"El país no se le desmorona a un gobierno solamente por la crisis económica sino por la falta de coraje político para crear el orden debido", dijo Abel Posse a Infobae, indignado por las imágenes de los desbordes de la protesta de vecinos del barrio de Flores por el asesinato del adolescente joven Brian Aguinaco, de 14 años, baleado por delincuentes que actuaban desde una moto. Y sus palabras podrían perfectamente aplicarse también a la escena del sur, donde un puñado de activistas agredieron el auto presidencial en un hecho que casi parece naturalizado en nuestro país.
Como buen escritor, Abel Posse cree que en el lenguaje empezó esta desviación que lleva a no llamar a las cosas por su nombre y que tiene por consecuencia el transformar los problemas en dolor infinito para la gente.
"Estamos en Argentina en una crisis del lenguaje -explica- porque desde los años de plomo, desde los setenta, se interpretó todo en un sentido de buenos y malos, empezamos a corromper la lógica del bipartidismo y mucha gente se plegó al silencio de las palabras que no se podían decir, y una de ellas es represión, cuando represión significa la defensa del Estado, pero en Argentina esa palabra no se puede usar más por el desvío que los militares hicieron de esa herramienta".
El asunto no queda en el plano discursivo, y Posse denuncia "el daño que causa este cinismo del lenguaje" que lleva a "problemas pesadamente graves".
La represión del Estado es una obligación constitucional para garantizar la vida de la gente (Posse)
"La gente odia los cortes de calle -ejemplifica-, pero ningún político se atreve a decir que esos cortes violentan disposiciones de la Constitución, porque los mismos políticos se avinieron hipócritamente a esos desvíos de lenguaje. Está el problema de las villas, que han crecido exponencialmente, y todos sabemos que son un refugio del delito, pero los funcionarios, los intendentes, disimulan el problema. Buenos Aires no merecía tener una 1-11-14, una 31, etcétera; merecía casas, barrios, pero siguen eludiendo el tema; la hipocresía la han comprado los políticos en todos los aspectos, pero en el caso del orden público los únicos encerrados son los ciudadanos que trabajan. La represión del Estado es una obligación constitucional para garantizar la vida de la gente".
Recuerda que durante toda la larga campaña del 2015 se habló de la guerra contra el narcotráfico, pero "hoy nuestra policía no tiene municiones ni para practicar tiro".
El político corrupto, dice, se refugia "en el lenguaje predigerido que se repite como discurso dominante; hay una situación de criminalidad desbordada y nos hablan de seguridad, o se habla de feminismo, se gritan derechos y privilegios, y sin embargo a las 7 de la mañana el infierno es de las mujeres que tienen que ir a trabajar y de los niños que van a la escuela".
En su opinión, las "batallas fundamentales" que hay que librar en la Argentina son "el hambre, el narco -grave por la capacidad de corrupción que tiene- y la delincuencia".
"Pero los políticos no tienen ni siquiera el coraje de decir que la policía tiene que actuar -lamenta-. Acá no se trata de esperar que no se repita otro hecho como el de Flores. Hay que ir a las madrigueras".
No afloja un ápice en su dureza contra la dirigencia: "Esto es resultado de la cobardía, unida a la comodidad, de los políticos que jamás han dado respaldo a la policía ni le han ordenado hacer lo que tiene que hacer. Es mentira que un policía necesite la orden de un juez para tirar un tiro. Es un delirio que un ciudadano que defiende su vida deba pensar en no usar un calibre mayor que el delincuente para que no lo acusen de exceso en la legítima defensa…"
"Es la idiotez argentina -agrega-. No tenemos defensa ni para el Atlántico Sur. Y durante el gobierno kirchnerista quedó inhibido el poder policial".
Todas estas reflexiones se las inspira especialmente lo sucedido en la seccional policial de Flores. Por un lado, es entendible la protesta. Por el otro, es inentendible que se permita la toma de una comisaría, que se la abandone. Ambas cosas son resultado de la ausencia de Estado.
Es la infamia de los políticos que no acompañan el dolor de la gente… (Posse)
"El sistema superior de seguridad, las autoridades, tuvieron la cobardía de no hacerse presentes -acusa Posse-. El general San Martín iba con el primer grupo de sus tropas. Belgrano estaba lleno de achaques de tanto montar a caballo para lo cual no estaba entrenado. Napoleón se levantaba de madrugada para conducir su ejército. Acá estamos haciendo lo mismo que cuando se quemaron los negocios en Mar del Plata para repudiar la visita de Bush [en 2005] y las autoridades no hicieron nada. O como cuando se quemaron estaciones de tren de la línea Sarmiento [en 2008] y [el entonces ministro de Seguridad] Aníbal Fernández dijo que era un problema de la intendencia".
"Es la infamia de los políticos, que tienen una comodidad canallesca y no acompañan el dolor de la gente -insiste el escritor y diplomático-: dolor por el paco y la cocaína que están destruyendo a los jóvenes, dolor por el hambre de la gente a la que solo le dan discursos y luego todo sigue igual y el dolor infinito de quienes perdieron a sus hijos y dolor de quienes ya no pueden ni salir a tomar un helado con sus hijos por miedo a que los maten. ¿Cómo es posible que toda una clase política no acompañe ese dolor?"
"Falta coraje político. Y muchos medios, en vez de interpelar a los políticos, acompañan este estado de cosas, repiten el discurso de que 'vamos a salir", agrega.
Indigna especialmente a Abel Posse que el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo, se haya negado a ir a la comisaría a respaldar a quienes en definitiva son sus subordinados. El funcionario se limitó a decir que recibiría a los vecinos al día siguiente y que no se haría presente en el lugar de los hechos porque no era el contexto adecuado -léase: incidentes y toma- para un diálogo.
"La otra noche -dice Posse- cuando vi que lo llamaban al ministro Ocampo y no iba… Y el segundo jefe, (comisario inspector Manuel) Monzón, apellido de valiente, trataba de llevar adelante la situación solo y no venía nadie a respaldarlo, ni recibía un llamado de sus superiores…. veo que hay una fuga de la realidad".
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