Después de la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada, los dirigentes que integran el diverso mundo peronista se propusieron trabajar para reorganizar el partido, alinear voluntades y reconstruir la estructura que durante doce años lideraron Néstor y Cristina Kirchner. La derrota de Daniel Scioli en las últimas elecciones fue un golpe letal para el poder del Partido Justicialista (PJ). Cambiemos se quedó con el triunfo a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires, el distrito electoral más importante del país.
Ni los votos del Conurbano ni los del interior de la Provincia alcanzaron para darle el triunfo al peronismo en las últimas elecciones para presidente y gobernador bonaerense. Por eso, a partir del 2016, los dirigentes del PJ Bonaerense se propusieron trabajar en la reorganización del partido desde las bases. Volver a empezar después de la derrota.
El congreso organizado para este sábado en el club de Golf de Santa Teresita, desde donde saldría una nueva foto de unidad, fue suspendido por la posibilidad de tormentas y lluvias, dijeron sus promotores. Sin embargo, detrás de los problemas climáticos hubo causas más terrenales.
El verdadero motivo de la suspensión es que hoy no hay unidad de los diferentes sectores para realizar un encuentro del que pudiera salir un consenso de ideas. Esa unión que el PJ Bonaerense había logrado generar en el último congreso realizado en La Matanza ya no existe. La relación entre los intendentes y dirigentes de la Provincia volvió a deteriorarse.
Los jefes comunales del Grupo Esmeralda, quienes pretenden que Florencio Randazzo sea la próxima figura que conduzca el PJ, dieron un paso al costado y volvieron a marcar distancia del grupo de dirigentes más afines al kirchnerismo. El motivo de la fractura se debe a las diferencias que existen en la metodología de conducción política. Consideran que el sector integrado por los dirigentes de La Cámpora quiere imponer la conducción de Cristina Kirchner y no les dan espacio a los líderes distritales con apoyo popular, es decir, a los intendentes que gobiernan las localidades más pobladas del Conurbano.
Los intentos de acercamiento entre los diferentes sectores que componen el peronismo de la Provincia parecen no haber dado sus frutos. En el último congreso, el presidente de PJ Bonaerense, Fernando Espinoza, había asegurado que ese encuentro se había transformado "en la fiesta de la unidad". El lugar que ocuparía el núcleo duro del kirchnerismo en el próximo esquema siempre mantuvo las aguas divididas entre los intendentes de la Provincia. Por eso la renovación de apoderados en el partido y la imagen de unidad dada en La Matanza parecían ser el final de una etapa de muchas controversias.
La foto en la Municipalidad del distrito más poblado del Conurbano pareció convertirse en un símbolo de unidad. A esas imágenes se les agregaron otras tantas que fueron tomadas en el Polideportivo Alberto Balestrini. Intendentes de los grupos Esmeralda, Patria, Fenix y El Establo aparecían juntos. Además, sobresalían las presencias de Daniel Scioli y Julián Domínguez, ambos candidatos en la última elección. Aquella foto que simbolizaba la unión del partido se convirtió en una postal del pasado que no representa el presente.
La reunión que estaba planeada para mañana tenía como objetivo principal avanzar en la unidad del espacio político. A eso se le agregaría la emisión de un documento, con un fuerte tono crítico, sobre los resultados de la gestión del gobierno nacional en los últimos meses. Pero durante la última semana el compromiso de los diferentes sectores había comenzado a diluirse.
Los dirigentes aglutinados en el Grupo Esmeralda, entre los que se destacan Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Gabriel Katopodis (San Martín), Mariano Cascallares (Almirante Brown) y Juan Zabaleta (Hurlingham), se mantienen firmes con la idea de llevar adelante una renovación. Ese cambio con el que se ilusionan contiene al kirchnerismo en el armado pero respalda una posible candidatura de Florencio Randazzo. Es decir, no avala la conducción del núcleo duro kirchnerista.
Pero no es solo la forma de conducción y de organización la que divide a los intendentes bonaerenses. Esos dirigentes más alejados del kirchnerismo no están conformes con la estructura electoral del PJ Bonaerense. Aseguran que no se puede hablar de unidad si no hay una renovación del partido, que conlleva elecciones, y una participación igualitaria de los diferentes grupos en el esquema de apoderados. "Ellos quieren hablar de unidad en torno a la figura de Cristina. Solo quieren eso. Hasta que no haya una gran interna, las diferencias no se van a dirimir", le dijo a Infobae un importante dirigente del Grupo Esmeralda.
De los nueve apoderados que tiene el PJ Bonaerense, siete son afines al kirchnerismo mientras que dos de ellos se mantienen en la vereda donde se paran los dirigentes críticos. El proceso de reorganización desde las bases es el único punto en el que siempre coincidieron todos los intendentes de Buenos Aires. Pero para ganar una elección en la provincia más importante del país hace falta más que la definición de un horizonte hacia donde mirar. Todos saben que quieren volver a ser gobierno, pero no se pueden poner de acuerdo en cómo ordenar un partido que quedó muy dañado después del triunfo de Cambiemos.
El tiempo electoral empezó. Así lo advirtió el presidente Macri en su conferencia de prensa del jueves en la Casa Rosada. En el peronismo esperan las elecciones con ansias. Intuyen que es el momento de dar el golpe, lograr un triunfo en las urnas y ponerle un freno a la intención del oficialismo de aumentar su poder en ambas cámaras del Congreso. Pero para eso el histórico partido necesita unidad de sus dirigentes y un candidato competitivo. Hasta el momento, no tiene ninguna de las dos cosas.