César Milani, ex jefe del Ejército kirchnerista, fue detenido este viernes en Tucumán, acusado por los secuestros de Pedro Adán Olivera y de su hijo Ramón Alfredo Olivera, y de Verónica Matta, todos ocurridos en la capital de La Rioja durante la última dictadura militar.
Los testimonios de Olivera hijo y de Matta fueron claves para que la fiscal federal de La Rioja, Virginia Miguel Carmona, a cargo de la investigación, considerase que existían "elementos sólidos" para ordenar la detención de Milani.
Cuando ocurrieron los hechos denunciados, Matta tenía tan solo 17 años y empezaba a cursar el último año del secundario. "En ese momento empiezan a detener mucha gente, estábamos muy temerosos", rememoró Matta en una entrevista con Romina Manguel, en Radio Nacional.
Y continuó: "Yo estaba atemorizada. Una noche llegan a buscarme. Estaba durmiendo, me viene a despertar mi padre, que era abogado. Buscaban también a mi hermana, pero ella no estaba. Bajo a la sala y me encuentro con personal uniformado, después me entero que eran de la Policía Federal, todos armados, y un único militar".
Ese militar, "jovencito, muy notorio, carilindo", resultó ser Milani, aunque Matta no se enteraría de su identidad hasta muchos años después. El joven miembro del Ejército habló de manera "respetuosa" con el padre de Matta y esta finalmente fue llevada por los policías hacia el Instituto de Rehabilitación Social de La Rioja, un centro clandestino de detención. Allí también vio a Milani, un día que pudo correr la venda que tapaba sus ojos, mientras la interrogaban. Aclaró que el ex militar no participaba del interrogatorio, pero estaba ahí.
Luego de algunos meses, Matta fue trasladada a la cárcel de Villa Devoto. Finalmente, en 1979 fue liberada. Más de tres décadas más tarde, en 2013, las acusaciones contra Milani tomaron estado público, a raíz del caso del soldado Alberto Ledo, mientras el kircherismo promovía al militar como jefe del Estado Mayor General del Ejército. Así fue que Matta vio el rostro de Milani en la televisión y lo asoció con aquel "carilindo" que la fue a buscar a su casa una madrugada de 1976.
"A mí me corre por la columna vertebral un fuego cuando reconozco su rostro. Con eso me vinieron los recuerdos, como fotos. Todo eso está en la Justicia, no hay nada que no esté en la causa", concluyó la mujer, cuyo testimonio fue fundamental para la decisión de la Justicia riojana.
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