Donald Trump pone en jaque la imagen global de los Estados Unidos

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Donald Trump, electo presidente de
Donald Trump, electo presidente de los Estados Unidos (AP)

Estados Unidos preparó el Golpe de Estado contra Jacobo Arbenz en 1954, invadió Cuba en 1961, apoyó regímenes autoritarios en Irán, Irak, Arabia Saudita y Egipto, derrocó a Salvador Allende en Chile con un plan diseñado por Henry Kissinger, respaldó a las dictaduras de Brasil, Argentina, Uruguay y Brasil, intervino en los procesos electorales de Grecia, Italia, España y Alemania, y lanzó dos ataques nucleares contra Japón para terminar con la Segunda Guerra Nuclear. Washington no dudó en cruzar ilegalmente fronteras, planificar magnicidios y entronar a líderes populistas, si eso implicaba ratificar el Destino Manifiesto de los Estados Unidos. Pero nunca sufrió un ataque en territorio propio que no mereciera una réplica rápida y aniquiladora para ratificar su protagonismo en la agenda mundial. Sucedió con el ataque japonés a Pearl Harbor y se reiteró con los atentados de Al Qaeda a las Torres Gemelas y al Pentágono. En ambas situaciones, traumáticas e históricas, no hubo dudas ni misericordia.

Por eso, la reticencia de Donald Trump respecto a los incontables ciberataques de Rusia antes de las elecciones presidenciales pone en una situación geopolítica delicada a los Estados Unidos y su agenda mundial. No se trata de creer a rajatabla en los informes de la CIA asegurando que Moscú hizo lo necesario para que Hillary Clinton no llegue a la Casa Blanca. Ya sabemos que los espías de Langley fueron capaces de asegurar que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva para justificar la invasión de Irak ordenada por George W. Bush.

Pero es la primera vez que no hay una continuidad política y estratégica entre un presidente que sale y otro que está a punto de jurar en la explanada del Capitolio. Barack Obama -44, en la jerga de Washington-, enfrenta abiertamente a Trump, el 45 que asumirá el próximo 20 de enero. 44 asegura que 45 quiere desmantelar su legado (Obamacare, el acuerdo nuclear con Irán, los planes sociales), mientras que 45 sostiene que 44 puso en una situación de extrema debilidad económica y mundial a los Estados Unidos. Vladimir Putin, Bashar al-Ásad, ISIS y Nicolás Maduro, por citar ciertos protagonistas del tablero internacional, hace semanas que no paran de reír.

Trump y Obama, en la
Trump y Obama, en la audiencia que mantuvieron tras la impactante victoria del magnate (AFP)

Obama había establecido una hoja de ruta basada en la cooperación multilateral y en la diplomacia efectiva. Fue incapaz de calcular los efectos nocivos de la Primavera Árabe, y favoreció a Rusia, Irán y Turquía cuando abandonó la guerra civil en Siria. Esa decisión geopolítica entronizó una alianza política y religiosa que puede cambiar la actual correlación de fuerzas en Medio Oriente.

Pero se trata de consecuencias de un plan, una mirada del mundo, una perspectiva global que tenía el respaldo de China, Francisco, la Unión Europea, Canadá y el Mercosur. Con Trump, hasta ahora sólo tenemos incertidumbre. Busca apoyo en Moscú –por eso relativiza los ciberataques denunciados por la CIA-, pone en duda el acuerdo con Irán, se enfrenta a China, demoniza a los inmigrantes extranjeros, pretende disminuir los niveles de financiamiento de la ONU y la OTAN, confunde los términos musulmán y fundamentalista, y propone una agenda internacional que reniega de la diplomacia multilateral y la cooperación internacional. Solo falta que anuncie que América es para los americanos.

El 20 de enero comienza un nuevo capítulo de la historia mundial. Ese día asume Trump. No importa qué religión profeses o adónde habites. La experiencia será inolvidable.

 
 
 
 
 
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