Martes 9 de agosto de 2016. Lo habitual: Oscar Parrilli analizaba distintos temas por teléfono con su jefa, Cristina Kirchner, cuando surgió una inquietud particular.
La ex presidente estaba distraída, algo nerviosa… No le importaba discutir los temas de la coyuntura económica o las declaraciones periodísticas de Antonio Stiuso, como en las anteriores comunicaciones que se filtraron. Esta vez la cabeza de la ex mandataria estaba puesta en una mediación judicial que mantendría un día después con Eduardo Feinmann.
La historia oficial es más o menos conocida. Fue la propia Cristina Kirchner quien demandó al periodista por sus opiniones en el programa de televisión Animales Sueltos, que se emite por AméricaTV. De acuerdo a lo que prescribe el Código Procesal, las partes deben buscar un acuerdo antes de que se trabe la litis, pero la audiencia fue un fracaso.
La ex presidente -asistida por el abogado Gregorio Dalbón- estuvo en una sala y Feinmann la esperó en otra. Nunca se cruzaron. El comunicador no sólo mantuvo sus opiniones sino que decidió reconvenir (una contrademanda) a Cristina Kirchner por daños y perjuicios y daño moral.
Pero no era la estrategia técnica lo que más le preocupaba a la ex jefa de Estado en la comunicación del 9 de agosto con Parrilli. De acuerdo con la transcripción del diálogo que figura en el expediente que investiga al ex director de la Agencia Federal de Inteligencia por encubrir a Ibar Pérez Corradi, lo que le interesaba a CFK era asegurarse el respaldo de sus militantes en la puerta de la oficina donde se realizó el trámite, ubicada en Viamonte 1355, frente a la sede de la AFA.
"Mañana tenés la audiencia con Feinmann", introdujo Parrilli, según detallaron fuentes con el acceso al expediente a Infobae. Y la ex Presidente respondió: "Sí, mandame gente; mandame gente".
Pasaron pocos segundos entre que se cortó la comunicación y se inició una nueva entre el ex jefe de la inteligencia y una voz masculina que se comprometió a movilizar "entre 80 y 100" personas para respaldar a la ex mandataria y hacerle notar su malestar al periodista.
"Gorila", "Hijo de Puta", "Traidor"… Basta con buscar en Youtube los videos de ese día para comprobar que el periodista fue blanco de infinitos insultos cuando era interpelado por los cronistas que cubrían la mediación. La ex presidente tuvo más suerte: se retiró envuelta en aplausos.