacían cargo". Pero dijo que no hablaban de asesinatos sino de "ajusticiamientos". "Hoy uno puede decir algunos fueron asesinatos, otras muertes en combate, otras muertes horribles como las que contaba Silvia Ibarzábal" (cuyo padre fue secuestrado por la guerrilla y ejecutado tras un largo cautiverio).
"Esto se dio en el marco de la consigna del Che (Guevara) de crear 'uno, dos Vietnam', muchísimos jóvenes creímos eso, creíamos que tomábamos las banderas de San Martín y Bolívar", agregó.
Pero también pidió que los militares reconociesen que "la tortura fue un crimen cometido contra miles de jóvenes, háganse cargo de que formaron parte de un ejército que torturó y asesinó".
D'Angelo no se mostró del todo satisfecho con el reconocimiento de Anguita. Le reprochó no ver que la memoria es "una plastilina que se puede moldear como hizo el último gobierno" y pasó a citar a otros ex guerrilleros como Jorge Massetti hijo que dijo "por suerte no tomamos el poder", en referencia al tipo de régimen que querían imponer.
Anguita en cambio dijo no estar decepcionado porque habían podido "decir las cosas". "En La Voluntad están todos los documentos, sin censura, porque fue la historia lo que quisimos reflejar", agregó.
También contó que estuvo once años preso por su participación en el asalto al Comando de Sanidad del Ejército. "Con los años he dicho que eso fue un error grave, atacar un cuartel en democracia". El hecho tuvo lugar en septiembre del 73.
D'Angelo le señaló que por ese hecho Perón los "sacó de la historia".
Labraña destacó que "los soviéticos estuvieron detrás de esta guerra fría, no hay duda", pero también recordó "cuántos gobiernos democráticos fueron derrocados por golpes" y cuestionó lo que los militares hicieron con la Argentina en esos períodos.
"Recomiendo a los jóvenes que lean estas revistas -dijo D'Angelo, en referencia a las publicaciones de la guerrilla-. En septiembre del 75 hay un llamamiento a la juventud, a los estudiantes y campesinos a tomar las armas contra el gobierno constitucional de Isabel Perón; todos sus delitos están reseñados en estas crónicas, por ejemplo, el ajusticiamiento de un jefe policial de la democracia".
Anguita no negó los hechos pero lamentó que su interlocutor no mostrase también "partes de los campos de concentración".
Ante la pregunta de si reconocía los crímenes cometidos por los militares, D'Angelo respondió: "Sé que hubo un plan sistemático para acabar con los guerrilleros donde se aplicaron procedimientos de combate y otros que estaban reñidos con los derechos humanos".
"¿Se torturó, se desapareció?", fue la pregunta.
"Sí. Fue un plan sistemático para terminar con otro plan sistemático que era derrocar un gobierno democrático. "Efectivamente debe haber existido tortura, que condeno, pero eso es una parte de la historia", insistió D'Angelo.
Admitió equivocaciones en la cúpula por "la forma en que se combatió la guerrilla", pero insistió en recordar los crímenes de las organizaciones armadas como el asesinato del Capitán Viola y su hija.
Terció entonces Labraña diciendo que "el camino de la concordia no es tirarnos carpetas para ver quién fue más malo".
"Hay prisioneros, hay desaparecidos, hay víctimas de los dos lados que aún lloran a sus muertos; si no nos dedicamos a ver qué pasó en la Argentina y por qué, esto se va a repetir. El problema no es jurídico sino político", aseguró.
En el cierre del debate, Rico dijo: "La sociedad no nos juzgó, nos juzgó un sistema político. La sociedad, cuando estalla la guerra revolucionaria, se pone en contra de ellos, las fuerzas armadas logran vencer a la guerrilla porque tuvieron el apoyo de la gente. El pueblo peronista les dio la espalda".
"Yo no defiendo el Proceso -aclaró- sino a mis camaradas que están siendo sometidos a un sistema de venganza y no de justicia porque no se puede comparar la responsabilidad de un cabo con la de un jefe".
Y volvió a reclamar una "solución política definitiva". "Quiero a mis camaradas libres, quiero que se reconozca a las víctimas de los atentados de la guerrilla y que se den a conocer las listas de la Conadep, que se reconozca bien si los movimientos revolucionarios eran jóvenes idealistas también nosotros éramos idealistas y esos jóvenes idealistas mataban inocentes, ponían bombas".
Y Anguita expresó su deseo de que "los jóvenes que hoy viven desesperanza no vivan un conflicto armado". "No quiero que haya víctimas, no quiero que en una sociedad donde las cosas se están poniendo feas haya gente que crea que esto se puede repetir".
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